Economía

Rascacielos derribados en 45 segundos: la 'medida' china que explica su crisis inmobiliaria

La burbuja inmobiliaria en China ya es una realidad. La obsesión por la inversión en el sector, las limitaciones financieras y la pandemia han provocado una crisis en el ladrillo que, si no se controla, podría llegar también a Europa

Estos días están circulando con frecuencia vídeos de grandes edificios en China que son derribados enteros, sin anestesia. Aunque sorprenden, no es la primera vez que llegan estas impactantes imágenes a Europa. Ya en septiembre de 2021 se demolieron, simultáneamente y en apenas 45 segundos, 15 rascacielos que solo contaban con el esqueleto de hormigón desde 2013, tras la suspensión de pagos de la constructora. Estas imágenes, reales aunque no lo parezca, son un reflejo de la crisis financiera e inmobiliaria que vive China y que, si no se controla, puede llegar también a Europa.

José María Cabeza, catedrático y profesor de Arquitectura y Ciudad en Asia Oriental en el grado de Estudios de Asia Oriental de la Universidad de Sevilla, confirma a Vozpópuli que estas demoliciones son reales y más habituales de lo que podamos pensar, aunque puedan parecer imágenes de películas malas. "En China es necesario revertir un cierto número de edificios cuya construcción no se completan, entre otras razones, por falta de liquidez de los promotores", explica. Según un artículo del diario británico The Telegraph, se han demolido alrededor de 3.000 millones de metros cuadrados de viviendas en los últimos años, suficiente para dar hogar a 75 millones de personas.

Estas demoliciones son un reflejo de la realidad del mercado inmobiliario chino, en crisis desde principios de siglo, cuando "aparecieron los primeros síntomas de calentamiento". Una delicada situación que ha empeorado con la reciente pandemia del coronavirus.

La obsesión de China por la vivienda

El recrudecimiento por la pandemia es solo la punta del iceberg de un problema mucho mayor y más complejo. La verdadera razón de que la situación en China se encuentre en el punto en el que se encuentra es el aumento indebido de la especulación inmobiliaria. José Manuel Almodóvar, catedrático y maestro en la Escuela de Arquitectura y profesor en el grado de Estudios de Asia Oriental de la Universidad de Sevilla, explica que cuando China se abrió al mundo, tras el fallecimiento del presidente Mao, una de sus grandes apuestas para crecer económicamente fue la inversión en inmobiliario. Y el crecimiento fue, "como todo en China, a lo grande".

La vivienda entonces se comenzó a ver como algo atractivo en lo que invertir y la burbuja de la especulación empezó a gestarse. Los gobiernos locales fueron los primeros que apostaron por ello. En su afán de crecimiento económico, que se presentaba prometedor por el reciente boom de bienes inmobiliarios, "las autoridades chinas compraron durante años grandes cantidades de terrenos agrícolas que vendían a las empresas constructoras por un precio mucho mayor, con el objetivo de convertirlos en terrenos edificables", explica Almodóvar.

También las clases medias se sumaron a la fiebre de los gobiernos locales y de las empresas inmobiliarias y comenzaron a poner todos sus ahorros en la compra de casas, en la mayoría de casos, por encima de sus posibilidades económicas. Cada vez más gente invertía en vivienda, "haciendo que la burbuja fuera creciendo paulatinamente en dimensiones". Ya en el 2008 se produjo cierta desestabilización, cuando "descubrieron que había más personas propietarias de dos casas que de una", apunta Almodóvar. En muchos casos, de hecho, las propiedades estaban vacías o, incluso, sin terminar.

Por supuesto, las grandes inmobiliarias también se frotaban las manos durante todos estos años. Pero no es oro todo lo que reluce. El problema llegó cuando comenzaron a usar los préstamos bancarios que les concedían (para la construcción y la promoción de los edificios) con otros objetivos. En vez de destinarlos para la construcción, se sumieron en la ilusión de que el crecimiento no tenía final e "invirtieron ese dinero en seguir comprando terrenos", sin ningún tipo de control. Pero el grifo, en un momento dado, se cerró.

