El presidente de Globalia, Juan José Hidalgo, sorprendía hace unos días con el anuncio de la posible salida a Bolsa del grupo turístico o de su principal unidad, la aerolínea Air Europa. Detrás de este movimiento, actualmente en fase de estudio, se encuentra el deseo por parte de algunos accionistas de salir del capital, aunque el hecho de que el parqué haya sido la opción escogida en principio también abre las puertas de los mercados para tratar de financiar la expansión que la compañía está dispuesta a hacer en medio de la crisis de Iberia.
Todo comenzó el pasado mes de abril con la venta del paquete de acciones de Globalia en poder de Javier Hidalgo, director general del grupo (cargo que mantiene tras la operación) y uno de los hijos del presidente.
Un 5% del capital que adquirió el empresario y ex ministro de Asuntos Exteriores Abel Matutes, con la intención dar un primer paso hacia la toma de una posición mayor en la compañía.
Un movimiento bien visto por el propio Juan José Hidalgo, que ve en Matutes un compañero de viaje ideal si la cuestión sucesoria se complica por la vía familiar. Sin embargo, la situación se complica porque no son pocos los que quieren seguir los pasos de Javier Hidalgo.
Algunas entidades financieras presentes en el capital de Globalia figuran entre los más interesados en salir. A la cabeza se encuentra el Banco Popular, que posee cerca de un 10% en el grupo, una participación que le permite incluso tener un representante en el consejo de administración.
Matutes no puede con todo
Hace tiempo que la entidad que preside Ángel Ron busca comprador para esta participación, considerada no estratégica y aún menos tras los ajustes llevados a cabo en el sector financiero como consecuencia de la crisis. Sin embargo, la búsqueda ha sido, por ahora, infructuosa, algo que una salida a Bolsa resolvería de forma sencilla.
La otra participación significativa de la banca en Globalia está en manos de la andaluza Unicaja, que posee algo más de un 7% del capital y que tampoco le haría ascos a abandonar la empresa.
Junto a ellos, el dilema está abierto en la familia Hidalgo. Juan José ha manifestado reiteradamente durante los últimos meses que no venderá su parte, que se traduce en un 57% del grupo, pero con la misma insistencia ha recalcado que no puede hablar por el resto de los accionistas, incluidas sus otras dos hijas y su esposa, además de su hermano. Y en esta parte de la familia, la opinión es más proclive hacia la venta.
Crecer en plena crisis de Iberia
En este escenario, Abel Matutes estaría dispuesto a volver a salir al rescate, como hizo con el caso de Javier Hidalgo, pero no está dispuesto a asumir la compra de un porcentaje que se sitúa entre el 25% y el 30% del grupo.
De este modo, las dos opciones más inmediatas consisten en la búsqueda de inversores que entraran en la compañía o bien una salida a Bolsa que, además, tendría el añadido de situar a la compañía, probablemente con la proa de Air Europa, en los mercados, con la oportunidad que ello supone para captar dinero.
Unos recursos necesarios para seguir incrementando rutas, a costa de las que va dejando Iberia en su particular crisis, y también flota.
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