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Alierta descartó quedarse de presidente no ejecutivo y optó por dar todo el poder a Pallete

César Alierta había pensado quedarse de presidente no ejecutivo de Telefónica, dejando en manos de su número dos la mayoría del poder ejecutivo y garantizando así una transición progresiva y tranquila. Pero finalmente optó por descartar esta opción y salir de la cúpula, con el objetivo de dar un firme mensaje a los inversores y a los gobiernos de los países en los que opera la compañía de que Álvarez-Pallete tendrá todo el poder y dará continuidad a la estrategia del grupo.

Han sido varios meses en los que César Alierta ha tenido que sopesar diferentes opciones para garantizar un relevo tranquilo al frente de la primera multinacional española. Según fuentes cercanas a Telefónica, el ejecutivo aragonés estuvo a punto de optar por la ‘vía Brufau’, idea que descartó finalmente.

Antonio Brufau decidió hace un año quedarse en Repsol como presidente honorífico y ceder casi todo el poder ejecutivo en su ‘número dos’, Josu Jon Imaz. Alierta también sondeó con su entorno más cercano optar por esta vía, pero al final decidió desaparecer de la cúpula de la operadora de telecomunicaciones para quedarse ‘sólo’ como consejero y presidente de la Fundación Telefónica.

La idea es trasladar a los mercados internacionales la absoluta confianza del ex presidente (dejará su cargo en el consejo de administración del próximo 8 de abril, día en el que su consejero delegado ascenderá al cargo de presidente) en José María Álvarez-Pallete, que asumirá todo el poder ejecutivo y dará continuidad a la estrategia marcada por Alierta en los últimos años con el objetivo de que Telefónica se convierta en una compañía completamente digital en 2020.

El todavía presidente de Telefónica no quería que una posible bicefalia descafeinada en la cúpula directiva sembrara dudas sobre la capacidad ejecutiva de su 'número dos'

Alierta vigilará el trabajo de su delfín, pero lo hará desde la cómoda barrera que le da el sillón de consejero del grupo. El directivo zaragozano, de 70 años, no quería que los inversores y los gobiernos de Alemania, Brasil o México, entre otros países, interpretaran que una posible bicefalia descafeinada en la cúpula directiva, con un presidente no ejecutivo, sembrara dudas sobre la capacidad el ‘número dos’ para llevar todas las riendas de la compañía.

Álvarez-Pallete conoce la compañía de arriba abajo. Lleva en ella desde principios de 1999, antes incluso de que Alierta fuera nombrado presidente en julio de 2000 cuando el Gobierno de Aznar forzó la salida de Juan Villalonga.

Ha sido director general financiero del grupo, ha estado al frente del negocio en Latinoamérica y en Europa y conoce a la mayoría de los mandatarios que dirigen los países en los que opera la compañía. Su trayectoria ha sido impecable y Alierta lo ha tenido claro desde que empezó a pensar en dejar la primera línea ejecutiva tras 16 años al frente del grupo.

Pallete conoce la compañía de arriba a abajo, dará continuidad a las líneas estratégicas trazadas por Alierta y goza de la confianza de analistas e inversores internacionales

El fallecimiento de su esposa, Ana Placer, hace ahora un año, le hizo replantearse muchas de sus prioridades. Comenzó a sopesar su decisión, si bien su idea pasaba por esperar a que se formase Gobierno en España para soltar las riendas de Telefónica en un entorno de cierta estabilidad política.

Pero la cruda realidad ha hecho que desde el Ibex se dé por hecho que vamos a nuevas elecciones generales en junio y Alierta no ha querido esperar a entonces. Dejará el sillón presidencial el 8 de abril y a partir de la junta de accionistas de finales de mayo se quedará como consejero y se dedicará a la Fundación Telefónica.

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