El jueves dimitió el presidente de La Seda de Barcelona (LSB), el portugués Carlos Moreira, perteneciente al grupo luso BA Vidro, una vez que el consejo aprobó el plan de viabilidad del fondo Anchorage, al que Moreira acusa de venir a trocear la empresa. Este inversor oportunista, que se hizo con un 40% de la deuda comprándola con un fuerte descuento, es ahora quien controla la entidad de facto. Se ha opuesto a los planes de BA Vidro en los últimos tiempos. Moreira ha arremetido contra ellos en su carta de despedida al consejo, aunque desde Anchorage ya están realizando propuestas de proyecto industrial y de viabilidad del grupo.
Moreira denuncia sin miramientos en dicho documento que “Anchorage no tiene un proyecto industrial” y que “hay muchas probabilidades de que acabe con el grupo rápidamente, en perjuicio de clientes, proveedores y trabajadores de LSB”.
Añade que el fondo “puede tener una agenda oculta contra los actuales accionistas de LSB y también contra otros prestamistas que no estén en condiciones de aportar nuevos fondos a la compañía”.
Por su lado, Anchorage todavía no ha realizado declaraciones públicas, aunque ha comenzado a moverse. Vozpópuli está en condiciones de afirmar que el fondo está defendiendo en el seno del consejo y la cúpula de la empresa la existencia de un proyecto empresarial sostenible a largo plazo.
El mensaje que lanzarán estos inversores que no tienen ningún problema en proclamarse “oportunistas” es el de viabilidad. También ellos han puesto dinero y no vienen a cortar por lo sano y llevarse los despojos. Defenderán, además, que cuentan con el apoyo del consejo, el management y los empleados.
BA Vidro, tiene un 20% del capital de LSB y Anchorage adquirió con un fuerte descuento el 40% de la deuda de la compañía (por alrededor de 40 millones). El fondo pretende capitalizarla para hacerse con el control de la entidad.
Escenario muy difícil todavía
Pero el escenario no es sencillo. Moreira efectúa en su carta de despedida una sucesión de hechos demoledora: en 2010, los portugueses “aportaron los fondos necesarios para salvar el grupo, por un importe de 65 millones de euros”.
En la siguiente ampliación de capital de 2012, prácticamente sólo BA se comprometió a suscribir su parte correspondiente entre los principales accionistas. Ese fracaso llevó a “iniciar negociaciones con los prestamistas sindicados y bilaterales, que incluía un nuevo aumento de capital”. Sin embargo, la propuesta “fue rechazada por el steering comitte de los prestamistas sindicados, el cual, a su vez, presentó una propuesta muy perjudicial para la compañía”. Lo demás ya es conocido.
Los portugueses dejan la gestión del grupo con la sensación de que sólo ellos han apostado por la empresa y, especialmente, sólo ellos han puesto dinero. Anchorage ha comprado la deuda, aunque ahora deberá refinanciar para lograr el visto bueno del 75% de los acreedores.
Próximo presidente
La compañía está en un momento de ausencia de ejecutiva y será el fondo quien procederá a nombrar un presidente de su confianza. A su vez, deberá obtener un acuerdo de refinanciación de deuda u otro arreglo que permita evitar el concurso de acreedores. La situación está lejos de estar controlada.
Sólo el tiempo dirá si los fondos de inversión son capaces de sacar adelante a empresas de economía real. Hay casos como los de Famosa, donde Sun Capital continúa al frente y en principio está logrando sus objetivos de saneamiento de la entidad juguetera y otros como Prisa y Liberty, donde parece cantada la segregación de activos.
Sólo el tiempo dirá quién tiene razón y, sobre todo, si LSB puede sobrevivir.
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