No es fácil establecer cuál es el principal problema de la economía española. Depende del año del que estemos hablando. Ha habido épocas, durante la Transición, por ejemplo, en que era muy difícil discernir si era peor la descontrolada inflación de la segunda mitad de los años 70 que los disparatados niveles de desempleo que había que soportar, por encima del 27%.
La elevada tasa de paro y la inflación han acompañado casi siempre a los expertos a la hora de señalar los principales problemas de la economía nacional. De un tiempo a esta parte, con la excepción del repunte de los precios que siguió a la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas, los analistas dirigen sus críticas a la deuda del Estado y, por extensión, del conjunto de las Administraciones Públicas.
Quizás, porque aún permanecen frescas en la memoria colectiva las difíciles circunstancias que se vivieron en el verano de 2012, cuando la economía española estuvo a punto de ser rescatada ante las dificultades que el Tesoro español encontraba a la hora de conseguir financiación en los mercados de capitales que no procediera de la banca doméstica. El entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, ha recordado en varias ocasiones cuánto le costaba convencer a los máximos ejecutivos de la banca española para que cubrieran las subastas del Tesoro ante la desconfianza total de los inversores internacionales.
El bono a diez años, de referencia en los mercados internacionales, llegó a ofrecer entonces una rentabilidad por encima del 7% y la prima de riesgo (el diferencial de nuestro bono con el alemán) superó los 640 puntos básicos. Grecia, Portugal e Irlanda acabaron en manos de las autoridades europeas y el Fondo Monetario Internacional. España estuvo muy cerca, pero el susto se quedó en un rescate bancario de 100.000 millones de euros, que aún se sigue pagando a un tipo de interés meramente testimonial.
La deuda no deja de ser más que un indicador macroeconómico que suma la acumulación de los desajustes presupuestarios de todos y cada uno de los ejercicios. Y España, desde el año 2000, ha acumulado hasta el pasado año déficits de hasta 1.072.761 millones de euros, a una media anual de 46.642 millones.
Deuda acumulada
Con estas premisas, a nadie puede sorprender que la deuda del Estado se haya situado en mayo en 1.371.139 millones de euros, 95.007 millones (+7,44%) más que en el mismo mes del año pasado; y que la deuda conjunta de las Administraciones Públicas haya subido a 1.526.423 millones de euros en el mes de abril, 81.035 millones más que hace un año. Son los últimos datos publicados el viernes por el Banco de España.
De acuerdo con los Presupuestos Generales del Estado para el presente año, el montante de la deuda del Estado prevista a cierre del ejercicio en curso asciende a 1.357.900 millones de euros, 70.000 millones de euros más que la previsión de cierre de 2022. Los PGE se elaboran y presentan antes del 1 de octubre del año anterior a su entrada en vigor, por lo que no había una estimación fidedigna de hasta dónde podía llegar el dato a finales de diciembre.
Cuando estadísticamente faltan por conocerse los datos de otros siete meses, la deuda está ya por encima de la cifra prefijada por el Gobierno para el conjunto del año en 13.239 millones. Teniendo en cuenta que el Tesoro tiene previsto realizar en la segunda mitad del año un total de 12 subastas de Letras a 3, 6, 9 y 12 meses -y otras 12 de bonos y obligaciones-, por un total de 42.530 millones de euros, parece imposible que el Gobierno pueda cumplir con la previsión que figura en los Presupuestos y la deuda crezca todavía más. En 2022, aumentó en 86.262 millones; en 2021, en 78.710 millones, y en 2020, con la declaración del Estado de Alarma, en 110.998 millones.
Parece imposible que el Gobierno pueda cumplir con la previsión que figura en los Presupuestos y la deuda crezca todavía más
Cuando Pedro Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno, en junio de 2018, la deuda del Estado, según el Banco de España estaba situada, con datos a cierre del segundo trimestre, en 1.021.075 millones de euros. Hoy, cinco años después, la deuda se ha incrementado en 350.064 millones de euros, un 34,28% en términos relativos.
Es cierto que desde el año 2020, el Gobierno ha tenido que lidiar con una situación desconocida como la declaración del estado de alarma por la irrupción de la pandemia del coronavirus, situación contra la que no había ningún protocolo previo. La aplicación de medidas sanitarias, económicas y sociales excepcionales obligó a disponer de cantidades ingentes de dinero público por la vía del endeudamiento y de la financiación extraordinaria del Banco Central Europeo.
También es verdad que algunas medidas sociales como la subida de las prestaciones por desempleo o la vinculación de la subida de las pensiones a la variación del Índice de Precios de Consumo, en vigor desde este mismo año, estaban muy por encima de las posibilidades de la economía española. Sea por una razón u otra, el caso es que España ha acumulado en estos cinco últimos ejercicios (de 2018 a 2022) un déficit de 329.261 millones de euros, que se han incorporado a la deuda ya existente.
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