Américo Amorim (Mozelos, 1934 - Lisboa, 2017) fue mucho más que 'el rey del corcho'. El empresario portugués, fallecido ayer jueves a los 82 años de edad, que labró su fortuna -4.800 millones de dólares, según Forbes- a través de Corticeira Amorim (fundada por su abuelo), demostró ser una de las personas con mayor olfato de la Península Ibérica: Cuando muchos pensaban que era momento de aguantar en Banco Popular, él decidió salir; en los años del boom inmobiliario español, cuando el sector estaba desbocado, optó por vender. "Tenía una visión global de los negocios, se llevaba bien con unos y con otros, en Portugal le echarán en falta", comentaba ayer un conocido suyo, cercano a Banco Popular. "Era leal a Valls Taberner", recordó.
En el año 2003 Amorim acordó con los hermanos Luis y Javier Valls Taberner, copresidentes entonces de Banco Popular, la venta del 75% de la entidad lusa Banco Nacional de Crédito Inmobiliario. A cambio, Amorim recibió el 4,5% del banco español, una operación valorada en cerca de 400 millones de euros. El empresario portugués se convirtió en el primer accionista individual de Popular, alcanzando cerca del 8% en 2007.
"Yo diría que Amorim acabó perdiendo dinero en Popular. Pero salió del banco sin hacer ruido", recordaba ayer la persona cercana a la vieja guardia de la entidad financiera española contactada por este diario. Amorim vendió su participación en Banco Popular a lo largo de meses, pequeñas ventas continuas que evitaron una desbandada accionarial generalizada. Y lo hizo en medio de rumores que dispararon en varias sesiones la cotización de Popular, ya fuera por una posible fusión con Sabadell o por un supuesto interés de Carlos Slim. En septiembre de 2013, Amorim abandonó su asiento en el consejo de administración de Popular tras desprenderse de todos sus títulos. Aunque su paso por el banco español se saldara con pérdidas, estas fueron mucho menores de lo que podrían haber sido si hubiera decidido aguantar en el capital.
Venta a Chamartín
En 2006, cuando el sector inmobiliario español estaba desatado, en lo más alto de la burbuja, Amorim vendió su joya inmobiliaria. En octubre de ese año, el mismo en el que salió a Bolsa Astroc, cuando Reyal compró Urbis, cuando Luis Portillo se hizo con Colonial, cuando Metrovacesa compró la francesa Gecina, todas operaciones de varios miles de millones de euros, el empresario portugués acordó la venta de Amorim Inmobiliaria a la española Chamartín.
Amorim Inmobiliaria facturó 72 millones en 2005, y Chamartín pagó 500 millones de euros por ella. "Hay que aprovechar las oportunidades cuando vienen", declaró Carlos Cutillas, presidente de Chamartín, compañía que en la actualidad está en proceso de liquidación. No tuvo que pasar mucho tiempo para que quedara claro que quien aprovechó entonces realmente la oportunidad había sido Américo Amorim.
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