No es oro todo lo que reluce en la concesión por parte de la empresa pública Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) de la explotación por 50 años del espacio que ocupa la cabecera y alrededores de la emblemática Estación del Norte de Madrid (desde hace tiempo denominada Príncipe Pío). De la pintoresca UTE que logró la adjudicación forma parte, además de la familia López-Ibor y del actor Santiago Segura, el productor Luis Álvarez, cuyas últimas actuaciones en el mundo teatral no han sido precisamente para enmarcar. Una de las empresas de Álvarez, a través de la que gestionaba la explotación del Teatro Calderón, fue desahuciada recientemente del mismo tras un año de impago del alquiler (por una cuantía aproximada de 600.000 euros).
Sobre ella pesan además varias demandas civiles por el deficiente estado en que dejó el inmueble y la desaparición de numerosos activos pertenecientes al teatro.
Precisamente, esta situación es la principal responsable de que el Teatro Calderón lleve cerrado desde el pasado mes de junio. Los impagos provienen de antes. De hecho, a lo largo de 2014 Wonderland Entertainment, la sociedad a través de la que Luis Álvarez gestionaba el establecimiento, tan sólo hizo efectiva la mensualidad correspondiente a febrero.
El escenario derivó en una orden de desahucio dictada por el juzgado de instrucción número 55 de Madrid en un auto fechado el pasado 2 de diciembre. En el acta de dicho desahucio, la secretaria judicial hizo constar los desperfectos que se encontraron en el inmueble cuya larga relación se contenía en nada menos que seis folios, según fuentes conocedoras de la situación.
Además del deterioro de la instalación eléctrica y de la pintura, el acta también reflejaba la desaparición de las butacas del teatro, el telón, lámparas y otros elementos decorativos, algunos de ellos de gran valor toda vez que el establecimiento data de 1917 y algunas piezas se mantenían allí desde entonces.
Empresa en concurso
No obstante, poco antes de producirse el desahucio, Wonderland Entertainment se declaró en concurso voluntario de acreedores, con lo que quedaba exento de asumir a corto plazo la cantidad que adeudaba a los propietarios del teatro.
Al hilo de todos estos acontecimientos, llama la atención que Álvarez haya logrado la concesión del espacio de la antigua Estación del Norte, cuando el proyecto presentado por la UTE de la que forma parte consiste precisamente en instalar un teatro y una academia de artistas en el emplazamiento. El precedente no es precisamente el más adecuado.
La relación entre Luis Álvarez y Promotora de Inversiones Rialto (propietaria de los teatros Calderón, Rialto y Arlequín de Madrid) se inició en 2004, cuando ambas partes firmaron un contrato para la explotación del Calderón por diez años. Ya en los últimos tiempos, los propietarios tuvieron que hacerse cargo de las reformas del establecimiento (aunque el contrato estipulaba que corresponderían a la empresa de Álvarez) toda vez que el productor teatral aducía problemas de liquidez.
El papel de la SGAE
Cuando restaban dos años para el vencimiento del contrato, Álvarez solicitó una prórroga por tres ejercicios más debido a que deseaba incluir una programación con espectáculos más duraderos en el tiempo. Fue entonces cuando aprovechó para vender el 51% de Wonderland Entertainment a Arteria, sociedad controlada al 100% por la Sociedad General de Autores (SGAE), para tratar supuestamente de solventar sus problemas de liquidez. Según diversas fuentes, en esta operación fue clave la excelente relación que Álvarez tenía con Eduardo “Teddy” Bautista, por entonces máximo responsable de la SGAE. La transacción hizo que Álvarez se embolsara 1,7 millones de euros, aproximadamente.
Sin embargo, la operación no cambió un panorama que, al contrario, cada vez iba a peor. Los propietarios del Calderón se reunieron con la SGAE toda vez que el progresivo deterioro del teatro había conducido a su cierre en junio. La sociedad de autores encargó un informe a su equipo de arquitectos que concluyó que el estado del inmueble era inapropiado para su reapertura.
De acuerdo con testigos presenciales de aquellas reuniones, los responsables de la SGAE aseguraron textualmente que “no querían otro Madrid Arena” (en referencia a la tragedia acontecida en este reciento en octubre de 2012, en la que murieron cinco personas).
Estos precedentes no fueron un escollo para que Luis Álvarez se hiciera con un contrato para producir espectáculos en la plaza de toros de Las Ventas y tampoco lo ha sido para lograr la concesión de Adif que, precisamente, se basa en el negocio teatral.
Adif busca ingresos extra
Hace apenas dos semanas, Adif anunció la resolución del concurso que convocó para ceder la explotación de algo más de 6.000 metros cuadrados en el emplazamiento de la cabecera de la mítica Estación del Norte. Se trata sin duda del más atrayente de los múltiples activos inmobiliarios que el gestor de la infraestructura ferroviaria ha puesto en venta o en régimen de concesión para obtener ingresos extraordinarios con que financiar el desarrollo de la red.
La concesión contempla el pago de 23,3 millones durante los 50 años de su duración por parte de la UTE adjudicataria que, además, deberá hacerse cargo de la inmediata rehabilitación de la cabecera de la estación, valorada en un mínimo de 7 millones de euros.
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