La tensión es más que palpable en los cuarteles generales de Sumar, domiciliados en el barrio madrileño de Tetuán. En el número 12 de la calle San Raimundo tiene su despacho secundario Yolanda Díaz, líder de la formación que gobierna en coalición junto al PSOE. El principal lo tiene en el Ministerio de Trabajo (la política gallega renovó la cartera ministerial el pasado 21 de noviembre). Hay una conexión directa y evidente entre Sumar y Trabajo. Y es ese vínculo el que debe preocupar a los empresarios, grandes y pequeños. Y, por supuesto, a los autónomos.
Quienes se juegan a diario su dinero, o el de sus accionistas, con su actividad empresarial aún no están curados de espanto, pese a los sustos y disgustos acumulados en la pasada legislatura. Se va extiendo la sensación de que lo peor puede estar por llegar, en vista de lo sucedido en las últimas dos semanas. Desde el pasado 8 de enero, los ministros de Sumar han planteado varias medidas controvertidas, que afectan directamente a las empresas.
La primera en disparar fue la ministra de Sanidad. Mónica García planteó que los trabajadores puedan coger "autobajas" de tres días, para aliviar a los centros sanitarios más saturados por el ascenso de la gripe y el covid. Esa medida correría a cargo de los empresarios y de los autónomos con empleados en nómina. En la actualidad, son ellos -y no la Seguridad Social- los que abonan los tres primeros días de baja.
La propuesta, que no se consultó con ninguna organización empresarial no llegó a ningún puerto. Pero quedó flotando en el ambiente, particularmente, en el caladero electoral donde pescan PSOE, Sumar o Podemos.
Sólo cuatro días después, Yolanda Díaz celebró, triunfal, el acuerdo entre su ministerio y los sindicatos para subir este año un 5% el salario mínimo (SMI). En el pacto no participó CEOE, que abandonó la mesa de negociación, molesta por el "chantaje" del Gobierno. La ministra de Trabajo rechazó las peticiones de la patronal que lidera Antonio Garamendi, para colgarse la medalla de la subida.
A diferencia de la "autobaja", el incremento del SMI sí tendrá un impacto directo e inmediato sobre las cuentas de las empresas: 1.260 euros anuales por trabajador, como publicó en Vozpópuli Beatriz Triguero. En total, 2.500 millones de euros para el conjunto de los empresarios. "La subida del salario mínimo no afecta por igual a todas las empresas, sino que tiene una incidencia nefasta sobre las pymes, que constituyen el 99,8% del tejido empresarial español", escribía esta semana en este diario el economista Lorenzo Bernaldo de Quirós.
La subida acumulada desde que Pedro Sánchez es presidente, con Yolanda Díaz como ministra de Trabajo, supera el 50%, rebasando el récord de José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, la vicepresidenta segunda demostró su insaciabilidad este mismo miércoles. "Siempre hablamos de los salarios bajos, del SMI, pero no de los altos", afirmó. Y añadió: "Hay que hablar de los salarios que se perciben en los consejos de administración". Por si alguien pensaba que era un desliz, el viernes volvió a la carga y recordó que "los directivos del Ibex cobran 174 veces lo que sus empleados".
Díaz regaló un aperitivo de lo que se viene. La ministra alentará el debate sobre la remuneración de los altos directivos y de los consejeros de grandes empresas. La polémica está servida, ya que el discurso de Sumar apunta a la posibilidad de establecer topes sobre los sueldos más altos.
Paralelamente, el Ministerio endurecerá el registro horario, con el fin de reforzar el control sobre los empresarios, pese a que la experiencia está demostrando la ineficacia de esa herramienta en numerosas profesiones.
La próxima medida de Yolanda Díaz
Y queda un asunto más aguardando en la chistera: la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas. Es uno de los puntos que pactaron PSOE y Sumar en el acuerdo de coalición y debe desarrollarse en los próximos meses.
El acelerón con las propuestas de la ministra de Trabajo obedece a la debilidad política de la líder de Sumar. Y ambos cargos recaen en la misma persona. Yolanda Díaz necesita permanecer bajo los focos, agitar los debates para insuflar oxígeno a Sumar. Por dos razones.
La primera es urgente. Todas las encuestas sobre las elecciones gallegas, salvo una, dan representación parlamentaria a Sumar. La única excepción es realizada por Sondaxe para La Voz de Galicia, que otorga un escaño por A Coruña.
El resto apunta al fracaso estrepitoso de la vicepresidenta, que se la juega en casa el próximo 18 de febrero. No extraña que la candidata de Sumar, Marta Lois, se apresurara a demandar a la Xunta por el asunto de los pellets; ni que la propia Díaz acudiera hace una semana a la playa de A Pobra do Caramiñal para recoger plásticos.
El segundo motivo de zozobra para la formación es la sed de venganza de sus antiguos aliados. Podemos dejó clara en la primera votación en el Congreso cuál será su actitud con Sumar durante la legislatura. El partido que fundó Pablo Iglesias sometió a la vicepresidenta segunda al escarnio, tumbando el real decreto que reformaba el subsidio del desempleo. Esta medida había sido diseñada en la sede de Sumar y proporcionaba a Díaz otro trofeo para vender, junto al SMI, en los mítines de las elecciones gallegas.
En los inicios de la legislatura, jugarán en contra la líder de Sumar las zancadillas seguras de Podemos. También las estrecheces crecientes en los Presupuestos Generales del Estado, sometidos ya a la vigilancia de Bruselas por la vuelta de las reglas fiscales. Con los socios catalanes del Gobierno exigiendo más y más dádivas, Díaz tendrá menos margen para colar medidas de cara a su electorado que supongan demasiado gasto.
Esa realidad presupuestaria abona el terreno para que la política gallega tire de ocurrencias para permanecer en el candelero. Como el tope al sueldo de los altos directivos. Lo que preocupa al empresariado es que la líder de Sumar es ministra de Trabajo. Y tiene capacidad para convertir lo ocurrente en real.
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