El ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria, presionó durante meses a Endesa para que siguiera comprando el carbón ineficiente de la mina de Mequinenza (Zaragoza), evitando así su cierre definitivo. La eléctrica presidida por Borja Prado se negó porque ese carbón dañaba las calderas de su central térmica de Andorra (Teruel), lo que provocó un duro enfrentamiento con Industria precisamente en el peor momento, cuando el Ministerio estaba diseñando la polémica reforma eléctrica.
Eso fue el año pasado, pero ahora la reforma ya está aprobada y su desarrollo normativo en marcha. Soria ha dejado de presionar a Endesa, compañía que no volverá a comprar un carbón “problemático” que ya provocó la obstrucción de sus calderas y “le ocasionó graves problemas de funcionamiento por la generación de escorias que obligaron al paro de la actividad, además de los costes asociados para resolver el problema”, como ha dicho el propio ministro.
Ahora, Soria cree que es “innecesario e inconveniente” forzar a Endesa a comprar ese carbón para su central térmica, porque ya ha tenido una “experiencia muy negativa” cuando lo ha utilizado.
Sin comprador alguno para su carbón, la mina de Mequinenza tendrá que cerrar, dejando en la calle a unos 40 trabajadores directos y otros tantos indirectos
Así que sin comprador para su carbón, Mequinenza no tiene futuro y se ve abocada a cerrar, según las fuentes consultadas, lo que provocará el despido de casi 40 trabajadores directos y otros tantos indirectos.
Endesa ha aportado varios informes técnicos que concluyen que ese carbón dañaría “gravemente” la central de Andorra.
Hasta 2013, Mequinenza, propiedad de la minera Carbonífera del Ebro, había tenido asignada producción anual y subsistía gracias a que su único cliente, la central térmica de Escucha (Teruel), le compraba el carbón. Pero esta planta cerró en 2012, de forma que Carbonífera se quedó sin cliente. Fue ahí cuando la minera, con el respaldo de los gobiernos aragonés y central, trató de colocar ese carbón a Endesa, con los consiguientes problemas que esto ha acarreado a las calderas de su central.
Carbonífera, la dueña de la mina, no buscó clientes alternativos pese a que sabía que su único comprador, la central turolense de Escucha, iba a cerrar en 2012
La central de Escucha tenía programado su cierre desde 2007, pero Carbonífera no buscó clientes alternativos que compraran su carbón, como recordó Soria el jueves en la Comisión de Industria del Congreso, mientras otros proveedores aragoneses de esa central sí realizaron inversiones y se prepararon para abrir mercado.
De ahí que ahora Carbonífera se ha quedado sin comprador y sin futuro. El ministro ha recordado que sus trabajadores “pueden acogerse a la protección que fija el marco de actuación recientemente firmado para los empleados de empresas que cierran” y Carbonífera podrá recibir ayudas para cofinanciar esos costes de fin de actividad.
El cierre de Mequinenza es un botón de muestra de la gravísima situación y los problemas de viabilidad por los que atraviesa la minería española. Según el Plan del Carbón impuesto por Bruselas, a partir de 2018 sólo podrán seguir abiertas en España las empresas mineras que sean viables sin ayudas públicas.
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