“Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando”, dijo Juan Carlos I ayer en su discurso de abdicación.
Una cuestión crítica, en una España cada día más separada entre la ‘generación Rey’ y la ‘generación Príncipe’, con la primera en los puestos de control y, por tanto, claramente por encima de la segunda.
A lo largo de los últimos años se ha comentado en conversaciones de café que el núcleo de los muchos problemas de España estaba en el hecho de que “todo se maneja entre poco más de 200 personas, que se lo guisan y se lo comen entre ellas”. Como todo acervo popular, tiene algo de razón. Muchas personas de las élites económicas y políticas tenían decidio retirarse en el cargo cuando fallecieran.
Ahora, la marcha del Rey abre las puertas a un posible relevo generacional no previsto, al menos en las grandes empresas. Sin embargo, muchos fondos de inversión ya han protestando recientemente en las juntas de accionistas, denunciando las malas prácticas en materia de buen gobierno, fruto de una percepción habitual en este país: el ejecutivo considera propia la empresa y tanto la plantilla como los accionistas le deben poco menos que sumisión y lealtad.
Las primeras miradas sobre el largo periodo en el cargo y la impaciencia sobre la sucesión se dirigen de manera automática a Emilio Botín (79 años), el mayor banquero de España, presidente del Santander desde 1986, cargo que heredó de su padre, el histórico ‘don Emilio’.
Botín es continuamente preguntado sobre su relevo en el banco, algo a lo que responde con gracejo, afirmando que se siente joven y con más ganas que nunca. El propio ex presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, comentaba haber recibido alguna vez algún comentario por parte de su paisano banquero, recomendándole “haz lo mismo que yo, no te retires nunca”.
Algún rumor ha apuntado la posibilidad de que dejaría su cargo al cumplir 80 años, en la convención de directivos de este año, en favor de su hija, Ana Patricia, pero esto no son más que cábalas. También tiene otros dos hijos, Emilio y Javier, dedicados a las finanzas y consejero del Banco Santander el segundo.
Botín ni se ha inmutado de momento con la marcha del Rey y ayer mismo elogiaba su figura, responsabilizándole del periodo más próspero de la historia española.
Rejuvenecimiento parcial
Es cierto que el presidente ha rejuvenecido la entidad con la llegada de Javier Marín (47) al puesto de consejero delegado en sustitución de Alfredo Sáenz (70), y que otros históricos como Francisco Luzón ya no están, pero todavía quedan miembros de su guardia de corps, como los hermanos Rodríguez Inciarte (Matías, 66 años, miembro del primer gabinete de Adolfo Suárez y Juan, de 62) o Rodrigo Echenique (67), consejero del banco, presidente de NH Hoteles y que acaba de ser nombrado presidente de Vocento, además.
Enfrente, en BBVA, tiene a Francisco González, de 69 años. El gallego de Chantada tiene probablemente la historia bancaria más fascinante de España, tanto como pueda serlo la de Mario Conde. Buen estudiante en aldea, emigrante a Argentina, estudió con aplicación informática, llegando a ocupar altos cargos en multinacionales tanto en España como Alemania.
Cuando tenía alrededor de 35 años, obtuvo el número 1 en la oposición para Corredor de Comercio para, a continuación, sacar la de Agente de Cambio y Bolsa. Pese a ser un extraño en un terreno dominado por apellidos ilustres (Morenés, Monjardín…), colocó su sociedad de valores (FG Inversiones Bursátiles) como la más activa, vendiéndola por un dineral a Merrill Lynch; todo con menos de 50 años.
De ahí, fue llamado por Rodrigo Rato en 1996 para presidir Argentaria, que privatizó y fusionó con el BBV. Después de limpiar el banco de nombres vascos históricos, continúa, 18 años después, en una entidad que ha rejuvenecido, pero que no tiene la menor intención de abandonar. Resistió sin demasiados problemas algunos embates del Gobierno socialista para derribarle, con Sacyr y la Oficina Económica de Presidencia como palancas.
Isidro Fainé, (71), es el actual presidente de La Caixa, en la que trabaja desde 1982. En teoría, tiene su relevo garantizado, con Juan María Nin (61), hombre de larga trayectoria bancaria y con una indisimulada aspiración de ser presidente, ya sea de un banco o de una gran empresa.
Precisamente, esa ambición es la que parece estar detrás de su continua presencia en las quinielas para las presidencias de otras compañías: Fainé ya supo desembarazarse en su momento de otra persona que le proyectaba una sombra demasiado alargada como Antonio Brufau (65), mandándolo a Repsol. Habrá que ver si Nin, que ya mordía en los tobillos a José Oliu (65) en Banco Sabadell en el pasado, se mantiene en la carrera por el relevo.
Un crack
Claro que, hablando de seres eternos en la banca, es preciso hablar de Braulio Medel (67), presidente de Unicaja desde 1991, antiguo político en la Junta, viejo zorro donde los haya. Medel es un banquero inasequible al desaliento. Ha burlado con maestría todos los plazos que se le han echado encima para dejar el puesto, y además, ha esquivado cualquier tipo de escándalo relacionado con las cajas de ahorros, ya sean inmobiliario, de preferentes o remuneraciones. Tampoco le ha salpicado nada de la Junta de Andalucía. No le han fusionado con quien no quiere y, evidentemente, no tiene la menor intención de irse: al contrario, liderará la fusión con las históricas cajas castellanas. Un auténtico crack.
¿Qué decir de Florentino Pérez (67)? Un hombre que, más allá de ser el único presidente de la historia de ACS, ha modificado los estatutos del Real Madrid para poder continuar indefinidamente en su puesto. Porque así ha sido: desde su regreso, no se han celebrado elecciones democráticas en el club, ya que prácticamente no hay personas que cumplan los nuevos requisitos impuestos por él: 20 años como socio y un capital personal digno de un multimillonario que sirva como aval exigido.
Los March están de salida en ACS y él mismo lo ha pasado fatal por su situación financiera personal, pero la obtención de la ansiada Décima Copa de Europa parece garantizar que hay Florentino para años.
Tampoco están mal los 82 años de Juan Ignacio Villar-Mir, pese a que sus colaboradores destacan que está perfecto de salud: “no usa gafas ni para leer de cerca y tiene la tensión como un recluta”. Su empresa es propiedad suya y no tiene que dar explicaciones a nadie, aunque parece que no van a ser los hijos quienes hereden la gestión. Para ello, ha contratado a Josep Piqué y está segregando claramente sus actividades, para que la familia corte el cupón, pero no gestione. Ni siquiera su yerno, Javier López Madrid, amigo personal muy cercano del Príncipe Felipe por un lado o de Ana Patricia Botín por otro; hombre de enormes ambiciones.
Continuando en el Ibex, José Lladó (80) es fundador, presidente y máximo accionista de Técnicas Reunidas, empresa en la que trabajan como ejecutivos relevantes sus hijos, pero que sigue comandando con mano de hierro. Su hermano es Juan Lladó (78), presidente y dueño de la gestora Gesconsult, de brillantes resultados, aunque ninguno de los dos tiene el menor deseo de irse. Es más, son conocidos los coléricos accesos de los Lladó cuando se les realiza la menor insinuación en este sentido. Su padre, Juan Lladó Sánchez-Blanco, fue presidente del Banco Urquijo durante el franquismo y, seguramente, la persona que más hizo por la modernización financiera e industrial de España.
Seminal
Salvador Gabarró (79) continúa al frente de Gas Natural, pese a que tiene un relevo natural aparentemente claro con Rafael Vilaseca. Pocos apostaban por el futuro de Gabarró en la compañía después de fracasar la OPA sobre Endesa, lanzada en septiembre de 2005, (albores del zapaterismo) y menos después de su mítica frase sobre la operación: “esto es el semen y en breve tendremos la criatura”. Por entonces, llevaba sólo un año en la presidencia del grupo. Diez años después, continúa.
En mercados, el presidente de la Bolsa, Antonio Zoido, ronda los 70 y es el único presidente conocido de Bolsas y Mercados Españoles (BME), compañía fundada en 2002. Mariano Rabadán (79) preside Inverco desde 1974, es decir, cuando Franco todavía vivía. Por su lado, Luis Isasi (59) preside Morgan Stanley en España desde los años 80, y ha visto ‘desfilar’ a competidores coetáneos como Claudio Aguirre (Merrill Lynch), Juan del Rivero (Goldman Sachs), David Jiménez Blanco (Goldman, Merrill), etcétera.
Escándalo en la Federación
Pero no todo es economía. Si noticiosa ha sido la abdicación del Rey, la que realmente generaría incredulidad en la opinión pública sería la de Ángel María Villar (64), presidente de la Federación Española de Fútbol desde 1988, que llegó para limpiar de ‘viejas carrozas’ la institución.
La generación de los Pablo Porta y los José Luis Roca (es decir, los ‘chupópteros’, ‘abrazafarolas’ y demás lindezas; José María García dixit) desapareció con lo que en su día pareció savia nueva. Ahora, Villar domina con mano de hierro una federación; su mandato se ha llegado a denunciar como ‘villarato’ y va tan sobrado que es capaz de no entregar la copa de la Liga en tiempo y forma porque está de viaje. Algo parecido podría decirse de José Luis Odriozola (73) en la de Atletismo: lleva desde 1989 y en la propia página de la federación destacan que “es el presidente con más tiempo de ejercicio en el cargo”. “¡Escándalo en la Federación!”, solía decir Súper García en la Hora Cero cada vez que tenía alguna exclusiva al respecto, pero más lo es para la calidad democrática de España estas permanencias escandalosas en cargos semi públicos.
En otros órdenes, mientras Carlos Espinosa de los Monteros (70), consejero de Inditex y Acciona, lidera la Marca España. Mientras, Eduardo Serra (67) sigue sonando para puestos tan variopintos como la presidencia de Pescanova o de Indra, todo en cuestión de meses. Por cierto, de Pescanova acaba de irse Juan Manuel Urgoiti (75), otro ‘viejo rockero’.
Serra es un auténtico genio sin duda. Debe serlo ya que se trata de una persona que ha sido secretario de estado con gobiernos de UCD, PSOE y PP, presidente de la Fundación Elcano, de Airtel, Peugeot, UBS España…
En el sector mediático, resulta inevitable hablar de Juan Luis Cebrián (69), fundador de El País que ve pasar generaciones en su empresa ante sus ojos. Muchos son los inversores que le señalan como uno de los grandes problemas de su grupo, sin que se dé por aludido en absoluto.
Tampoco está mal Cándido Méndez (62), con 20 años al frente de UGT. Los recientes escándalos de su sindicato no han sido obstáculo para su retirada.
Retiradas dignas
Y, hablando de retiradas, cabría reconocer la dimisión ¿honrosa? de Alfredo Pérez Rubalcaba del PSOE tras la debacle electoral de las europeas. Nadie duda del talento y la entrega del político socialista, pero el momento es el más doloroso: detrás de su marcha deja un erial. El partido en picado en cuanto a apoyos en las urnas y una carestía total en irrupción de nuevo talento.
Claro que casi nadie es capaz de realizar un acto oportuno y sincero, digno de estudio en los cuadernos de management, como lo fue la dimisión de Benedicto XVI, que se fue en un acto sin precedentes, reconociendo su incapacidad para afrontar los retos actuales, dando paso a nuevos bríos en la figura de un sucesor absolutamente rompedor. "Estoy desfasado, que venga otro a hacerlo mejor", vino a decir.
Algo casi impensable en España, donde el apego al sillón tal vez no sea endémico, pero si tiene muchos ejemplos.
El caso más digno de mención por ser justo lo contrario es el de Inditex: Amancio Ortega (78) dejó su puesto al mejor ejecutivo español, Pablo Isla (50), seleccionado mediante head hunter, mientras su hija trabaja, sin prisa pero sin pausa, desde las entrañas de la empresa. Claro que Ortega es una persona totalmente contraria a los oropeles del poder. Odia figurar, odia los despachos y es, en definitiva, el rara avis de la élite económica española.
Hay mil ejemplos más, en todos los ámbitos de la sociedad y los que ya no están son en un altísimo porcentaje porque han sido forzados a abandonar, no por una simple renuncia.
Como conclusión, habría que volver a la sabiduría popular: ayer corría de wassap en wassap que el relevo generacional no habrá finalizado en España hasta que Jordi Hurtado (57) no abandone ‘Saber y ganar’, que presenta desde hace 14 años.
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