España es el país del eterno retorno. Aquí el tiempo es circular y la realidad se mueve como las agujas del reloj. Es decir, recorre una y otra vez los 360 grados entre la medianoche y el mediodía sin descanso y sin sorpresas. Por eso todo es predecible y, por eso, se puede decir que aquello que fuimos lo volveremos a ser.
Esto hace que a nadie con dos dedos de frente le sorprenda que quienes tuvieron mando en plaza mientras José Luis Rodríguez Zapatero pasaba sus noches en Moncloa hayan vuelto a adquirir protagonismo en los últimos tiempos. El proceso es lento, pero continuo, y vuelve a demostrar que las familias pueden pelearse o distanciarse, pero, con el paso del tiempo, tienden a agruparse.
Se conocía este miércoles un nuevo paso hacia adelante de Javier de Paz, es decir, de quien fuera presidente de las Juventudes Socialistas de España (1984) y a quien se tiene por un buen amigo de Zapatero. De hecho, Telefónica le reclutó para su Consejo de Administración en 2007 y ahí se ha mantenido, con más o menos protagonismo, hasta la actualidad. Se incorporó con César Alierta y se mantuvo con José María Álvarez Pallete.
Resulta que la operadora de telecomunicaciones -que nunca ha sido capaz de escapar del campo magnético de la política- acaba de realizar una reestructuración de su órgano de gobierno que ha implicado la salida de dos de los cuatro consejeros de BBVA y Caixabank. Son Ignacio Moreno por la entidad vasca y Jordi Gual por la catalana.
Dado que Moreno era presidente de la Comisión de Regulación y Asuntos Institucionales, se ha elegido a Javier de Paz para sustituirle. La decisión se ha tomado por unanimidad.
Telefónica es una empresa que opera en un mercado regulado en España y cuyas tarifas pasan por el filtro de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), así que la presidencia de ese órgano del Consejo de Administración de Telefónica no parece poca cosa. Ni lo es. Porque el Ejecutivo socialista deberá decidir sobre el destino de los fondos europeos para la digitalización de la economía, pero también Telefónica, en lo particular, deberá presentar ante la CNMC argumentos para que le permita comprar el fútbol por cinco años, pues, en principio, sólo le permite firmar contratos de exclusividad por tres. De esa decisión dependerá, en buena parte, el rumbo del negocio de Movistar Plus.
Prisa S.A.
La sombra de Javier de Paz ha vuelto a alargarse, pero no menos que la de Miguel Barroso, quien fuera secretario de Estado de Comunicación con Zapatero y quien ejerce de consejero de Prisa desde hace casi un año. Lo hace, además, en representación de Amber Capital, un fondo de inversión que desde 2017 es el principal accionista de la compañía y que la preside desde principios de 2021, cuando se designó a Joseph Oughourlian para ejercer esta función.
Mientras Oughourlian negocia la refinanciación de la deuda del grupo y abandera las relaciones con la francesa Vivendi (9,9%) -que crecerá en Prisa-, han hecho aparición en puestos de relevancia de Prisa dos nombres significativos. Por un lado, Fran Llorente, a quien Barroso puso al frente de los telediarios de TVE a los pocos días de entrar en el Gobierno de Zapatero. Por otro, Pepa Bueno, quien dirige El País desde la pasada primavera y quien fue una de las cabezas visibles de los noticiarios de la televisión pública en aquella época. Y quien guarda buena relación con el mencionado consejero, claro.
Conviene escribir todos estos nombres juntos porque su confluencia en estas posiciones no es casual. Tampoco la de José Miguel Contreras, quien entabló buena relación con Oughourlian en los cenáculos madrileños y quien goza de buena influencia en Moncloa -como atestigua lo publicado por El Confidencial hace unos días- y en Prisa, donde está conectado con su presidente y con el propio Barroso. También produce un programa para TVE, que se llama Mejor contigo y que sustituyó al de Jesús Cintora en las mañanas de La 1. Su audiencia es todavía peor.
Contreras fue consejero delegado de La Sexta después de que el Ejecutivo de Zapatero le concediera una licencia de emisión. Un lustro después de su fundación, Antena 3 la compró con una deuda estimada en 100 millones de euros y después de que sus socios hubieran invertido 700 millones en el proyecto. La mitad de ellos, Televisa, según detalló este artículo de El País.
Entre los socios de Globomedia (Contreras, Écija y compañía) en ese proyecto estaba Jaume Roures, quien fundó Público con Zapatero en la Moncloa. ¿Y qué pinta Roures en esta historia? Es una gran pregunta. Digamos que su negocio ha flojeado por cuestiones financieras durante los últimos tiempos, hasta el punto que su socio chino, Orient Hontai, ha tenido que recapitalizar el grupo con 600 millones de euros.
En este preciso momento histórico, el Gobierno y ERC han pactado una serie de medidas para proteger al catalán en las plataformas como Netflix, HBO y Amazon Prime Video. Entre otras cosas, se prevé la concesión de ayudas para que estas empresas tengan presentes las producciones en este idioma.
Resulta que el Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC) publicó hace unos meses un informe en el que cifraba en 3.869 millones de euros la facturación de las productoras catalanas. El documento apuntaba a que en Cataluña hay 20 empresas audiovisuales que facturan más de 10 millones de euros y un gran conglomerado que supera, por mucho, esa cantidad. Por muchísimo. Es Mediapro, que en 2021 calcula que ingresará 1.237 millones de euros.
Sobre la relación de Roures con los independentistas, poco más hay que decir. Basta con consultar sus declaraciones pasadas.
Está claro que separar la política del sector mediático y lo empresarial a las puertas de 2022, cuando se avecinan dificultades económicas que pueden complicar la legislatura sería un error. Moncloa ha colocado a sus peones y, en buena parte, son los mismos a los que reclutó Zapatero durante su mandato, que también culminó con una recesión de atarse los machos. Este país vive y sufre la teoría del eterno retorno. Con más padecimiento que disfrute, claro está.
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