La 'letra pequeña' del empleo desmonta la recuperación que la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, vendió al Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus encuentros el pasado mes de diciembre. Los expertos del organismo recogieron en su informe que, tal y como manifestaron las autoridades españolas, algunos indicadores económicos como el empleo o la recaudación están reflejando una recuperación más vigorosa que el PIB, exigiendo un análisis más profundo de la coyuntura y restando valor a las previsiones de crecimiento y las revisiones a la baja que la mayor parte de los organismos han realizado en los últimos meses, conforme el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha ido publicando los datos de Contabilidad Nacional.
Sin embargo, si bien es cierto que la creación de puestos de trabajo se encuentra en niveles récord, las horas trabajadas estaban a cierre de 2021 un 4% por debajo de los niveles prepandemia, igual que el PIB. En concreto, en el último trimestre del año el total de los ocupados trabajaron 616 millones de horas a la semana, frente a las 640 millones de horas semanales registradas en el mismo periodo de 2019, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE. Esto significa que aunque el número de trabajadores haya recuperado los niveles precovid tras registrar en el cuarto trimestre la mayor creación de empleo desde 2005 (840.700 empleos nuevos), las horas de trabajo aún se sitúan un 96% por debajo.
Una de las razones es que la EPA incluye como ocupados, por ejemplo, a los trabajadores afectados por un Expediente de Regulación de Empleo (ERTE), que aún superaban las 100.000 personas. "Los suspendidos de empleo se clasifican como ocupados cuando existe una garantía de reincorporación al puesto de trabajo" y "una serie de Reales Decretos publicados durante la pandemia establece dicha garantía", ha señalado el INE en sus notas de prensa. "Por su parte, los trabajadores afectados por un ERTE con reducción de jornada son ocupados, reflejándose dicha reducción en las horas de trabajo realizadas", ha puntualizado igualmente en sus informes.
Lo mismo ocurre con el PIB, que tras crecer un 2% en el cuarto trimestre de 2021, aún se situaba cuatro puntos por debajo de los niveles registrados en el mismo periodo de 2019. En los datos del cuarto trimestre se observaba un pinchazo en el consumo de los hogares, con una caída del 1,2% respecto al trimestre anterior, probablemente relacionado con el impacto de ómicron. La elevada inflación, la falta de suministros por los cuellos de botella y la incertidumbre económica son otros problemas a los que se enfrentan las familias. Además, la demanda externa apenas contribuyó con un 0,4%, lastrada todavía por la lenta recuperación del turismo extranjero.
En definitiva, si se miran las horas trabajadas, la 'brecha' con el PIB desaparece. El FMI destacó que "a diferencia de crisis anteriores, el empleo se recuperó mucho más rápido" y este "desacoplamiento" con el PIB "sugiere un alto grado de incertidumbre y volatilidad en los supuestos de crecimiento, lo que exige un enfoque cauteloso al revisar las previsiones". Aún así, rebajó su previsión de crecimiento para el año seis décimas (hasta el 5,8%) tras sus encuentros con las autoridades nacionales y apuntó que no espera que el PIB alcance los niveles previos a la pandemia hasta la segunda mitad de 2022. El Gobierno, por su parte, mantiene la previsión realizada en abril de 2021 de que la economía crecerá un 7% este año.
Distintos miembros del Ejecutivo han insinuado en varias ocasiones que los datos del PIB que aporta el INE no reflejan adecuadamente la situación económica actual. De hecho, Economía, Hacienda y Seguridad Social han empezado a producir nuevos indicadores, como un PIB diario, las ventas diarias de la Agencia Tributaria o los datos de afiliación adelantada. Incluso organizó un evento al que asistió el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, para abanderar la idea de que el PIB es un indicador útil pero insuficiente para dar la medida exacta de los recursos y la capacidad de la economía de un país, instando a revisar y ampliar las métricas.
Sin embargo, los economistas han planteado otras hipótesis que explicarían este desacople entre el número de ocupados y el Producto Interior Bruto: los colapsos en las cadenas de producción, el exceso de optimismo por parte de las empresas en la contratación y reincorporación de los ERTE, la creación de empleo en sectores con poca productividad, la incertidumbre de las familias sobre la pandemia y su impacto en el consumo y el ahorro, o la lenta recuperación del turismo internacional -todavía en la mitad de los niveles precovid- por la inseguridad y las restricciones de los distintos países. En cualquier caso, los expertos esperan una ralentización del mercado laboral este año y un mayor crecimiento del PIB, corrigiéndose el citado desacople.
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