Francisco González tiene un as bajo la manga para el final de su mandato en BBVA. El presidente del banco español se plantará en 2018 -último año completo al frente- con 2.500 millones en munición para adquisiciones y/o un dividendo extraordinario.
Éste es el escenario que se le abre al banquero gallego tras las últimas operaciones corporativas protagonizadas la última semana: el pacto vinculante para vender su filial en Chile; y el traspaso de un 80% de su ladrillo a Cerberus por 4.000 millones, como adelantó este medio.
Una vez culminen estas operaciones, las previsiones de BBVA apuntan a que la ratio de capital ('fully loaded') de máxima calidad se elevará hasta el 11,8%. El objetivo del grupo está en el 11%, y aunque a los reguladores no les importaría que se incrementara, cuanto más alta más difícil es conseguir mejorar la rentabilidad. Siguiendo las últimas cifras del grupo y la Autoridad Bancaria Europea (EBA), para bajar de nuevo al 11% sobrarían algo más de 2.600 millones.
Compras
Cualquier banco en esta situación tiene dos grandes alternativas: usar el dinero para crecer, ya sea a través de nuevo crédito o con una adquisición; o repartir el dinero a los accionistas, con un dividendo extraordinario.
Con la venta del negocio en Chile, BBVA puede obtener 1.850 millones, de los que 640 millones serían plusvalías. Con esta decisión ha dado muestras de que prefiere estar en menos países, pero con una mayor implantación. Por ello, sería congruente que la última gran operación de González fuera en uno de los países clave: España, México, Turquía o Estados Unidos.
Tras haberse quedado sin Banco Popular -fue candidato para la adquisición junto a Santander-, en el sector financiero se especula con que FG quiera dar un último golpe en la mesa. Los rumores apuntan a Bankia, aunque parece una operación complicada mientras estén Luis de Guindos en Economía y José Ignacio Goirigolzarri -ex número dos de BBVA- al frente de la entidad nacionalizada. El resto de opciones, como Banco Sabadell y los grupos medianos de cajas porque, explican fuentes financieras, "a día de hoy no hay voluntad vendedora por parte de sus accionistas y gestoras, ni tampoco situaciones de dificultad".
La venta del ladrillo va a mejorar la cuenta de resultados en 1.200 millones en los próximos años
Las implicaciones de las últimas operaciones no sólo se centran en el capital, también en la cuenta de resultados. Así, BBVA se ahorrará 1.200 millones de euros en los próximos años gracias a la venta del ladrillo. Menores costes que se explican por ahorrarse los gastos de mantenimiento e impuestos (IBI) y por potenciales provisiones que ya no tendrá que hacer.
En el caso de que no cuadre ninguna adquisición, González tendrá la opción de dar un dividendo extra. En el caso de que siguiera con el colchón de 2.500 millones, repartir esta cantidad entre los accionistas sería más que todo un dividendo anual. Sea como sea, todo apunta a que BBVA dará que hablar durante 2018 y 2019, hasta la salida de su presidente.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación