El Corte Inglés es una de esas compañías a las que se les puede considerar como un Estado dentro del Estado, con su historia propia y con sus dinámicas particulares e intransferibles. En una época en la que las grandes empresas han incrementado su atención sobre las normas de gobierno corporativo para intentar que las peleas entre accionistas alteren lo menos posible el rumbo del negocio, esta compañía se ha visto perjudicada por un enfrentamiento familiar que ha hecho irrespirable el ambiente de su Consejo de Administración, donde, en ausencia de perfiles independientes, la batalla entre clanes ha dividido a sus miembros y ha condicionado el futuro próximo del grupo. Tal es así que, actualmente, parece más urgente la resolución de este conflicto que la preparación de la salida a bolsa o la aprobación de los planes para ganar competitividad en la 'era Amazon'.
En esta guerra entre los descendientes de Isidoro Álvarez se han visto entrometidos los dos consejeros más veteranos del Consejo de Administración. El conocido como ‘clan Navarro’, conformado por Carlos Martínez Echevarría y Florencio Lasaga. Este último llegó a El Corte Inglés el mismo año que Fidel Castro tomó La Habana, en 1959. Al igual que ‘la revolución’, ha sobrevivido a la muerte de sus líderes, al paso del tiempo y a la transformación del resto del mundo. Cayó el Muro de Berlín y el 'castrismo' se mantuvo con vida en el jardín trasero de “el imperio yanqui”. Se universalizó internet, surgió el comercio electrónico y Amazon llegó al trono. Y Lasaga seguía allí.
Fuentes de la compañía recuerdan que este consejero se opuso a que Dimas Gimeno fuera el sucesor de Álvarez, dado que le consideraba inmaduro. Sin embargo, al igual que Martínez Echevarría, le apoyó durante su primera etapa como presidente para evitar que la compañía cayera en el desgobierno. Esta situación cambió hace unos meses, cuando se alineó del lado de Cristina y Marta Álvarez Guil, las hijas adoptivas de Isidoro Álvarez que han mantenido durante los últimos meses una guerra sin cuartel para apartar a Gimeno de la presidencia.
Como buena batalla familiar, en la confrontación de El Corte Inglés confluyen los egos y las razones económicas. Este jueves, los abogados de las dos partes se han visto las caras en el juzgado dentro de un pleito que inició la ‘triple alianza’ conformada por César Álvarez, Dimas Gimeno y su madre, María Antonia, después de que las hermanas Álvarez Guil aprobaran una reducción de capital de Cartera de Valores INASA de 120 millones de euros. Poco antes de esta cita en los tribunales, los contendientes celebraban un Consejo de Administración que estuvo gobernado por la tensión. Las dos partes quieren la presidencia y nadie ha renunciado a las hostilidades.
Histórico consejero
Como representante de la Fundación Ramón Areces, principal accionista con el 37% del capital, la palabra de Lasaga en esta guerra resultará fundamental. En octubre, avaló el nombramiento de Jesús Nuño y Víctor del Pozo como consejeros delegados, lo que dejó a Gimeno sin funciones ejecutivas. En los últimos meses, ha apoyado a las hermanas Álvarez Guil en su batalla por decapitar El Corte Inglés, al igual que Carlos Martínez Echevarría, desencantado con la forma de gestionar la empresa de Gimeno. Eso hace prever que, cuando se vote el cese del presidente, no exprese su oposición, explican fuentes del Consejo de Administración.
Dicho esto, Gimeno parece dispuesto a morir matando pese a las voces que piden que dé un paso atrás, ante la evidencia de que tiene en su contra a la gran mayoría de los socios. Por eso, ha recopilado diversa documentación sobre la gestión de determinadas áreas de El Corte Inglés que podría comprometer el futuro de consejeros y directivos de la empresa. En este sentido, varias miradas apuntan a Lasaga y a la posibilidad de que estos papeles puedan condicionar el sentido de su voto.
Algunas fuentes del Consejo afirman que estos informes señalarían irregularidades en Viajes e Informática El Corte Inglés. Otras, que son mayoría, minimizan su efecto e inciden en que Gimeno está intentando buscarle tres pies al gato para salvar su pellejo. “No hay nada a mayores de lo que puede ocurrir en cualquier empresa familiar y a nadie le va a sorprender especialmente lo que se pueda sacar a la luz”, inciden.
Hasta la celebración del Consejo de Administración Extraordinario, que está previsto en junio, nada se puede dar por supuesto y nada se puede descartar en El Corte Inglés. Ni siquiera que alguna de las partes utilice este tipo de trapos sucios para tratar de condicionar el voto de sus contrincantes. O que surjan roces en el bando que persigue la decapitación de Gimeno y la presidencia termine en manos de alguien ajeno a las familias Álvarez y Areces.
Quizá la opción más lejana es que ambas partes lleguen a una solución pactada para evitar que todo esto acabe en un choque de trenes en la cúspide del grupo, en varias visitas a los juzgados y en celebraciones familiares con sillas vacías.
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