"Correos debería estudiarse en las escuelas de negocios, pero no como ejemplo de éxito, sino de lo que nunca debe hacerse". Reflexiona en voz alta un veterano de la casa, curtido en mil batallas internas y compungido por la deriva de la empresa pública con la mayor plantilla del país. Correos como espejo de los males de España. Correos como ejemplo de lo que aún se puede corregir para reconducir la economía. Una compañía que se ha convertido en símbolo del enchufismo y del manejo errático del dinero público.
El relato del declive acelerado de Correos tiene un principio: la designación a dedo como presidente de José Manuel Serrano, 'fontanero' de Pedro Sánchez en sus años duros. El final no está escrito y hay dos desenlaces posibles. Correos cambiará de timonel si Alberto Núñez Feijóo logra formar gobierno; pero Serrano seguirá al frente si el líder socialista logra dar la campanada el 23-J.
La historia, además, encierra una paradoja llamativa del destino: Feijóo ocupó hace 23 años el mismo sillón en el que se sienta hoy Serrano. Con una diferencia: al líder popular -que presidió Correos tres años- se le recuerda en la casa como un gestor serio, comedido y eficaz. "Alberto Núñez Feijóo y Luis Egusquiza son los mejores ejemplos de gestores que han pasado por la empresa", confiesa José Manuel Sayagués, secretario del Sector Postal de UGT Servicios Públicos. "A uno lo designo el PSOE y a otro el PP, pero ambos entendieron perfectamente esta empresa y tuvieron una visión clara de lo que había que hacer".
En el otro extremo se sitúa Serrano, que dejará -cuando se marche- un pésimo balance. Las últimas cifras han visto la luz esta semana. Correos registró en 2022 unos números rojos de 217 millones de euros. La cifra duplica con creces la del año anterior (105 millones) y es similar a los 264 millones de 2020, el año fatídico de la pandemia. Lo preocupante es que 2022 fue ya un año ‘normal’, con la actividad económica recuperada. En esos 12 meses, sin embargo, la empresa sufrió un bajón de las ventas del 5,7%.
Las centrales sindicales hablan directamente de un problema de gestión. Tanto UGT como CCOO han denunciado esta semana que Correos acumula pérdidas de 1.152 millones desde la llegada de Serrano. "La actividad cae en todos sus parámetros, desde la cifra de negocios hasta el número de envíos, que han disminuido drásticamente a casi el 50% desde la llegada de Serrano, desde 2.700 millones de envíos admitidos en 2018 a tan solo 1.368 en 2022", aseguran UGT y CCOO en una nota conjunta.
Ambos libran desde hace tiempo una guerra abierta contra la dirección. Denuncian "la situación de inviabilidad" del grupo y "la pasividad" del Gobierno por mantener al presidente en el cargo. Llevan haciéndolo desde que vieron la deriva estratégica. La 'facción' interna más crítica con Serrano lo ha intentado por distintas vías. Cuando Iván Redondo ejercía de fontanero jefe, Moncloa recibió las primeras quejas. Hubo un segundo intento, para mostrarle la realidad a Félix Bolaños, antes de que Sánchez le nombrara ministro. El doble intento acabó estrellándose contra los muros del Palacio.
También ha habido reuniones con la cúpula de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). En el holding estatal, accionista único de Correos, hay directivos que admiten el bache. "Son conscientes de que hay un bosque quemado y hay que reforestarlo", señala, tirando de metáfora, una fuente presente en esos encuentros. El problema, añade, es que "nadie se atreve a ponerle el cascabel al gato".
Correos y la falta de meritocracia
Hay un problema de fondo: Correos es hoy una pequeña muestra de algunos errores a gran escala que lastran al país. El primero es evidente: se prioriza el interés partidista frente al bien común y la meritocracia. Irene Montero o Alberto Garzón, por ejemplo, tenían currículums raquíticos para ser nombrados ministros de un Gobierno... con demasiados ministerios y asesores. En la misma situación se encontraba José Manuel Serrano, con escasos atributos para liderar una empresa compleja, con casi 50.000 empleados y en pleno proceso de reconversión.
El exceso de personalismo y la falta de criterios profesionales claros explican, en parte, los bandazos que ha dado la compañía en los últimos cuatro años; también la elevada rotación en los puestos de alta dirección, donde se ha 'purgado' a más de un ejecutivo 'incómodo'. La ausencia de un rumbo estratégico claro ha llevado a Correos a tirar de chequera para contratar a grandes consultoras (Deloitte o KPMG). Y, sobre todo, a lanzar proyectos poco -o mal- definidos, como la alianza con Ávoris para explotar un avión de carga o la comercialización de productos a lo 'teletienda' (lo hemos contado en Vozpópuli).
La conjunción de resbalones se ha traducido en el aumento alarmante de las pérdidas y del endeudamiento. El pasado año, Correos -financiada por el Estado- tuvo que tirar de líneas de crédito de CaixaBank e Ibercaja, en plena subida de los tipos de interés. Otro paralelismo con la economía que deja Sánchez: la deuda del Estado se ha disparado en 332.000 millones desde su llegada. Y uno más: el Gobierno siempre ha culpado a la pandemia y la guerra de de los desequilibrios que arrastra la economía. También Correos ha achacado su bache a los mismos factores.
Lo cierto es que otros países vecinos han capeado los mismos temporales sin incurrir en niveles de déficit o deuda similares. También lo es que la mayoría de los competidores de Correos se ha enfrentado a problemas idénticos y muestran hoy cuentas más saneadas. En términos de EBIT (beneficio antes de intereses e impuestos), Correos retrocedió un 39% en 2022. El mismo indicador creció un 24% para Poste Italiane y un 8,8% para Deutsche Post DHL. La Poste francesa registró una caída del 3,7%.
El mal comportamiento del negocio no ha impedido, sin embargo, que el presidente de Correos y su cúpula directiva cobren el bonus correspondiente a 2022. Este hecho llegó incluso al Parlamento el pasado marzo. El diputado del PP Celso Delgado, que se ha convertido en un auténtico azote público para Serrano, preguntó al respecto a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Con poco éxito.
Del sueldo del fontanero de Sánchez poco se sabe. Sólo la cifra total: 208.513 euros en 2022. Sobre el desglose hay opacidad absoluta. Y lo mismo ocurre con las cuentas anuales del grupo, de las que no hay ni rastro en la web oficial. Otro de los males de Correos... y de las administraciones españolas que gastan mucho y rinden pocas cuentas. No extraña que Núñez Feijóo prometa una auditoría del gasto público si llega a presidente. Al líder popular se le presume alguna experiencia: ha gobernado una autonomía y ha presidido Correos.
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