Daniel presume del aspecto de las frutas que vende, colocadas de forma minuciosa entre varios estantes. Mientras cuenta cómo está organizado el supermercado, su mujer atiende en la caja a decenas de clientes que, una mañana de miércoles cualquiera, llenan sus cestas con ahínco, pese a ser final de mes. Hace menos de un año, Daniel se dedicaba a la hostelería, pero el tsunami del coronavirus lo cambió todo.
Antes, no le iba mal. Era gerente en Madrid de Fridays, una de las grandes cadenas del gigante Alsea especializada en comida americana. Cuando estalló la crisis, fue uno de los 22.000 empleados que el grupo incluyó en el ERTE por la pandemia. Empujado por esto, y convencido de que la situación no mejoraría pronto, puso sus ahorros sobre la mesa y pensó en cómo salir de allí. Su opción elegida: un supermercado rural.
Según los datos que manejan desde el sector, el caso de Daniel no es único. De las más de 1.250 inauguraciones de establecimientos de distribución alimentaria registradas en España en 2020, un 19,3% se han producido en municipios con menos de 5.000 habitantes, confirma Retail Data. El año en el que el supermercado se hizo fuerte en la ciudad, también creció en los pequeños municipios, empujados por el confinamiento y el auge del teletrabajo.
Daniel contactó con Dia, que se encuentra en pleno proceso de cambio de su modelo de franquicias, y pronto recibió su local, una vez pasados los exámenes pertinentes. Ubicado en Carranque (Toledo), el municipio en el que opera el supermercado desde hace cuatro meses cuenta con unos 4.700 habitantes, algo que a Daniel no le asusta. “Estoy encantado con la zona, con la gente del pueblo, es gente que viene todos los días, por lo que puedes construir un sitio cercano con los clientes”, cuenta en conversación con Vozpópuli.
En su supermercado, Daniel emplea a siete personas, contándose a sí mismo. “Todos ellos son de zonas cercanas, de pueblos de al lado. Yo soy el único que vengo desde Madrid todos los días, pero ya he decidido que pronto me mudaré a esta zona”, apunta. Aunque todavía no ha cumplido el semestre al frente de la tienda, Daniel ya piensa en la segunda franquicia. “No descarto ponerla pronto en marcha, pero antes contrataré más personal para esta”, dice.
Impulsado por el confinamiento y las caídas de consumo en hostelería, "este año en general todo el comercio de base alimentaria se ha beneficiado de la pandemia. Todo el gasto de hostelería ha vuelto a recaer en este canal", apunta el socio director de Retail Data, Juan Carlos Matarrubia.
En su opinión, han confluido varios fenómenos, desde el "interés por lo rural", hasta la expansión de algunas marcas por estaciones de servicio que también están en zonas rurales. En el aterrizaje rural, indica Matarrubia, resulta determinante la importancia de que las tiendas "pertenezcan a una bandera, a una marca, porque el servicio que pueden ofrecer es mayor".
El supermercado aguanta la crisis
"El de la distribución es un sector que ha aguantado más crisis que otros, es un sector más resiliente, con una demanda que es menos variable, todos tenemos que comer, así que si el sitio es el hogar, para eso están", cuenta el director general de Asedas, Ignacio García Magarzo. La patronal de los supermercados ha detectado que "ahora mismo son un nicho de empleo, no solo en las ciudades, donde se contratan personas para servir online ,sino que nuevos empresarios apuestan por este sector porque es más seguro, más resiliente", confirma, y matiza: "Quizá con menos beneficios que otros, pero con mayor capacidad para aguantar las crisis".
Si hablamos solo del negocio, Miguel solo puede hacer un “balance positivo” de este último año, en el que el supermercado que dirige “ha pasado de ser la tienda de los olvidos a una tienda indispensable”, cuenta desde la tienda de Coaliment ubicada en Torrevelilla (Teruel).
En su caso, antes del estallido de la pandemia, Miguel y su familia dirigían una pequeña tienda de alimentación en este municipio que apenas cuenta con 200 habitantes, pero, en plena batalla por recuperar y afianzar población en la zona, la inversión del Gobierno de Aragón, compartida con fondos europeos, fue indispensable para levantar la persiana de un supermercado que hoy “tiene de todo”.
Así, la tienda echó a andar casi al mismo tiempo que el coronavirus llegaba a nuestro país, por lo que tuvieron que improvisar un servicio de envío a domicilio para atender los pedidos de los mayores en pleno confinamiento. Con su furgoneta, Miguel y su familia llevaban la compra que los vecinos les hacían por teléfono en un momento en el que ni las mascarillas salían a la calle.
Aunque no tiene carnicería propia, en este Coaliment de Torrevelilla recogen la carne en un pueblo cercano, Torrecilla de Alcañiz, y sirven a los vecinos los pedidos que han hecho previamente. “Intentamos dar servicio de todo, tenemos muchos tipos de pescado congelado y además contamos con un horno de pan”, cuenta a este periódico.
Se trata de un sector que, en plena pandemia, ha brillado más que nunca. "Todos estamos mirando al campo, a la opción de vivir fuera de la ciudad o a la de compatibilizar una vida fuera de la ciudad con teletrabajar… todo eso esta dinamizando la vida rural y, por tanto, los supermercados", confirma García Magarzo. Daniel o Miguel no han esperado a comprobar si la tendencia se mantiene: "Es el negocio más acorde para lo que se viene de aquí en adelante".
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