Florentino Pérez ya tiene todas las bendiciones para su ansiada remodelación del estadio Santiago Bernabéu aunque estará bastante alejada de su planteamiento original. Después de que el ambicioso proyecto pergeñado con la anterior corporación municipal fuera tumbado por la Justicia, el presidente del Real Madrid decidió no tomar más riesgos e ir de la mano del Ayuntamiento que lidera Manuela Carmena. La misma que este martes bendice la reforma del estadio madridista.
Una remodelación que Pérez persigue incluso desde su primera etapa al frente del club blanco, que finalizó abruptamente en forma de dimisión, allá por febrero de 2006. Por entonces, el también presidente de ACS ya hablaba de cubrir en su totalidad el estadio. Para su regreso a la poltrona merengue, Pérez ya había madurado la idea, que incluía la construcción de un hotel de lujo y una zona comercial en el interior del recinto deportivo, para lo que necesitaba nuevos metros cuadrados en los aledaños del estadio.
Sin embargo, el club blanco ha tenido que conformarse con un proyecto que no disponga de más suelo público, por lo que pasar una noche de hotel a apenas unos centímetros del césped del Bernabéu se quedará, por el momento, en las fantasías de los aficionados y del propio Pérez, que ha tenido que amoldarse a las directrices marcadas por el equipo de arquitectos del Consistorio.
Sin la posibilidad de ganar terreno en el Paseo de la Castellana, la única parte del proyecto estrella de Florentino Pérez para el nuevo Bernabéu es el techo retráctil, que cubrirá por completo el estadio, a lo que se añadirán modificaciones internas para aumentar el confort y el glamour del reciento deportivo.
Una remodelación financiada con el dinero de los petrodólares, concretamente el procedente del emirato de Abu Dhabi, que dará nombre al nuevo estadio resultante de la reforma, que el Real Madrid pretende iniciar el próximo verano, tras la presentación en sociedad de este martes.
Un intercambio muy desigual
A Florentino Pérez no le costó alcanzar un acuerdo con el Ayuntamiento que lideraba Ana Botella, con el que firmó un convenio que incluía una permuta de terrenos muy desigual, por la que el Real Madrid ganaba unos valiosísimos metros en pleno Paseo de la Castellana a cambio de un terreno en Las Tablas y fincas en el barrio de Opañel cuyo valor distaba mucho del botín que se llevaba el club blanco.
Las intenciones de Pérez sufrieron sendos reveses por parte de la Justicia, tanto nacional como comunitaria. Por parte de la primera, la modificación del plan urbanístico que daba pie a la ambiciosa reforma fue anulada por una demoledora sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) tras una denuncia presentada por los antiguos propietarios de los terrenos en los que se sitúa el estadio, expropiados en su día por el Ayuntamiento de Madrid para la construcción de la instalación deportiva.
Los tribunales determinaron que el acuerdo con el Consistorio no respetaba el principio del interés general en tanto en cuanto sólo beneficiaba al Real Madrid.
El castigo de Bruselas
Pero no fue el único varapalo recibido por el conjunto blanco. La Comisión Europea censuró asimismo la polémica permuta de terrenos, que consideró como ayudas ilegales por parte de una administración pública, por lo que condenó al Real Madrid a devolver los 18 millones de euros en los que se había valorado la operación urbanística. Un dinero que Manuela Carmena está dispuesta a reclamar de forma inmediata.
Tras la sentencia del TSJM, que no fue recurrida por ninguna de las partes implicadas (club, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid), el Real Madrid anunció que trabajaría con las administraciones para realizar un proyecto de reforma que se adecuara a la Ley.
Sin embargo, la inmediatez de las elecciones municipales y autonómicas de 2015 obligaron a esperar a la formación de los nuevos gobiernos para comenzar a trabajar. Quince meses después, se presenta un resultado final que dista mucho del esperado pero que, al menos, permite que Florentino Pérez cumpla al fin su promesa.
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