La constructora que preside Florentino Pérez ha prometido que ACS seguirá siendo un accionista estable en Iberdrola (posee casi el 15%), tras la venta de un 3,69% en una colocación acelerada que puso en marcha en la tarde de este lunes. ACS dice oficialmente que este movimiento servirá para reducir deuda y que no se volverá a repetir, al menos en los próximos 90 días.
Pero el mercado no se cree ninguna de las dos ideas. Primero, los analistas no descartan que ACS vuelva a reducir su posición en Iberdrola, con la que mantiene desde hace años una guerra por el control de la eléctrica. Será el principio del fin de una aventura frustrada (no ha conseguido entrar en el consejo de la eléctrica). “Aunque el precio de la colocación podría ser atractivo a largo plazo, en los próximos meses esperamos que las acciones de Iberdrola se sigan viendo afectadas por la preocupación ante posibles ventas en bloque de ACS”, dice JP Morgan. “La duda ahora es ver qué sentido tiene mantener un 15% en la empresa sin poder consolidar por equity. Además, dado que Iberdrola ofrece scrip dividend, su presencia en el capital sufre diluciones. No estaríamos sorprendidos si ACS vendiese completamente su participación más pronto que tarde”, explica Nomura.
Y segundo, los analistas indican que el motivo de la venta de acciones no se debe tanto a la reducción de la deuda como tal, sino que la principal razón se debe a la presión de los acreedores. A los niveles actuales de la cotización de Iberdrola, ACS tendría que seguir aportando garantías. “La operación muestra que los bancos están presionando: el castillo de naipes erigido en varias empresas españolas está comenzando a caer, por fin. Y esto es simplemente el resultado de que los bancos, nacionales y extranjeros, están presionando a estas compañías para reducir deuda, lo quieran o no”, explica un informe de Cheuvreux.
En este sentido, la venta -a pérdidas (se acaba de apuntar 767 millones de minusvalías)- se perfila como la mejor solución. “ACS se ha visto forzado a vender la participación, ya sea para ayudar a cubrir los márgenes de garantía de los préstamos obtenidos para comprar la participación en Iberdrola (antes de esta venta se estimaba que cada caída de 0,1 euros por acción de Iberdrola habría obligado a ACS a añadir 100 millones de euros en garantías) o para ayudar a pagar los vencimientos de otras deudas del grupo, como la de Urbaser”, añade JP Morgan.
Victoria de Galán
El mercado cree que la presión de los bancos a ACS está resolviendo gran parte del problema accionarial de Iberdrola y se considera una victoria del presidente de Iberdrola, Ignacio S. Galán, en la guerra con la constructora. “Las hostilidades entre las dos empresas no han terminado, pero podría haber una tregua por falta de más munición”, dice Natixis.
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