Cuando Pedro Sánchez anunció con gran solemnidad el Plan de Recuperación, en España vivíamos con mascarilla. Fue un miércoles, 7 de octubre de 2020. Con su comparecencia ceremoniosa, el presidente del Gobierno daba el pistoletazo de salida para gastar los fondos europeos. Los españoles ya llevaban tres meses oyendo hablar de los denominados NextGenerationEU. Desde julio, concretamente, cuando la Unión Europea aprobó un 'manguerazo' histórico de 750.000 millones para combatir el brutal impacto económico de la pandemia.
En su intervención de octubre, Sánchez prometió que los fondos europeos permitirían a España "crecer de una nueva manera, sobre unos pilares mucho más robustos". Nuestros socios europeos ponían a nuestra disposición las subvenciones; y el Gobierno, la hoja de ruta, bautizada como Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Según la nota oficial que difundió Moncloa, "este Plan guía la ejecución de cerca de 72.000 millones de euros entre los años 2021 y 2023", concentrados, fundamentalmente, en "la inversión verde" (más del 37% del total) y "la digitalización" (cerca del 33%).
La suerte estaba echada. La maquinaria gubernamental se puso en marcha para publicitar los fondos, a la espera de que los técnicos de Bruselas dieran el visto bueno al Plan de Recuperación. Ese hito llegó ocho meses después. El 16 de junio de 2021, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen viajó a Madrid para comunicar, en persona, el aprobado.
Fue uno de los momentos estelares de la legislatura para el líder socialista. España se convertía en el primer país de la UE con permiso para empezar a gastar los fondos. Sánchez no dejó pasar la oportunidad para sacar pecho. "Queremos un país moderno y líder en las grandes transformaciones", aseguró, ante la mirada atenta de Von der Leyen, y sus vicepresidentas Nadia Calviño y Teresa Ribera.
Todo el boato, toda la parafernalia y todas las campañas publicitarias han servido de poco. Ya es de sobra conocido que el nivel real de gasto de los fondos es pésimo: España ha recibido cerca de 37.000 millones de euros de las arcas comunitarias, pero sólo 8.000 han llegado, de verdad, a la economía real. La realidad, además, sigue proporcionando datos asombrosos, que reafirman a quienes llevan demasiados meses denunciando la estrategia errónea del Gobierno.
El último se esconde en la encuesta sobre clima empresarial que ha elaborado la Cámara de Comercio de España en colaboración con Sigmados. El 43,5% de los 2.150 empresarios sondeados declaran no conocer la existencia de los fondos NextGeneration.
El porcentaje no puede ser más alarmante. Justo tres años después -con sus más de 1.000 días- de que Sánchez presentara el Plan de Recuperación, cuatro de cada diez empresarios ni siquiera saben lo que son los fondos. Y eso que la situación ha mejorado ligeramente. Hace un año, el porcentaje de empresarios que conocían los fondos ascendía 54,1% (frente al 56,5% actual). El dato de 2022 era dramático: sólo el 40,6% había oído hablar de las millonarias subvenciones europeas.
Las 'microempresas', ajenas a los fondos
Lo preocupante del sondeo no sólo es el dato global. Profundizando, se obtiene otra cifra: el porcentaje de encuestados que desconocen los fondos es mayor en las empresas de menor tamaño. Y estas son mayoría en España. En concreto, en los negocios con menos de nueve empleados, el 46,4% de los empresarios no están al tanto de las ayudas. O sea, casi la mitad. Para valorar la importancia de este dato hay que acudir a otra estadística.
Según el último balance del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, en nuestro país hay 1,13 millones de 'microempresas' con entre 1 y 9 asalariados. Representan casi un tercio del total de pymes que hay en España (2,92 millones), con plantillas de entre 1 y 250 personas empleadas. Las pymes constituyen la inmensa la mayoría del tejido empresarial español, ya que 5.516 compañías con más de 250 trabajadores.
Es evidente que las pequeñas empresas son las mayores víctimas.
Hay otro dato en la encuesta de la Cámara y Sigmados que refrenda esta conclusión. Casi la mitad (el 49,9%) de los empresarios que desconocen los fondos operan en los sectores del turismo, la hostelería y la restauración. Es decir, el segmento de nuestra economía con mayor número de 'microempresas'.
Otra encuesta difundida esta semana apunta en la misma línea. Elaborada por el Círculo de Empresarios, apunta pistas como esta: menos de la mitad de las empresas preguntadas (el 43,7%) ha solicitado fondos. El 56,3% aduce "la complejidad de los trámites administrativos requeridos". El sentimiento de los empresarios es cualquier cosa menos optimista. El 75% considera que "el Gobierno no está realizando una gestión adecuada" de las subvenciones.
El desastre de la gestión de los fondos no se puede medir con precisión por el elevado grado de opacidad que rodea a los NextGeneration. El Ministerio de Hacienda dejó de publicar las cifras de ejecución real en septiembre de 2021. Moncloa tampoco ha cumplido con su deber de publicar la lista de los 100 mayores beneficiarios de las ayudas europeas.
"Sobre la ejecución definitiva de los fondos europeos disponemos de información muy limitada, pues la mayor parte de las entidades y administraciones encargados de ella no publican informes de ejecución presupuestaria", lamenta el director de Fedea, Ángel de la Fuente, en un informe publicado hace seis días. Ante semejante panorama, crece el pesar entre los potenciales beneficiarios. Y no sólo entre los 'olvidados'.
"Los empresarios tienen claro que los fondos europeos no le van a solucionar sus problemas", lamenta el presidente de la Cámara de Comercio, José Luis Bonet. Quien fuera, durante 15 años, presidente de Freixenet añade otra frase rotunda: "Toca resistir".
El panorama que se abre para 2024 es inquietante. Se ha cuajado un cóctel con demasiados factores de riesgo: mayores costes laborales, suministros más caros, elevada presión fiscal, escasez de mano de obra, inflación, caída progresiva de la demanda, más una guerra enquistada en Ucrania y otra recién abierta en Israel. Y, para colmo, la creciente inestabilidad política.
Empresarios veteranos como Bonet tienen clara cuál sería la receta más efectiva: un pacto de Estado entre las dos grandes formaciones políticas para sacar adelante las reformas necesarias. El ex-presidente de Freixenet tiene claro que eso "no va a ocurrir". De ahí la apelación a la resistencia.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación