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Gates, Ortega, Slim y Wang: ¿peligran sus millonarias inversiones en España tras las elecciones?

Bill Gates, Amancio Ortega, Carlos Slim y Wang Jianlin, cuyas fortunas suman unos 245.000 millones de euros, apuestan con determinación por un mercado español afectado por la incertidumbre que ha generado los resultados de las últimas elecciones.

Los resultados de las pasadas elecciones municipales y autonómicas han generado incertidumbre entre los círculos empresariales, especialmente por el hecho de que el gobierno de las dos principales ciudades, Madrid y Barcelona, podría quedar en manos de  nuevas formaciones, en cuyos programas electorales se recogen medidas que no son demasiado favorables a grandes corporaciones y a negocios como el inmobiliario. El foco está puesto en las inversiones procedentes del exterior, cuyo notable incremento en los últimos meses podría verse frenado. Fruto de esta evolución, cuatro de las ocho mayores fortunas del mundo se ven afectadas por este clima, al que prestarán una gran atención para tomar decisiones en los próximos meses sobre su continuidad.

Forman parte de un selecto club, los patrimonios que superan los 40.000 millones de euros, de acuerdo con la lista que elabora la agencia Bloomberg. Sólo hay ocho en todo el mundo y, entre ellos, la mitad tiene a España en el punto de mira. Además de Amancio Ortega, fundador y principal accionista de Inditex, cuyo imperio (ahora extendido por todo el mundo) comenzó en un pequeño rincón del noroeste del país, forman parte de esa mitad Bill Gates, cofundador de Microsoft y que encabeza la relación de grandes fortunas mundiales; Carlos Slim, dueño del mayor holding de Latinoamérica; y Wang Jianlin, el hombre más rico de la emergente China, que ha ascendido hasta la octava plaza de la cotizada lista.

Entre los cuatro suman un patrimonio de unos 245.000 millones de euros (cifra superior al PIB de 126 países, entre ellos, algunos como Dinamarca, Irlanda y Nueva Zelanda). La comunidad financiera considera que cualquier cambio en su estrategia inversora arrastraría tras de sí varios miles de millones de euros que seguirían la estela de los que más dinero han sabido hacer.

De entre todos, el último en llegar de forma contundente ha sido Carlos Slim. Desde finales del pasado año, el inversor mexicano es el principal accionista del grupo de construcción y servicios FCC, en detrimento de Esther Koplowitz. Con una inversión de unos 700 millones de euros también controla Realia y Cementos Portland, filiales de la compañía. España no era desconocida para Slim, que ya contaba con algunas inversiones inmobiliarias en Barcelona, merced a sus conexiones con Caixabank a través de Inbursa, y porque llegó a ser accionista relevante de Prisa.

Castigo bursátil

Sin embargo, meros fuegos de artificio en comparación con la toma de control de FCC, precisamente una de las empresas más afectadas por el resultado electoral, al menos en cuanto a su comportamiento en Bolsa se refiere. En las cinco sesiones que han seguido a la consulta en las urnas, las acciones del grupo han sufrido un descenso del 10,5% y se han situado en sus mínimos de los últimos nueve meses.

El mercado está castigando la exposición de la compañía a los contratos de servicios con los ayuntamientos de Madrid y Barcelona, ante la posibilidad de que los nuevos regidores de las capitales decidan que regresen a manos municipales. No ha sido la única penalizada en Bolsa en estos días: ACS se ha dejado cerca de un 4% y Sacyr, en torno al 6%.

Slim ha pasado la semana en España, con la excusa de seguir en directo los partidos del Real Oviedo, sin duda su inversión más excéntrica (que, según se cuenta, comenzó con una inocente broma radiofónica). Sin embargo, el magnate mexicano no ha estado de vacaciones. Además de pasar revista de primera mano a los asuntos relacionados con FCC, ha podido pulsar el ambiente político justo tras las elecciones y escuchar a algunos de quienes más saben de esta cuestión en el país. Por el momento, la calma es el factor predominante en los cuarteles generales de Slim.

El futuro de Slim en España está unido, en parte, al de Bill Gates. La mayor fortuna del mundo también es accionista de FCC, aunque con una participación menor (cerca de un 6% frente al 26,4% del mexicano). Los fondos gestionados por el cofundador de Microsoft también se fijaron en la compañía de seguridad Prosegur, en la que cuentan con una participación cercana al 3%, que mantiene desde que la adquirió.

La apuesta de Gates por España pasó una primera prueba de fuego cuando decidió acudir a la ampliación de capital de FCC, por valor de 1.000 millones de euros, para evitar diluir su peso en el grupo. El panorama político y sus derivadas determinarán si el empresario norteamericano se comporta de igual modo en el futuro.

El dilema de Wang

Pero, sin duda, el que tiene los planes más ambiciosos en España es Wang Jianlin, que acaba de llegar al selecto grupo de las mayores fortunas mundiales. Tras invertir 265 millones de euros en la compra del Edificio España y otros 45 en hacerse con un 20% del Atlético de Madrid, los planes de su holding, Wanda Group, es levantar un macrocomplejo residencial y de ocio en los terrenos que Defensa posee en la zona de Campamento, donde se ubicaban los antiguos cuarteles que flanqueaban la entrada a la capital. Una inversión cifrada en 6.000 millones de euros que, en estos momentos, se encuentra en el aire, toda vez que las Administraciones de Madrid deberán aprobar aún determinados cambios urbanísticos para hacer posible la totalidad del proyecto.

El imperio inmobiliario y textil de Amancio Ortega tiene en Madrid y Barcelona dos plazas fundamentales, sobre todo en lo que se refiere al sector del ladrillo. El dueño de Zara, que pugna por el segundo escalón del podio de grandes fortunas con el estadounidense Warren Buffett, es sin duda el más estable de todos estos grandes inversores en España. Pero en Pontegadea, su holding inmobiliario, también están muy pendientes de los próximos movimientos en los despachos municipales.

Cuatro enormes patrimonios atentos a los pasos de un grupo de personas a las que, no hace mucho tiempo, la mayoría tildaba de meros soñadores. Así también es el mundo de los negocios. 

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