El triste final de la trayectoria de Banco Popular ha dejado un cuantioso reguero de víctimas en forma de accionistas que han visto cómo el valor de su participación se reducía dramáticamente a cero. Y el resultado ha sido igual para todos, desde los más modestos a poseedores de grandes fortunas mundiales, como las familias Del Valle y Luksic, con participaciones significativas en la entidad financiera. Uno de los miembros más destacados de este selecto grupo de los mayores patrimonios del planeta, Amancio Ortega, bien pudo verse en la misma tesitura. Sin embargo, huyó a tiempo, alertado por la enorme exposición del banco al sector inmobiliario que tan bien conoce.
A comienzos de la década, Amancio Ortega fue uno de los accionistas más destacados de Banco Popular, aunque aterrizó en su capital de una forma un tanto peculiar. En realidad, la apuesta del fundador de Inditex y poseedor de la tercera fortuna del mundo (de acuerdo con la lista actualizada a diario por la agencia Bloomberg) fue el Banco Pastor, al que también llegó más en el papel de paracaidista que de inversor.
A finales de 2005, el dueño de Zara compró el paquete cercano al 5% que Caixa Galicia tenía en la entidad presidida por entonces por José María Arias. Todo un alivio para éste, al que siempre incomodó la presencia en el capital de un competidor como la principal caja de ahorros de la región y mucho más cuando llegó a tener el doble de participación.
La apuesta del fundador de Inditex y poseedor de la tercera fortuna del mundo fue el Banco Pastor
Por entonces, Ortega no figuraba entre las 10 principales fortunas del mundo y el valor del paquete de acciones de Inditex que conserva desde la salida a bolsa de la textil era menos de la cuarta parte del actual (algo más de 67.200 millones de euros, a cierre del viernes). Pero aun así era el inversor ideal porque a su solvencia y su vocación de permanencia a largo plazo unía el hecho de mantener la "galleguidad" del Pastor.
Amancio Ortega invirtió algo más de 120 millones de euros en adquirir esta participación. Para ocupar el puesto en el consejo de administración que le correspondía (y que no siempre ocupaba en sus inversiones bursátiles, entre las que se encontraban por entonces NH Hoteles y Aguas de Barcelona), eligió a José Arnau, su hombre de absoluta confianza. Entre viaje y viaje por el mundo, en busca de nuevos destinos para el imperio Inditex y para fortificar la cartera inmobiliaria de Ortega, Arnau sacaba tiempo para acudir a los consejos, en los que era un más que activo interviniente.
Sin riesgo inmobiliario
Y ante todo, con una obsesión: que Banco Pastor no asumiera más riesgos en el sector inmobiliario, que no mucho tiempo después sería la tumba para muchas entidades financieras. La última, el propio Banco Popular.
Sumidos ya en plena crisis y con un imparable baile de fusiones (frías y calientes), compras e intervenciones bancarias, el Popular lanzó a finales de 2011 una OPA sobre Banco Pastor, cuyo resultado final convertiría a Ortega en accionista de la entidad comandada por entonces por Ángel Ron.
El fundador de Inditex no dudó en sumarse al resto del núcleo duro (formado en torno a la Fundación Barrié de la Maza, máximo accionista de la entidad) a la hora de aceptar la oferta, consistente en un canje de acciones. La ecuación empleada en la oferta daba a Ortega una participación aproximada del 1% en el Popular, al que debía sumar un 0,5% adicional por unos convertibles del Pastor que también estaban incluidos en la operación de compra.
Inquietud por la errática trayectoria bursátil del banco y por la cantidad de ladrillo tóxico que había acumulado a lo largo de los años del ‘boom’
Eso sí, los rigores de la crisis habían hecho mella en el valor de la participación, que en esos momentos estaba valorada en unos 90 millones de euros. La participación del 1,5% no le daría un puesto en el consejo del Popular pero sí era suficiente para no ser considerado un accionista más.
José Arnau no intervendría en las reuniones del máximo órgano de la administración del banco pero sí era bien conocido en el departamento de relaciones con inversores de la entidad, al que mostraba su inquietud por la errática trayectoria bursátil del banco pero, sobre todo, por la cantidad de ladrillo tóxico que había acumulado a lo largo de los años del ‘boom’.
La paciencia de Amancio Ortega no duró mucho. En apenas año y medio, las acciones del Popular cayeron cerca de un 40%. Hacía tiempo que, además, el empresario gallego había dejado de apostar por cotizadas, excepción hecha, claro está, de Inditex. A mediados de 2014, su participación en el sector financiero había pasado a la historia, con un resultado que no le permitía presumir. Pero a la vista está que mucho mejor que el obtenido por los que decidieron quedarse o los que entraron luego en busca de una oportunidad que nunca llegó.
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