El mercado laboral ha puesto un broche de oro al año 2016. Ha acabado con un descenso del número de desempleados de casi 400.000 personas y con la creación de más de medio millón de empleos. La caída del paro es la mayor de toda la serie histórica y la subida de la afiliación, la mejor de la última década. Las cifras hablan por sí solas y no cabe duda son buenas, pero ¿es oro todo lo que reluce?. Lo cierto es que si se analizan las estadísticas con detalle se puede ver que aún queda una larga batalla para eliminar la lacra que supone el desempleo en España.
En Vozpópuli hemos buceado en los datos y hemos identificado 5 indicios no tan buenos en la evolución del mercado laboral del año pasado que tendrán que centrar el debate en los próximos meses, sobre todo ahora que coge fuerza la posibilidad de que se retoque la reforma laboral. Nos referimos a la temporalidad, el cambio de modelo, la brecha de género, la protección de los parados y la evolución de la campaña de Navidad.
-La temporalidad. Este es sin duda el mayor problema que sufre en estos momentos el mercado de trabajo. El propio Gobierno lo reconoce y asegura públicamente que ha llegado la hora de trabajar para mejorar la calidad del empleo. Y razones no le faltan, puesto que el 40% de los 17,8 millones de afiliados son empleados temporales y a tiempo parcial. Este efecto se puede ver de forma más clara en las cifras de contratación. A lo largo de 2016 se han firmado casi 20 millones de contratos y más del 91% fueron de carácter temporal. Esto significa que solo uno de cada diez contratos firmados en 2016 fue indefinido.
-Sin cambio de modelo económico. Es cierto que el año pasado el paro bajó en todos los sectores de actividad, pero el descenso del sector servicios fue cuatro veces superior al de la industria. Estas cifras ponen de manifiesto que la economía española sigue basando su crecimiento en actividades como el comercio y la hostelería, en las que prima la contratación temporal y a tiempo parcial. También se registró un descenso importante en el sector de la construcción (77.000 personas) por la recuperación del sector tras el pinchazo de la burbuja. En la agricultura, en cambio, la mejora afectó a unas 25.000 personas y entre el grupo de trabajadores sin empleo anterior el desempleo mejoró en 32.500 personas.
-Diferencias de género. Aunque en los últimos 20 años se ha duplicado el número de mujeres afiliadas a la Seguridad Social, lo cierto es que hoy en día sigue habiendo muchos más hombres que mujeres trabajando y cotizando al sistema. Y parece que en 2016 esa brecha se ha acentuado, puesto que la reducción del paro se concentró, una vez más, entre los hombres. El 60% de los parados que encontraron trabajo el año pasado y abandonaron el desempleo, unas 233.000 personas, fueron hombres.
-Muchos parados no están cubiertos. Es cierto que la tasa de cobertura del sistema de protección por desempleo ha aumentado en 2016, pero muy poco. De hecho, sigue en el 55,7%, lo que deja fuera del mismo al 44,3% de los parados. Según las últimas cifras, que corresponden al mes de noviembre, actualmente solo 1.990.843 parados se benefician de prestaciones, una cifra muy inferior a la cifra de paro global. Además, los sindicatos denuncian que la mayoría de estos parados que sí están cubiertos solo perciben prestaciones asistenciales.
-El mes de diciembre no ha sido tan bueno. Aunque las cifras son positivas en general, si analizamos solo lo que ha pasado en diciembre la historia cambia un poco. Por ejemplo, el paro registrado bajó en 87.000 personas, más que en 2015 y 2014, pero menos que en 2013, cuando el descenso superó los 107.570 parados. Y la afiliación fue peor que en 2014 y 2015. Todo apunta a que la campaña de Navidad no está funcionando tan bien como se esperaba. Adecco, por ejemplo, preveía la mejor campaña de Navidad en años, con un millón de empleos más y mucho más gasto que en otros ejercicios.
El Gobierno está dispuesto a retocar la reforma laboral, pero no piensa derogarla
Estos cinco datos evidencian que el mercado laboral sigue teniendo problemas y serios, a pesar de haber superado los años más duros de la crisis. Esto cobra especial importancia ahora que el Gobierno y los interlocutores sociales han abierto tres mesas de negociación para trabajar en algunas materias que pueden llevar incluso a cambios en la reforma laboral. El Gobierno está dispuesto a negociar, pero no quiere oír hablar derogar la norma, como piden el PSOE y otros partidos de izquierdas.
También ha dejado claro es que no negociará con el PSOE al margen de los agentes sociales, y que no les volverá a dejar de lado como hizo con la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), que pactó con el principal partido de la oposición para ganarse su apoyo a los nuevos objetivos de déficit de las comunidades autónomas. Muchas promesas lanzadas al aire que no sabemos si se podrán materializar, puesto que los apoyos en el Congreso son limitados y el Gobierno tendrá que ganarse inevitablemente a parte de la oposición si quiere sacar cambios adelante.
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