El grupo ACS fue uno de los protagonistas de la primera sesión del Spain Investors Day. La compañía que preside Florentino Pérez no perdió la oportunidad para presumir delante de los inversores de capacidad para reducir endeudamiento. De hecho, la documentación remitida a la CNMV en la que la compañía basó su presentación incluye el objetivo de presentar una cifra de deuda inferior a los 6.000 millones de euros en los resultados anuales de 2012.
Un gran recorte si se tiene en cuenta que la operación de entrada en Iberdrola, de la que llegó a controlar un 20%, llevó su endeudamiento por encima de los 13.000 millones de euros y todo ello sin contar todavía con la consolidación de las cuentas de su participada Hochtief.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. En realidad, este recorte tiene mucho de artificio contable. Precisamente, la gran novedad que presentó ACS a los inversores fue el hecho de que poco antes de que finalizara 2012 ha sido capaz de sacar del balance algo más de 3.000 millones de euros relacionados con la financiación de la participación en Iberdrola.
La clave fue la inclusión de variaciones en los contratos suscritos con entidades financieras, de tal modo que el equity swap con Natixis sería liquidable en dinero o en acciones, a elección de la compañía, mientras que el contrato de venta a futuro acordado con Société Générale será sólo liquidable en acciones.
La deuda de las renovables
A esto hay que sumarle que ACS sacó en su día del balance la deuda asociada a los activos de energías renovables, que puso a la venta cuando aún porfiaba por entrar en el consejo de administración de Iberdrola. De esta forma, además de obtener liquidez, acababa con su condición de competidor de la eléctrica, argumento esgrimido por la compañía que preside Ignacio Galán para negar a ACS la entrada en su máximo órgano ejecutivo.
Pero las dificultades del mercado han ralentizado sobre manera los planes del grupo constructor y de servicios, hasta el punto de que todavía le resta un buen número de activos por colocar en el mercado. La deuda asociada a su negocio de renovables se sitúa por encima de 3.000 millones de euros, que tampoco figuran en el balance de ACS, por ser participaciones disponibles para la venta, pero que en realidad no han desaparecido.
Además, ACS ha solventado así la papeleta a Deloitte, encargado desde tiempos inmemoriales de auditar las cuentas de la constructora. Las maniobras de ACS han disipado las dudas del mercado sobre cómo quedaría recogida en la auditoría las refinanciaciones acometidas por el grupo en 2012. Deloitte tiene ahora el camino libre, todo quedará reflejado en 2015, cuando venzan los contratos firmados a lo largo del pasado ejercicio.
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