Los datos de paro registrado siguen inyectando optimismo a un Gobierno al que cada día le cuesta más sacar adelante sus propuestas legislativas en el Congreso de los Diputados. Incluso el mes de enero, un periodo tradicionalmente esquivo con el mercado laboral, ha traído un incremento espectacular de la firma de contratos indefinidos (238.672, la mayor cifra en un mes de enero en diez años) y el aumento del paro más moderado desde el año 1998.
Con las cifras definitivas del cierre de 2021 se puede decir que el paro disminuyó en 902.884 personas, tras diez meses consecutivos de descensos; que el paro juvenil se redujo en 143.809 trabajadores y se situó en 222.594, el nivel más bajo en un mes de diciembre de toda la historia; o que el paro femenino bajó en 480.747 mujeres.
La mirada de los gobernantes y los agentes sociales está puesta en el colectivo más joven, en el de las mujeres y en el de las persona mayores, quizás porque, a priori, parecen los más vulnerables. Pero la realidad del mercado es algo diferente cuando se retuercen las estadísticas que proporciona mensualmente el Ministerio de Trabajo: los trabajadores con edades comprendidas entre los 40 y 44 años son los que más veces pasan por la situación de reanudar las prestaciones por desempleo.
Durante el pasado año, 11.784.218 millones de trabajadores tuvieron que volver a activar su relación son el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). De esta cifra, el mayor número en el mes de diciembre correspondió a personas con edades comprendidas entre los 40 y 44 años: 1.921.030, el 16,3% del total. Esta franja de edad representó en el mismo mes, sin embargo, el 10,75% de los perceptores de algún tipo de prestación por desempleo. Además, llevaron a cabo el alta inicial otros 510.304 trabajadores, el 13,85% del total, el segundo grupo más afectado, por detrás de las personas de entre 45 y 49 años (15,28%).
Paro por tramos de edad
A cierre de 2021, el número de desempleados inscritos en las oficinas del SEPE era de 3.105.905, de los que 1,842 millones recibían algún tipo de prestación pública, bien fuera de carácter contributivo (de acuerdo al tiempo que haya cotizado), de subsidio, renta y subsidio agrario o renta activa de inserción. El 44% recibe una percepción contributiva y el 39,7%, el subsidio, una ayuda económica de tipo asistencial, que va dirigida a parados sin recursos económicos que ya han agota la prestación contributiva y a colectivos de difícil integración profesional que cumplan una serie de requisitos económicos y familiares.
Inmediatamente detrás de las trabajadores de entre 40 y 44 años se sitúan los que tienen entre 45 y 49 años. Son los responsables de 1,859 millones de reanudaciones de la percepción por desempleo, un 15,77% del total registrado el pasado año. Es decir, uno de cada tres trabajadores de entre 40 y 49 años ha pasado por la situación de desempleo al menos en una segunda ocasión. Los terceros más afectados han sido los de entre 50 y 54 años (13,6%) y los cuartos, los de entre 35 y 39 años (13,3%).
Esta situación no tiene paralelismo alguno con las edades de quienes perciben prestaciones por desempleo. Como media, el pasado año recibieron algún tipo de ayuda 2.036.244 personas, de las que 348.079 (17,1%) tenían 60 o más años; 332.421 (16,3%), entre 55 y 59 años; 286.351 (14,06%), entre 50 y 54 años; 257.354 (12,64%), entre 45 y 49 años, y “solo” 229.035 (11,2%), entre 40 y 44 años.
La situación no es nueva. El colectivo de trabajadores de entre 40 y 44 años ha sido en los últimos años el más afectado por la alta volatilidad del mercado de trabajo español, que se ha hecho más patente en los dos últimos ejercicios, exactamente desde que se declaró el estado de alarma por la crisis sanitaria, en marzo de 2020. Ese año volvieron a pasar por la situación de paro (reanudar las prestaciones, en jerga del SEPE) 12,262 millones de personas y se dieron de alta inicial 9,443 millones, debido al cierre inmediato de todas las actividades no catalogadas como esenciales.
El colectivo de trabajadores de entre 40 y 44 años ha sido en los últimos años el más afectado por la alta volatilidad del mercado de trabajo español, que se ha hecho más patente en los dos últimos ejercicios
También en 2020, “el colectivo maldito” estuvo a la cabeza. De las altas iniciales (el 14,96% del total) y de las reanudaciones, con el (16,91%). En ambas situaciones lideraron la clasificación. En el caso de la reanudación de los derechos, la historia se ha repetido a lo largo de los últimos cinco años, aunque las cifras absolutas (que no las relativas) son muy inferiores a las de los dos últimos ejercicios. En 2017 representaron el 16,85%, por delante de los comprendidos entre 35 y 39 años); en 2018, el 16,33%, y en 2019, el 16,4%.
Como indican algunos estudios, la razón de que una media de 4,2 millones de trabajadores anualmente, en épocas sin episodios excepcionales tanto en materia económica como social o sanitaria, se vean obligados a reanudar sus prestaciones con el SEPE, o que otros cerca de tres millones se den de alta inicial, está muy vinculada con el auge de la contratación temporal, que multiplica las rotaciones en los puestos de trabajo y genera un mayor número de perceptores efectivos o en potencia de prestaciones de desempleo.
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