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Armstrong, la petrolera ‘de autor’ que ha llevado a Repsol a hacerse de oro en Alaska

El socio con el que Repsol ha hecho historia al encontrar el mayor hallazgo de hidrocarburos en suelo estadounidense de las últimas tres décadas no es un gigante del sector, ni siquiera una empresa cotizada de mediano tamaño. Es la obra de un pequeño empresario que decidió apostar por Alaska contra la opinión del resto. Y ganó.

Cuando Repsol se planteó comenzar a explorar activamente en Alaska, optó por la elección de un socio local que conociera el terreno a la perfección. El más septentrional de los cincuenta estados unidos de América tiene una tradición petrolífera que prácticamente se pierde en la noche de los tiempos, por lo que cualquier gran grupo del sector hubiera podido acompañar a la compañía española. Pero también es posible que ninguna conozca tan bien ese terreno como Bill Armstrong, presidente y fundador de Armstrong Energy, antes llamada Armstrong Oil & Gas. Y lo que es seguro es que nadie ha tenido tal insistencia y perseverancia por encontrar crudo en el territorio.

El tiempo ha demostrado que la elección de Repsol fue apropiada. Junto a Armstrong, la empresa presidida por Antonio Brufau ha sacudido al sector al encontrar el mayor hallazgo de hidrocarburos en suelo estadounidense de los últimos 30 años. Detrás de Armstrong no hay fondos de inversión, ni grandes corporaciones del sector. Ni siquiera los focos de Wall Street, donde no está presente (casi un descrédito para cualquier empresa con un mínimo de ambición que se precie en EEUU).

Detrás de Armstrong Energy sólo está Bill Armstrong, quien hace más de 15 años se empeñó en que el crudo en Alaska no estaba ni mucho menos agotado. El estado vivió años de gloria en las últimas décadas del pasado siglo, con míticos pozos como el de Prudhoe, explotado por Shell, cuya producción alcanzaba los dos millones de barriles diarios. A su lado, palidece la estimada en el hallazgo de Repsol y Armstrong, con 120.000 barriles al día.

Poco a poco, las compañías fueron olvidándose de los helados suelos de Alaska, en los que, además, apenas se puede trabajar durante cuatro meses al año, en pleno invierno, cuando las condiciones climatológicas son más duras. Armstrong hizo precisamente todo lo contrario. En una entrevista concedida hace dos años a un medio especializado en energía, Bill Armstrong confesaba que consultó la decisión con sus amigos más próximos del sector y todas las opiniones que recabó, en torno a 15, fueron negativas. Fue el impulso que le faltaba para decidirse a dar el paso.

Tres hallazgos en 25 años

Sus estudios indicaban que en la zona de North Slope, donde se sitúan los dos pozos cuyos sondeos han confirmado la importancia del hallazgo de Repsol, aún podía encontrarse una gran cantidad de crudo. La compañía llegó allí a finales de los 90. Desde entonces, ha sido protagonista de las tres campañas de exploración más exitosas sobre este terreno. Las dos primeras, Oooguruk y Nikaitchuq, fueron adquiridas por Pioneer y Eni, respectivamente, en 2008 y 2011.

Precisamente a partir de 2011 comienza su alianza con Repsol. La española compra el 70% del entonces nuevo proyecto de Armstrong en North Slope, tras el éxito de los dos anteriores. Tres años después, Ed Kerr, vicepresidente de Armstrong, asegura que en el plazo de una década el nombre de Repsol pasará a la historia de Alaska junto a los de BP y ConocoPhillips.

La compañía llegó a North Slope a finales de los 90. Desde entonces, ha sido protagonista de las tres campañas de exploración más exitosas

Cuando en 2014 los precios del crudo comenzaron su descenso en picado, las grandes empresas comenzaron a salir de Alaska, entre ellas la propia Shell y la noruega Statoil. En 2015, Repsol vivió uno de sus años más complicados. Su exposición a los mercados financieros y las agencias de calificación le llevó a trazar duros planes de recorte de inversiones y a replantearse estrategias. Entre ellas, la de Alaska.

Así, la española planteó a Armstrong que su situación no le permitía afrontar las inversiones, próximas a los 800 millones de dólares, que exigía el proyecto. De modo que le cedió la condición de operador y quedó como socio minoritario, con un 49%. No dar este paso atrás hubiera supuesto perder la concesión al no poder llevar a cabo las inversiones.

El paso atrás de Repsol

La decisión de Repsol, tomada en octubre de 2015, hizo que la campaña de invierno 2015-2016 (desde noviembre a febrero, las únicas fechas en las que es posible trabajar en este terreno) sufriera notables ajustes. Se trabajó menos de lo previsto y las autoridades locales temieron por los resultados de un proyecto cuyas estimaciones comenzaban a dar cuenta de que se trataba de algo importante.

Una vez reestructurado el capital, la campaña siguiente ha concluido con la agradable sorpresa conocida el pasado jueves: la zona explorada por Armstrong y Repsol cuenta con una extensión de aproximadamente 32 kilómetros y cuenta con una cantidad aproximada de petróleo recuperable próxima 1.200 millones de barriles, los suficientes para abastecer a España entera durante cuatro años.

Hace tiempo que Bill Armstrong es una autoridad de Alaska. Es uno de los artífices de que las autoridades locales hayan incrementado los estímulos fiscales para la exploración en su territorio, que se fueron perdiendo a medida que las petroleras salían del Estado.

"En EEUU hay muchos pequeños empresarios del petróleo. Y muchas veces, son los mejores aliados para las grandes", apunta una fuente del sector en España. "Las alianzas entre los gigantes pecan en muchas ocasiones de falta de agilidad, la que se requiere para este tipo de aventuras". Repsol puede atestiguarlo. A partir de 2021, su producción en EEUU se incrementará un 50% respecto a la obtenida en 2016. Y para ello, encontrar al socio ideal fue capital.

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