Una posible operación corporativa entre los gigantes de las infraestructuras Atlantia y Abertis sorprendía este martes a los inversores, que ya ni se acordaban de que, hace algo más de diez años, estuvo cerca de culminar un proyecto similar. A falta de más detalle por parte de las empresas, que se limitaron a hablar de explorar proyectos comunes y de posibilidades, en el mercado se hablaba de una compra de Abertis por parte de Atlantia, que culminaría con una fusión. Entre las muchas dudas que deja esta situación destaca la de quién tendría el control del grupo resultante.
La reacción de las cotizaciones apunta a que Atlantia, cuyos títulos perdieron cerca de un 4% en la Bolsa de Milán, será la compradora. Además, es la mayor de las dos, con una capitalización bursátil que se sitúa por encima de los 19.000 millones de euros. Por su parte, Abertis, valorada en algo más de 15.100 millones de euros, subió un 6,6% hasta que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) suspendió su cotización, a poco más de un hora para que cerrara la sesión.
Los rumores hablan de una posible OPA amistosa de Atlantia, aunque realmente podría tomar el control de Abertis con la adquisición del paquete de Criteria, sociedad de cartera de Caixabank, que asciende al algo más del 22% del capital. Tras la marcha del accionariado del fondo CVC y de OHL, la entidad financiera catalana se quedó como el único propietario. Una situación parecida a la de Atlantia, bajo el control de la familia Benetton, que ostenta un 30% del capital.
Tampoco se descarta que se lleve a cabo directamente una fusión entre ambas, con intercambio de títulos de por medio. El camino lógico lleva, en cualquier caso, a una integración de ambas sociedades. Y ahí es donde pueden empezar a surgir las dificultades.
La clave: el control de la resultante
Fuentes del sector se muestran sorprendidas por el hecho de que Abertis se resigne a ser un mero actor secundario en un proyecto de similar envergadura. La sociedad resultante sería todo un campeón mundial, con una facturación agregada superior a los 10.000 millones de euros, más de 13.000 kilómetros de autopistas bajo gestión en todo el mundo y una capitalización bursátil superior a los 31.000 millones de euros.
"Hace diez años, la operación se frustró por el excesivo proteccionismo del Gobierno italiano; aunque las circunstancias han cambiado, para el futuro de una posible fusión es positivo presentarla con la parte italiana como compradora", apuntan fuentes conocedoras del empresariado transalpino. "Otra cosa será determinar quién manda después. Si Abertis no lo hace o, al menos, no se plantea una fusión entre iguales, dudo que acepte formar parte de la operación".
La sociedad resultante sería todo un campeón mundial, con una facturación agregada superior a los 10.000 millones de euros y más de 13.000 kilómetros de autopistas bajo gestión en todo el mundo
Más de una década después, las circunstancias son algo diferentes. Italia ya no es tan proteccionista y, además, su situación económica no permite determinados lujos. Aun así, todo apunta a que la diplomacia podría ser un elemento clave en una futura operación.
Letta, la clave en el consejo de Abertis
En el consejo de la compañía española hay alguien que conoce a la perfección el país transalpino: el ex primer ministro Enrico Letta, a quien la concesionaria de infraestructuras fichó con el fin de poder hincarle el diente a un mercado que se le resistía. “Letta mantiene una excelente relación con el actual primer ministro, Paolo Gentiloni. En cambio, muy mala con el anterior, Mario Renzi. Con él, la operación hubiera sido muy difícil. Con Gentiloni, Abertis tiene vía libre”.
El plano político cobra importancia en esta posible operación. Las relaciones entre Madrid y Roma atraviesan un buen momento. Ya lo hacían con Renzi y ahora incluso más con Gentiloni. Una circunstancia que podría allanar posibles obstáculos en una eventual fusión, como la presencia de una participación mayoritaria en Hispasat entre los activos de Abertis.
Todo está por ver. Las propias compañías han admitido que, por el momento, no hay decisiones tomadas, propuestas concretas encima de la mesa, consejos de administración debatiendo… Parece que, al contrario de lo que sucediera hace diez años, la política no va a ser un impedimento. Está por ver si sucederá lo mismo con el control del resultado.
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