El Ayuntamiento de Madrid comenzará el año con una huelga de basuras que se ha ido gestando en los últimos meses, sobre todo desde que el Consistorio decidió separar en dos contratos (centro y periferia) la prestación del servicio de recogida de residuos. Los sindicatos han convocado un paro indefinido que comenzará a las 12 de la noche del próximo 3 de enero y que afectará a la retirada de cartón, vidrio, envases, papel, contenedores voluminosos y puntos limpios. Además, afectará a toda la ciudad, tanto al centro como a la periferia.
La convocatoria de huelga se presentó ante la Consejería de Empleo de la Comunidad de Madrid el pasado martes y expone como motivo principal de la misma “la imposibilidad de acuerdo en la negociación del convenio colectivo”. En este contexto cabe situar no sólo el hecho de que el actual convenio llega a su término precisamente coincidiendo con el fin de año sino también con las consecuencias que ha tenido para el colectivo tanto la separación de los contratos como la polémica adjudicación del servicio de recogida de la periferia a la UTE Urbaser-Cespa.
En el entorno de la negociación de un nuevo convenio colectivo, los trabajadores de recogida de este tipo de residuos plantean una serie de demandas para tratar de equipararse a los de la denominada recogida residencial (retirada de residuos tradicionales), que se han encontrado con ventajas por parte de la nueva contrata de la periferia.
Además de aspectos secundarios como nuevos uniformes, destaca la paga de 300 euros adicionales por el hecho de que se han visto obligados de doblar turnos y trabajar a deshoras, especialmente al inicio de la concesión (el pasado 1 de noviembre) cuando la prestación del servicio dejó mucho que desear.
Las negociaciones en torno al nuevo convenio colectivo se han visto enturbiadas por estas circunstancias, lo que ha derivado en la convocatoria de un paro especialmente inoportuno, toda vez que durante los primeros días del año se incrementa de manera notable el volumen de residuos de este tipo por el fin de las celebraciones de Navidad.
El contrato de la discordia
El Ayuntamiento de Madrid decidió separar en dos contratos diferentes el servicio de recogida de residuos en la capital durante poco más de un año para proceder, a comienzos de 2016 a adjudicar nuevamente un gran contrato que unifique los dos existentes en la actualidad.
La decisión fue muy criticada desde el entorno de los sindicatos por entender que podría tener consecuencias en las condiciones laborales de los trabajadores. La tensión se elevó cuando el Ayuntamiento decidió adjudicar el contrato de la periferia a la UTE Urbaser-Cespa, después de que pusiera sobre la mesa una oferta que incluía una baja cercana al 11% en relación con lo presupuestado por el Consistorio.
Como habían pronosticado los representantes de los trabajadores, el inicio del servicio con la nueva contrata contó con numerosos incidentes, hasta el punto de que en algunas calles los camiones pasaban cada seis días. Además, la UTE tuvo que alquilar camiones diésel (expresamente prohibidos por contrato) para paliar la falta de vehículos con los que contaban, producto de la separación de los contratos.
El Ayuntamiento permitió la utilización temporal de estos vehículos, que siguen aún circulando por la capital, hasta que se solventara el problema, que también llevó a la UTE a tener que doblar turnos y hacer que las recogidas se llevaran a cabo a deshoras.
Ahora, producto de este escenario, el equipo de Ana Botella deberá apagar otro incendio que, además, amenaza con ser el aperitivo de reivindicaciones mayores. La necesidad de renovar el convenio y la cercanía de las elecciones sindicales se ocuparán de avivar la tensión.
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