Las empresas cotizadas retribuirán a sus accionistas con la menor cifra registrada desde mediados de la pasada década. Los efectos de la crisis se han dejado sentir en los dividendos de las compañías que están bajo los focos de la renta variable. Los números rojos en las cuentas, las limitaciones impuestas por la banca acreedora y los riesgos ocasionados por las turbulencias financieras son las claves de esta tendencia.
En 2009, los accionistas de las cotizadas recibieron en total 33.115 millones de euros en concepto de dividendos. Fue un máximo históricos que llegaba ya en plena crisis y que ponía la guinda a una tendencia alcista que se prolongaba desde 2003, cuando la cifra tan sólo era de 9.411 millones de euros, de acuerdo con los datos recogidos en el Informe Anual de Mercado de BME.
Sin embargo, la tendencia se rompió y aunque el pasado año volvió a subir la cifra global de retribución al accionista, un fuerte varapalo ha llegado en los últimos meses con la decisión de Telefónica de no pagar el dividendo anunciado de 1,75 euros por acción, que posteriormente rebajó a 1,50.
Finalmente, a finales del pasado mes de julio la compañía que preside César Alierta anunció que dejaba en suspenso el pago al accionista, lo que supuso un mazazo definitivo a los números globales. Porque la empresa de telecomunicaciones era la responsable del 25% de la cifra total de dividendos que cobraron los accionistas el pasado ejercicio.
Los límites de la banca acreedora
Pero Telefónica no ha sido la única que ha tenido que decir adiós temporalmente a los pagos a sus accionistas. El pasado viernes, ACS anunció que tampoco entregará el tradicional dividendo a cuenta de los resultados debido a las pérdidas que registrará a causa de las fuertes minusvalías registradas por la venta de un paquete de Iberdrola y el deterioro de la participación que le resta en la eléctrica.
En general, el paso de los beneficios a las pérdidas ha llevado a un buen número de empresas a tener que dejar a un lado la retribución al accionista. En otros casos, especialmente en el sector inmobiliario, la recompensa a los socios se ha quedado en el camino de los sucesivos procesos de refinanciación de la deuda. La banca acreedora puso como una de las condiciones que no se entregara ningún tipo de dividendo mientras estuvieran en vigor los préstamos.
Tras el leve repunte de 2011, los dividendos retrocederán a la época de mediados de la pasada década, cuando aún no se atisbaba la actual crisis. Y las previsiones no son excesivamente optimistas. Por el momento, aquellas compañías que se han comprometido a volver a la política de dividendos lo harán de forma mucho más moderada.