Era un secreto a voces: Antonio Garamendi será el próximo presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). A falta de unas horas para que se cierre el plazo para concurrir a las elecciones del próximo 21 de noviembre, el empresario vasco es el único que ha oficializado su candidatura, lo que le convertirá en el sucesor de Juan Rosell.
La transición que se plantea en la patronal será muy diferente a la que se vivió hace ocho años, cuando Rosell sucedió a Gerardo Díaz Ferrán. Entonces, la CEOE vivía las horas más bajas de su historia, en mitad de la Gran Recesión económica y con un presidente que abandonó el cargo durante la crisis de Viajes Marsans. Dos años después, ingresaría en la prisión de Soto del Real.
La situación se ha encauzado durante los últimos años -señalan fuentes internas-, lo que implicará que Garamendi herede el cargo con una relativa paz interna. La duda que se plantea en la patronal es si será nombrado presidente tras una votación o si la Asamblea electoral le elegirá por aclamación, como único candidato.
Fuentes del actual Comité Ejecutivo explican que el próximo líder de los empresarios contará con el apoyo de las principales organizaciones sectoriales -incluidas las pymes, que ahora preside-, así como las territoriales. En este último grupo, se incluye la patronal madrileña (CEIM), que durante algunos meses mantuvo discrepancias con la posibilidad de que Garamendi encabezara la patronal, pero que finalmente optó por cerrar filas a su alrededor. De hecho, se sitúa a su presidente, Juan Pablo Lázaro, como uno de los hombres fuertes en esta nueva etapa.
En esta nueva etapa también se espera que cuente con el respaldo de Salvador Navarro, el líder de los empresarios valencianos (CEV). También ha realizado acercamientos con Josep Sánchez Llibre, el nuevo representante de la catalana Foment del Treball y quien se espera que ostente una vicepresidencia. En la mano del exdiputado de CiU estará el mantener su actual puesto, como enlace entre la CEOE y las Cortes Generales. De hecho, Garamendi le ha ofrecido mantenerlo.
Posibles incorporaciones
A partir de ahora, habrá que ver los movimientos que realiza el nuevo representante de los empresarios en clave interna. No obstante, entre las incorporaciones que se barajan para el próximo equipo directivo se encuentra la de Íñigo Fernández de Mesa, exsecretario de Estado de Economía y quien mantiene una relación de confianza con Garamendi. Según publicó La Información, su idea es que el expolítico y actual senior advisor de Rothschild, ejerza de nexo entre la CEOE y las grandes empresas españolas.
Precisamente, una de las tareas a las que deberá enfrentarse el nuevo presidente es la de reivindicar el papel de la CEOE dentro de la economía española, después de unos años en los que ha perdido peso como consecuencia de varios factores. Entre ellos, la crisis económica, la situación interna que se creó durante la presidencia de Díaz Ferrán, la falta de implicación del Ibex-35 en sus órganos de gobierno y determinados desajustes internos que han provocado que la interlocución con el Gobierno y con los agentes sociales haya quedado en manos de las organizaciones sectoriales en diversas ocasiones, en detrimento de la patronal, exponen fuentes internas.
Más allá de todo esto, Garamendi será a partir de ahora -formalmente- el principal interlocutor con Moncloa de los empresarios españoles. Asumirá el cargo en un momento en el que se aprecia en el horizonte una desaceleración económica; y en el que las relaciones de la patronal con el gabinete de Pedro Sánchez se han deteriorado como consecuencia de la agenda económica que han marcado, que implica, entre otras cosas, algunas decisiones fiscales que consideran perjudiciales para el tejido productivo.
Medidas como el pacto para subir el SMI que alcanzaron el Ejecutivo y Podemos hace unas semanas sentaron mal en el Comité Ejecutivo de la CEOE, dado que torpedeaban el acuerdo alcanzado el pasado verano por los sindicatos para incrementar a 1.000 euros, en 2020, la retribución mínima de los empleados en convenio.
Para las fuentes consultadas por este periódico, la clave está en si la patronal volverá a tener un papel protagonista en la vida económica española; o si se verá relegada a la zona de sombra como consecuencia de la estrategia política y de los intereses particulares de sus miembros.
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