El pasado 6 de junio, el consejo de gobierno del Banco Central Europeo decidió bajar los tres tipos de interés oficiales en 25 puntos básicos a la vista de la mejoría experimentada en la evolución de la inflación en los meses precedentes. Así, el tipo de interés de las operaciones principales de financiación cayó al 4,25%, el tipo de facilidad marginal de crédito se redujo al 4,50%, y el de la facilidad de depósito, al 3,75, todo ello con carácter efectivo a partir del 12 de junio.
Las operaciones principales de financiación son operaciones temporales de inyección de liquidez de frecuencia semanal y vencimiento de dos semanas, y su tipo de interés es el que marca el precio oficial del dinero. La facilidad marginal de crédito, según el BCE, permite a las entidades financieras obtener liquidez de los bancos centrales a un día y al tipo de interés determinado en las reuniones de su consejo de gobierno; desde junio, el 4,25%. La facilidad de depósito, por su parte, permite a las entidades financieras realizar depósitos a un día al tipo de interés fijado, en la actualidad, el 3,75%.
El pasado jueves, el BCE, en su última reunión antes de las vacaciones de verano, decidió mantener los tipos de interés inalterados a la vista de que la inflación no da síntomas claros de rendición. Como quiera que en el mes de agosto no hay fijada ninguna reunión del consejo de gobierno, el BCE da una tregua de casi dos meses, hasta el 12 de septiembre, hasta decidir si da un paso adelante y vuelve a bajar el precio del dinero o no. En 2024, aún habrá otras dos ocasiones más para analizar el rumbo de la política monetaria: el 17 de octubre y el 12 de diciembre.
Los más interesados en que los tres tipos de interés oficiales del BCE se hayan quedado como estaban desde el 12 de junio son las entidades financieras del Eurosistema. Desde que la institución monetaria que gobierna Christine Lagarde decidió acabar con la política del dinero gratis y en abundancia, que se mantuvo más de seis años, desde marzo de 2016, con Mario Draghi de presidente, hasta julio de 2022, los bancos europeos han asaltado la facilidad de depósito en busca de una remuneración atractiva para el exceso de liquidez que el mismo BCE le había proporcionado.
Según los últimos datos facilitados por el Banco Central Europeo acerca del estado financiero consolidado del Eurosistema a 12 de julio, el último publicado, la banca europea tenía depositados en la facilidad de depósito 3.177.949 millones de euros, a un tipo de interés del 3,75%, por lo que diariamente percibe 326,5 millones de euros en intereses. El resto de los depósitos mantenidos por la banca en relación con operaciones de política monetaria se encuentra en cuentas corrientes, incluidas las reservas mínimas obligatorias: apenas 153.988 millones.
Para hacerse una idea de la importancia que tiene la facilidad de depósito, basta decir que los tipos de interés marginales de las últimas subastas del Tesoro realizadas en este mismo mes de julio han sido del 3,325% para las Letras a tres meses; del 3,456%, para las Letras a seis meses; del 3,419%, para las que tienen 9 meses de vencimiento, y del 3,392%, para la Letras a doce meses. En el caso de la deuda a corto y medio plazo, los bonos a tres y cinco años rinden unos intereses del 3,073% y 3,135%, respectivamente.
Para las obligaciones a diez años, los llamados bonos de referencia para la deuda de cualquier país, el interés marginal es del 3,420%. El bono alemán a diez años paga un 2,4%; el francés, un 3,09% y el italiano, 3,7%, por debajo, incluso, de la rentabilidad de la facilidad de depósito.
Todo empezó a cambiar cuando el 16 de marzo de 2016 entró en vigor el acuerdo del BCE de bajar el precio del dinero al 0%. Entonces, los bancos guardaban en cuentas corrientes en el BCE, incluidas las reservas mínimas, un total de 539.194 millones de euros, y 246.743 millones en la facilidad de depósitos.
El BCE, para que el dinero fluyera por empresas y hogares, castigaba a las entidades financieras que
guardaban la liquidez sobrante en la facilidad de depósito cobrando hasta un 0,5%.
Con la primera subida aprobada en julio de 2022, once años después de la anterior, el volumen de la facilidad de depósito se más que duplicó, hasta 711.059 millones de euros, pero las cuentas corrientes se multiplicaron por siete, hasta alcanzar 3.855.461 millones. La novedad es que el BCE ya no cobraba por guardar el dinero en Fráncfort: la facilidad de depósito volvió al 0%. Y, sobre todo, que el activo se multiplicó casi por cuatro; de 2,8 billones pasó a 8,7 billones.
El gran cambio se produjo apenas mes y medio después, a mediados del mes de septiembre. El consejo de gobierno del BCE elevó el tipo de interés del 0,5% al 1,25%. Y todo cambió. El BCE subió el precio oficial del dinero hasta el 1,25%, en la mayor subida que se recuerda, y hubo un vuelco en el pasivo del BCE. El dinero que estaba en cuentas corrientes bajó de 3,8 billones a apenas 548.000 millones. El trasvase se dirigió a la facilidad de depósito, que se llenó con 4,266 billones de euros. El precio oficial de dinero estaba entonces en el 1,25% y la facilidad de depósito, se pagaba ya al 0,75%.
No fue el tope. Con la subida de noviembre de 2022, del 1,25% al 2%, la facilidad de depósito rozó los 4,7 billones de euros y las cuentas corrientes cayeron a 215.000 millones. Desde entonces, el dinero depositado se ha dio reduciendo hasta los actuales 3,177 billones, a medida que el activo y el pasivo del BCE han ido adelgazando, desde su máximo cercano a los billones, hasta los actuales 6,5 billones.
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