John Mauldin es un analista financiero que escribe en medios como el diario New York Times y tiene una newsletter con más de 1 millón de usuarios, además de una página web de referencia. Es uno de los expertos más consultados por inversores y, en definitiva, por la comunidad financiera. En 2009, sus comentarios sobre que en España todavía no había aterrizado la crisis y que lo peor de la burbuja inmobiliaria estaba por llegar tuvieron gran impacto. Ahora, se desmarca ligeramente de la demoledora corriente imperante contra España. No se muestra eufórico, pero considera que sólo una variable como el tiempo puede salvar a nuestro país. Un organismo puede concederlo, pero otro se opone.
El gurú no se muestra muy original al titular su análisis de ayer con The Pain in Spain, recordando el controvertido informe de Carmel Asset Management del mismo título, que destrozaba literalmente la economía española, sin el menor asomo de esperanza.
Mauldin, por el contrario, índice que “no creo que la situación de España sea desesperada”. En su opinión, la economía doméstica tiene ligeras opciones de salir adelante, pero necesita que los mercados de deuda ofrezcan un pequeño respiro. “Sólo el Banco Central Europeo (BCE) puede ofrecer a España el tiempo que necesita”, a través de un programa de compras de deuda que permita al Gobierno afrontar las reformas necesarias sin la agonía permanente de los mercados y el riesgo de rescate financiero sobre la mesa.
Mario Draghi, presidente de la entidad, ya ha aportado las dosis de calma necesarias en los últimos tiempos, mediante unas inyecciones de liquidez sin precedentes que evitaron el colapso financiero a finales del pasado año. Pero ahora, su inhibición se está notando dolorosamente.
Oposición germana
Enfrente tiene la oposición del Bundesbank, lo que equivale a decir de Angela Merkel. El banco central alemán “pondrá muchas objeciones a la generosidad del BCE”, aunque el futuro es complicado “y traicionero”. Esta situación hace que “veremos en breve nuevas crisis de último minuto y cumbres en las que se intentarán abordar nuevos planes”.
El Bundesbank no controla el BCE, pero “cualquier plan paneuropeo necesitará de más concesiones alemanas en materia fiscal y de deuda y estas deberán llegar en la actual legislatura”. Y el Bundestag no tiene por qué someterse el BCE. “Podrá Merkel imponer su voluntad?”, es decir, imponer rigor, austeridad y recordar al banco central que no está para comprar bonos de los países.
Así las cosas, Mauldin cree que será bueno para España que el BCE mantenga la deuda doméstica en cotas de tranquilidad durante un tiempo para que calen las reformas y el Ejecutivo pueda hacer su labor con la máxima calma posible, siempre que el rigor y la ortodoxia germana elevada hasta sus últimas consecuencias no digan lo contrario.
Mientras tanto, en el Gobierno y las instituciones nacionales continúa el malestar con el BCE por haber cerrado el grifo de la liquidez. Desde Moncloa no entienden por qué vuelve a estar sobre la mesa un problema (crisis de deuda) que se puede arreglar con una posición firme del banco central.
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