Economía

Cumbre en Economía por el banco malo empresarial ante la división del G6

El ministerio que dirige Luis de Guindos convocó la pasada semana un encuentro en el que estuvieron presentes técnicos del Banco de España, el G6 bancario, además de N+1 y McKinsey. La reunión abordó las diferencias del sector ante la creación de este vehículo.

Las diferencias entre la gran banca, el conocido como G6, por la creación del banco malo empresarial han llegado ya a Economía. La pasada semana se celebró una vieoconferencia entre técnicos del ministerio, Banco de España, las seis entidades (Santander, BBVA, Bankia, Caixabank, Popular y Sabadell), además de N+1 y McKinsey (asesores del proyecto), en la que se abordó el futuro del conocido como 'Proyecto Fénix', según confirman a Vozpópuli fuentes conocedoras del encuentro.

Los técnicos del ministerio que dirige Luis de Guindos quisieron conocer de primera mano en qué situación se encuentra este proyecto, que no cuenta con un apoyo unánime por parte del G6. En la reunión, Economía mostró a las entidades toda el apoyo necesario para que finalmente pueda ponerse en marcha este vehículo que ayude a dar viabilidad a empresas viables pese a su alto nivel de endeudamiento. "Guindos quiere que el proyecto salga adelante. Por eso, los técnicos del ministerio se pusieron a disposición de las entidades para que este banco malo sea una realidad", insisten varias fuentes del sector. En Economía, sin embargo, explican desde hace semanas que Economía no está impulsando esta medida. Hasta la fecha, el ministerio ha favorecido el 'Proyecto Fénix' con la formulación de una nueva ley concursal. Por su parte, el Banco de España permitirá a las entidades poder liberar provisiones con los cambios de regulación. Pese a las diferencias, los bancos continúan trabajando en una fórmula que otorgue viabilidad al proyecto.

Determinadas entidades sostienen que ya no tiene sentido crear un vehículo, que englobe la deuda de las empresas en las que la banca tome el control, tras el esquema de trabajo articulado en las negociaciones con Gam, Condesa, Válvulas Arco y Ros Casares, las cuatro primeras firmas seleccionadas por la banca para participar de este proyecto. Bankia, la entidad impulsora del proyecto, se mantiene como la gran defensora de la creación de este banco malo. El banco nacionalizado argumenta en las reuniones técnicas la necesidad de crear una única estructura que gestione a aquellas empresas que pasen al control de la banca para que no distraiga a las entidades con el seguimiento de los planes de salvamiento. Este equipo de gestores independientes sería nombrado por el G6, una vez descartada la idea de dejar como máximos responsables del proyecto a N+1 y McKinsey, que tendrían únicamente un mero papel de asesores.

Economía mostró a las entidades todo el apoyo necesario para que finalmente pueda salir adelante este proyecto

Los altos ‘fee’ solicitados por ambas firmas, como adelantó este medio en abril pasado, son una de las causas por las que la banca les ha descartado como gestores. Pero además, algunas entidades (principalmente el Santander) querían sentirse libres durante el proceso de gestión para poder vender la empresa reestructurada si llega una oferta adecuada. “No se quiere estar atado a las directrices de un gestor externo a la banca que impida aceptar una oferta por una compañía en base a unos objetivos de rentabilidad futuro previstos en el plan”, explican fuentes conocedoras de las negociaciones.

Frente a Bankia, otro grupo de entidades, cada vez más numeroso, aboga por dar viabilidad a las empresas sin necesidad de crear un banco malo empresarial. Las reuniones de los últimos meses, para poner en marcha el proyecto, no han servido para concretar su estructura pero sí para establecer una estrategia de negociación con las empresas en problemas. Así, en cada empresa a reestructurar, el pool bancario presenta una única oferta, consensuada previamente entre todas las entidades, con un único banco interlocutor y el asesoramiento de N+1 y McKinsey. En estas primeras cuatro empresas, Bankia ha ejercido de interlocutor en las negociaciones con Ros Casares; BBVA, con Válvulas Arco; Santander, con Condesa y, finalmente, Sabadell ha negociado con Gam.

Este trabajo previo hasta llegar a la solución se debe realizar en cada empresa por lo que no tiene mucho sentido crear después un vehículo”, sostienen, al menos, en tres grandes entidades. Con este sistema de trabajo, la banca ha llegado ya a sendos acuerdos para reestructurar las deudas de Gam y Condesa entrando en su capital, las dos entidades más viables de este primer paquete. En ambos casos, aún no está cerrado si el actual equipo gestor de ambas compañías liderará los programas de viabilidad monitorizados por la banca, o será reemplazado.

Complicada estructura societaria

La elección de estas primeras cuatro empresas no es casual. La banca seleccionó a Gam, Condesa, Válvulas Arco y Ros Casares porque en todas ellas está representado el G6 a través de una deuda sindicada. De esta manera, se podía establecer, de forma sencilla, un método de cálculo de la participación de cada entidad en el futuro banco malo. El entramado societario, sin embargo, variará cada vez que una empresa formase parte del proyecto porque habrá que recalcular la participación de cada uno de los bancos en el vehículo en función del volumen de deuda que tuviese en la firma en cuestión.

Precisamente, este accionariado dinámico es uno de los grandes puntos en contra del 'Proyecto Fénix'. “Esta situación dificulta aún más su puesta en marcha porque lo hace muy difícil de gobernar”, confirman desde el sector. “Parece difícil que pudieran entrar empresas en las que no hubiera una presencia mayoritaria del G6. Y ese no es el sentido del cambio de la ley concursal, que busca darle solución a las empresas viables con independencia del número de grandes bancos implicados”, sostienen desde una entidad.

El futuro de este proyecto depende de que la banca sea capaz de limar las actuales diferencias. Nadie se atreve a poner una fecha para su creación, en caso de que finalmente pueda ponerse en marcha. Los más optimistas hablan de principios del próximo año. Un nuevo retraso para un proyecto que, en sus orígenes, tenía previsto estar funcionando desde el pasado verano.

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