Durante las últimas fiestas navideñas, Renfe ha inundado las carreteras de España con carteles publicitarios con su oferta de lanzamiento para el último hito alcanzado por la alta velocidad: Zamora. Reza el refranero que "Zamora no se ganó en una hora", pero sí es posible llegar a ella desde Madrid en un poco más de tiempo, 93 minutos para ser exactos. El tramo entre León y Zamora ha sido el último en ser inaugurado en 2015 y el que completa los algo más de 3.100 kilómetros que presenta la red de alta velocidad española. Una megalítica red para los poco más de 30 millones de pasajeros que la emplean al año pero que, no obstante, está lejos de cerrarse.
El volumen de inversión previsto para hacer frente a estos proyectos supera los 11.000 millones de euros, programado para los próximos tres años
Actualmente, el Ministerio de Fomento tiene en marcha obras para que el AVE engorde su desproporcionado tamaño en 1.850 kilómetros más. No son ideas, proyectos o ensoñaciones de políticos deseosos de congraciarse con el pueblo tras años de penalidades, sacrificios y recortes derivados de la crisis. Son obras iniciadas, con multitud de tramos ya licitados y firmados. Millones de metros que se construirán sí o sí, sin vuelta atrás (al menos no una que resulte cara hasta lo absurdo).
El volumen de inversión previsto para hacer frente a estos proyectos supera los 11.000 millones de euros, un desembolso programado para, al menos, los próximos tres años. Una cifra para añadir a los más de 54.000 millones que los diferentes gobiernos han invertido en el AVE desde la primera piedra de aquel Madrid-Sevilla puesto en servicio en 1992, con motivo de la Exposición Universal que albergó la capital hispalense. Desde entonces han disfrutado del servicio algo más de 240 millones de viajeros, que tendrían que haber pagado una media de 220 euros por billete para que, por lo menos, la red no resultara deficitaria.
El creciente coste del mantenimiento
Obviamente, no ha sido el caso. La rentabilidad de la alta velocidad en España es una quimera en la que no cree nadie, empezando por el propio presidente del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), el gestor de la red y concluyendo con los trabajados estudios de Fedea y el Tribunal de Cuentas.
A una red más grande corresponde un creciente gasto en mantenimiento, que se irá por encima de los 120 millones de euros anuales
Pero el incremento de la factura no quedará únicamente en la inversión. A una red más grande corresponde un creciente gasto en mantenimiento, que se irá por encima de los 120 millones de euros anuales cuando los casi 2.000 kilómetros que están ahora en desarrollo entren en servicio. Un mantenimiento que, hasta la fecha, ha costado más de 1.600 millones de euros.
El AVE que viene no entiende de incertidumbre política, de las dudas sobre si España es gobernable o no tras los últimos resultados electorales o de quién será, finalmente, el próximo inquilino del Palacio de la Moncloa. Se trata de trabajos avanzados, en una buena parte de los casos, y con el suficiente desarrollo, en el resto, para convertir la decisión de paralizarlos o anularlos en una absoluta locura.
Extremadura, la 'Y vasca', Pajares...
En este conjunto de proyectos que pasarán a estar en servicio en los próximos años se incluyen la llamada 'Y vasca', que conectará las tres capitales de provincia de Euskadi, la línea que conectará Madrid con Extremadura hasta la frontera portuguesa, la conclusión de la línea entre la capital y la Región de Murcia, la conexión entre esta comunidad autónoma y Andalucía a través de Almería y la variante de Pajares.
Distinto es el caso de los cerca de 1.000 kilómetros adicionales que forman parte de proyectos en estudio por parte del Gobierno. Su futuro es mucho menos claro porque aquí sí hay vuelta atrás y, en algún momento, las cifras devolverán a los gobernantes a la cruda realidad.
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