El frenazo del coche eléctrico en el último año ha llevado a muchos fabricantes a cambiar sus planes sobre el desarrollo de esta tecnología que tan rápidamente se ha querido implantar pero que no se está llevando a cabo en los tiempos previstos ante las muchas dificultades que están surgiendo y que está haciendo ralentizar las ventas en todo el mundo.
Ford, Nissan o Mercedes-Benz son algunas de las grandes marcas que han decidido no paralizar, pero sí ralentizar la producción y el desarrollo del coche eléctrico ante las importantes pérdidas económicas sufridas, a lo que une ahora la guerra de aranceles establecida por Europa hacia los coches eléctricos chinos que puede profundizar aun más en una crisis que parece ir para largo.
Una transformación la del sector del automóvil hacia la electrificación que ha llevado a la aparición de nuevos actores, impensable cuando de motores de combustión se trataba. Y aunque los nuevos fabricantes chinos son mayoría, hay nuevas marcas como Fisker que lo apostaron todo al coche eléctrico, y que ven ahora peligrar su futuro.
Y es que la estadounidense Fisker se ha convertido en el primer fabricante de eléctricos en declararse en quiebra y ha anunciado su intención de poner a la venta los activos de la compañía para reestructurar la deuda tras hacer frente a una elevada quema de efectivo para entregar el modelo Ocean en Estados Unidos y Europa.
En concreto, según ha informado en un comunicado, la empresa ha manifestado su intención de acogerse al capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos alegando que, al igual que el resto de empresas del sector de los vehículos eléctricos, se ha tenido que enfrentar a "varios obstáculos macroeconómicos y de mercado" que han afectado a la capacidad de la empresa para operar de manera eficiente.
"Después de evaluar todas las opciones para nuestro negocio, determinamos que proceder con la venta de nuestros activos es el camino más viable para la empresa", ha apuntado la firma, al tiempo que ha afirmado estar en conversaciones "avanzadas con las partes interesadas" para la financiación de la deuda contraída por la marca en estos momentos.
Menos de un 5% de entregas
Por el momento, lo que se conoce es que la unidad operativa de la compañía cuenta con unos activos estimados por un valor de entre 500 y 1.000 millones de dólares (hasta 932 millones de euros) y pasivos de entre 100 y 500 millones de dólares (466 millones de euros). Según el expediente judicial, la empresa cuenta con entre 200 y 999 acreedores.
Hace unos meses y tras fracasar las negociaciones para la inversión en Fisker por parte de un gran fabricante de vehículos, la estadounidense detuvo la fabricación y las inversiones en proyectos a futuro además de despedir al 15% de la plantilla.
Acorde a sus últimos resultados, Fisker produjo más de 100.000 vehículos en 2023, menos de una cuarta parte de su previsión, aunque apenas entregó 4.700 coches. Además, el mes pasado las autoridades estadounidenses iniciaron una investigación por ciertos incidentes en los que sus vehículos se habían visto involucrados.
Desde enero, la capitalización de Fisker se ha desplomado más de un 90% hasta cotizar durante la sesión de este pasado lunes en el entorno de los 0,045 dólares (unos 0,041 euros por título).
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