La ruina de las inmobiliarias

Como explica Almodóvar, en este punto de la historia se da un importante punto de inflexión. Cuando el sector financiero les corta las alas (disminuyendo sus inyecciones de liquidez) al entender que estaban entrando en una zona de excesivo riesgo, se crea una situación muy compleja. Por un lado, inmobiliarias que se encuentran en una situación bastante desfavorable al no poder conseguir liquidez para completar la construcción de una enorme cantidad de edificios que se encontraban a medias ni tampoco para poder abonar el pasivo de las deudas procedentes de los terrenos en los habían invertido.

Por otro lado, miles de ciudadanos con deudas inasumibles por haber destinado el dinero de su vida en casas que finalmente no van a poder habitar. Incluso los propios gobiernos locales salen perjudicados, porque las inversiones que durante años hicieron no pueden ser rentabilizadas.

¿Y de dónde procede esta fijación con los bienes raíce en China? Ambos catedráticos señalan a este periódico que uno de los motivos que explican esta idea de que lo mejor para la economía de su país sería la apuesta por el inmobiliario es el hecho de que la divisa no se haya aún internacionalizado. "Esto podría provocar un exceso de capital líquido que encuentre refugio en los bienes raíces", destaca Cabeza.

Las limitaciones financieras e internacionales que aún persisten en el país, aunque en vías de solución, pueden producir que las posibilidades de inversión sean más reducidas. En este contexto, y junto a la promoción efectuada por los propios gobiernos locales, la construcción se convirtió en un negocio muy rentable.

La covid, un agravante

Como explica Cabeza, las restricciones sanitarias que se tuvieron que aplicar, aunque efectivas desde el punto de vista de proteger a la ciudadanía y elogiadas por la OMS, han dificultado bastante la movilidad de la población incluso dentro las propias ciudades. Muchas de las personas que comenzaron a pagar una hipoteca se encontraron con que tenían que demorarse en habitar las nuevas casas por los inconvenientes a la movilidad y la necesidad de proteger la salud.

El hecho de que ese cambio de vivienda se haya tenido que ralentizar temporalmente ha provocado tres efectos: familias endeudas con las entidades bancarias más de lo razonable, inmobiliarias en dificultades al no poder consumar las ventas y edificios vacíos por falta de compradores o habitantes.

Se trata por lo tanto de una suerte de "tormenta perfecta" que lleva a China a una situación económica bastante compleja en la que, por unos motivos o por otros, tanto las empresas como los gobiernos locales se enfrentan a la encrucijada de tener que demoler miles de edificios sin habitar (porque no se han vendido por exceso de oferta, o bien porque sus dueños no los pueden habitar o incluso por motivo de no haber completado la construcción por falta de liquidez).

Sobre si puede ocurrir algo similar al shock de Lehman en 2008, cuando el problema en Estados Unidos se elevó a nivel mundial, ambos expertos consultados confían en que esto no debería de suceder. "China es un gran país, que ha aprendido con ventaja sobre las lecciones de su singular cultura de más de cuatro milenios. La experiencia nos indica que se encontrarán soluciones imaginativas, como siempre ha sucedido en la historia", señala José María Cabeza. "La llamada "trampa de Tucidides" (haciendo referencia al conflicto entre Atenas y Sparta de hace 24 siglos), no tiene porqué verificarse en esta ocasión pues el mundo ha aprendido y está interconectado afortunadamente", añade.

Almodóvar se muestra más receloso. Bajo su punto de vista, la única solución para que el problema no se agrave es precisamente el hecho de las limitaciones financieras internacionales que existen en el país, pero "es la pregunta del millón que todos los economistas se hacen: ¿hasta qué punto lo que ocurre en China nos puede afectar?". "En cualquier caso, tengo claro que habrá un problema de precios en China y eso sí sí que podría afectar a Europa en el futuro cercano", añade Almodóvar.

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