La tensión entre Rusia y Ucrania ha disparado las alarmas entre los economistas por el impacto que este conflicto puede tener en la Unión Europea (UE) y en España. Organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y expertos como BBVA Research, Funcas o Mapfre contemplan este conflicto como uno de los principales riesgos de 2022 en términos económicos, más aún cuando nuestro país no ha logrado recuperarse por completo de la crisis sanitaria.
Un conflicto armado en Ucrania, apoyada por Estados Unidos y por la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), amenaza con disparar los precios del gas que Rusia suministra al centro de Europa (cerca del 35% del gas que importa la Unión Europea proviene de este país), agitar también el mercado del petróleo y la electricidad, y alargar así la crisis energética que vive España y que se esperaba que se fuera moderando a lo largo de este año.
Aunque en el caso de España cerca de la mitad del gas que consume proviene de Argelia y el gas ruso es prácticamente inexistente, la tensión que puede generar la crisis de Ucrania en los precios y en los mercados financieros supone un riesgo real para la economía. El precio del gas ya ha comenzado la semana con el precio disparado, por encima de los 90 euros/MWh, sumándose a los crecimientos que ya experimentaban el petróleo y, sobre todo, la electricidad.
En su actualización de las perspectivas económicas globales, el Fondo Monetario Internacional hace alusión a las tensiones geopolíticas como uno de los obstáculos que amenazan con interrumpir la recuperación económica en los próximos meses. "Las tensiones geopolíticas, incluso en Europa del Este y Asia Oriental, ponen en peligro el suministro de energía, el comercio internacional y la cooperación política", destaca. Sobre este asunto también han alertado en los últimos días los servicios de estudios de BBVA y Mapfre, así como la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
La crisis de Ucrania, un nuevo riesgo
España ya se encuentra en una situación delicada, por un lado, porque el crecimiento del PIB está siendo más moderado de lo esperado. El FMI ha rebajado seis décimas su previsión para 2022 y alarga la recuperación a 2023. En términos generales, hay unanimidad entre los organismos independientes al estimar que la economía crecerá este año por debajo del 7% contemplado por el Gobierno en el cuadro macroeconómico avanzado en abril y en el que se sustentan los Presupuestos.
Además, España se enfrenta al problema de la inflación, que crece con más fuerza que en otros Estados Miembros de la UE. De hecho, la brecha entre la subida de precios que registra España y la Eurozona acumula nueve meses de crecimientos y alcanza ya su nivel más alto en 15 años. La tasa interanual de nuestro país se situó en diciembre en el 6,6%, mientras que la zona euro cerró el año con un incremento en el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) del 5%.
Esta brecha entre el IPCA de España y el de la Eurozona, un indicador estadístico diseñado para comparar entre países europeos, fue motivo de preocupación en España en la primera década del euro, cuando la inflación española superó persistentemente la de la eurozona, provocando una considerable pérdida de competitividad. El Consejo General de Economistas (CGE) ha alertado sobre el peligro de volver a restar competitividad a las exportaciones si el diferencial con los principales mercados se ensancha.
El FMI contempla que la inflación persista más tiempo del previsto si continúan las interrupciones de la oferta y se producen alzas salariales, y el conflicto en Ucrania y la evolución de la cotización del gas puede echar más leña al fuego. "El escenario no es nada halagüeño en un contexto internacional tenso y con reservas sorprendentemente bajo mínimos (por debajo del 50%, una cota muy inferior a los registros para la época invernal y que intensifica la vulnerabilidad)", explicaba hace unos días Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, en un artículo.
La vicepresidenta del Gobierno Teresa Ribera aseguró el pasado viernes que España no tendrá problemas de abastecimiento de gas natural pero reconoció que la situación es inquietante y podría impactar en los precios. "Es evidente que nos impacta la evolución que está presentando el precio del gas en un momento en que no solamente hay un incremento muy importante de la demanda por parte de los mercados asiáticos sino, efectivamente, tensiones importantes con el que todavía es el primer país de gas natural para la mayoría de países europeos", dijo.
Esta afirmación arrojaba más dudas sobre el escenario macroeconómico y el Ibex 35 arrancaba la semana con un desplome superior al 3%. Las tensiones geopolíticas alejan la certidumbre más aún, sumándose a otros riesgos para la economía global como las potenciales nuevas variantes de covid-19, la escalada de los precios, los problemas de suministros, la crisis inmobiliaria en China o el lento despegue del consumo privado.
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