A Santander se le atragantan las grandes desinversiones de hipotecas morosas. Por segunda vez en un año, la entidad financiera presidida por Ana Botín ha decidido dar marcha atrás al traspaso de una cartera de créditos impagados ligados al ladrillo. La operación truncada es el Proyecto Lince, con el que el banco quería colocar un total de 430 millones en hipotecas entre grandes fondos oportunistas internacionales.
La paralización de la operación ha llegado tras un verano sacudido por las turbulencias financieras, sobre todo a raíz del resultado a favor del Brexit; la desconfianza hacia los test de estrés de la EBA; y la ausencia de Gobierno en España. Algo similar le ocurrió a Santander en 2015, cuando trató de vender a los grandes fondos 800 millones en hipotecas morosas, dentro del Proyecto Mamut. Entonces, el estallido de la crisis china y el auge de Podemos hicieron que el banco presidido por Botín se replanteara la transacción.
La nueva operación truncada se puso en mercado a comienzos de julio, por parte del propio equipo de desinversiones de Santander. Hasta ahora, la entidad había trabajado siempre con asesores externos, como las Big Four (KPMG, PwC, EY y Deloitte). Este cambio de estrategia coincide con la llegada de un nuevo responsable de negocio inmobiliario, reestructuraciones y carteras, Javier García Carranza, que Santander fichó en enero procedente de Morgan Stanley para sustituir a Remigio Iglesias.
La operación lanzada por Santander en verano perseguía traspasar 1.200 hipotecas, por las que podría haber ingresado entre 150 y 200 millones
Sin embargo el resultado ha sido el mismo que un año antes: las turbulencias de verano han torcido la operación. El empeoramiento del escenario financiero ha hecho que muchas carteras se paralizaran a finales de julio, principalmente por el brexit. Así, muchos fondos internacionales tienen ahora más difícil el acceso a la financiación, excusa que usan para negociar a la baja el precio de las operaciones.
Activos a la venta
El Proyecto Lince está formado por dos subcarteras, según documentos de la operación a los que ha tenido acceso Vozpópuli. La primera es de 820 hipotecas residenciales a particulares, valoradas en 180 millones. La segunda parte de la operación, estaba compuesta por 370 hipotecas a pymes valoradas en 250 millones, parte con colateral residencial y parte comercial (oficinas, naves industriales y locales). Distintos fondos consultados señalan que Santander podría haber obtenido entre 150 y 200 millones en esta operación.
Para los fondos internacionales, adquirir estos activos es una forma de elevar su exposición a ladrillo en España, ya que muchos de los créditos están ya judicializados y en vía de adjudicación. Se espera un gran volumen de operaciones de este tipo antes de final de año por parte de la banca española, sobre todo ante la inminente entrada en vigor de la nueva circular contable del Banco de España, que elevará las exigencias en provisiones.
A pesar de este pequeño fracaso, el equipo liderado por García Carranza está acelerando las desinversiones inmobiliarias de Santander a través de otras vías, como la fusión de Metrovacesa con Merlin Properties, en la que participará traspasando activos adjudicados.
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