László József Bíró fue un periodista, más conocido por sus inventos (desde perfumes a una caja de cambios que vendió a General Motors), nacido en Budapest en 1899 de forma prematura (según parece, que sobreviviera pesando menos de dos kilos fue algo casi milagroso para la época). Fue soldado en la I Guerra Mundial y durante unos años se hizo famoso como hipnotizador; en 1930 se casa y le inventa una primitiva lavadora a su mujer. Era zurdo y tenía problemas con las plumas con las que se escribía entonces.
Un día, al ver a unos niños jugando con canicas y comprobar cómo, tras pasar por un charco, trazaban una línea de agua sobre el piso seco, se le ocurrió reemplazar la pluma metálica por una bolita en la punta. Era 1938 y había nacido el bolígrafo, aunque no fue hasta que se mudó a Argentina en 1940 por culpa de la II Guerra Mundial (él era judío), que no empieza a desarrollarlo comercialmente. "Nuevo útil para escribir: la Stratopen Birome. Una nueva palabra para definirlo: esferográfica. Automática y escribe con tinta", detallaban los anuncios de la época. No tuvo éxito como empresario pero en 1943 licenció su invento a Eversharp Faber, de los Estados Unidos, y en 1951 a Marcel Bich, que le compra la patente para Europa.
Marcel Bich, nacido en Turín (Italia) en 1914 pero nacionalizado francés tras la mudanza de toda su familia, estudió derecho, pero la difícil situación económica le llevó a meterse en el mundo de los negocios sin acabar la universidad. Compra en 1944 en Clichy (en las afueras de París) a un módico precio (los alemanes se estaban retirando) una antigua fábrica de piezas para plumas estilográficas.
Lo hace junto a su socio Édouard Buffard (1908-1996) y lo convierte en un taller de fabricación de objetos para escribir (portalápices y estuches, básicamente) llamado Porte-plumes, Porte-mines & Accessoires. Bich quedó seducido con el invento de Biró y le compró la patente, si bien introdujo importantes mejoras (el producto del húngaro-argentino no acaba de funcionar bien, la tinta o se secaba o era demasiado fluida y provocaba manchones). Encargó a una relojería suiza la maquinaria de precisión que necesitaba para tallar unas bolas casi microscópicas que fuesen absolutamente esféricas, condición imprescindible para que la escritura fuera suave y regular. También lo fabricó a un bajo precio, lo que permitía que fuera desechable.
En 1950 lanza el Bic cristal, el modelo de bolígrafo más vendido de la historia. Un bolígrafo de 14 centímetros, transparente para que se pudiera visualizar la tinta que quedaba y hexagonal para evitar que rodara en superficies planas y fuera más fácil asirlo. La tinta era de calidad, con un secado rápido y una escritura suave y uniforme que permitía escribir hasta dos kilómetros de palabras (por cierto, la fórmula de la tinta es secreta, como la de la Coca Cola).
Las innovaciones del bolígrafo Bic
La punta era de tungsteno (un metal sólido muy difícil de fundir, es decir, con gran resistencia al calor) y su esfera era perfecta y muy resistente mientras que la tapa y el botón eran del color de la tinta. También se aplicaron dos agujeros, uno en el cilindro para igualar la presión del exterior con el interior (un sistema de ventilación para así facilitar el flujo de la tinta) y otro en el tapón, para evitar que, en caso de que algún niño se atragantara por accidente, pudiera seguir circulando el aire. Otra idea original fue no llenar por completo el tubo con la tinta, para que ésta pudiera expandirse con el calor.
Marcel Bich lanzó en 1950 la marca BIC pero no crea la Socièté Bic hasta 1953. Al año siguiente ya vende en Italia, Países Bajos, Austria, Suiza y… España. En 1956 se expande a Sudamérica y en 1958 a Norteamérica. Antes del final de esa década ya es una multinacional. En 1970 lanza el BIC 4 colores. En 1973 empieza a vender encendedores y en 1975 maquinillas de afeitar de una sola pieza (algo inédito, y con alta calidad de la hoja, incrustada y diseñada para evitar cortes con un mango funcional y ligero para controlar la velocidad durante el proceso de afeitado) a un precio competitivo, intentando democratizar el afeitado igual que lo hizo con los bolígrafos), productos ambos que también se hicieron muy populares… y lo siguen siendo. En 2004 en Turín, la ciudad natal de Marcel Bich, pusieron una placa en su nombre y grabaron la siguiente frase: “simplificó lo cotidiano de la escritura”.
Marcel en 1993 cedió la presidencia de la empresa Bic a Bruno Bich, el menor de sus once hijos, un año antes de su muerte. Sin embargo, a pesar de su carácter familiar, le empresa lleva cotizando en la bolsa francesa desde fecha tan temprana como 1972. El grupo Bic hizo su fortuna con el concepto de desechable, que extendió del bolígrafo hasta el mechero y la cuchilla de afeitar. Pero el usar y tirar es cada vez más incompatible con los valores de una sociedad preocupada por el impacto medioambiental y cada vez hay más voces que, incluso dentro de la empresa, pujan por un cambio de modelo.
Una curiosidad: el industrial catalán Amadeo Arboles registró en 1.946 la marca Bolígrafo (compuesto por boli de bolilla y grafo de escritura) a nombre de su madre, Antonia. La marca todavía sigue vigente, pero la Real Academia Española ya ha incorporado la palabra bolígrafo como sustantivo para referirse a la estilográfica cuya punta termina en una esferita.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación