La nueva FCC que está diseñando su principal accionista, Carlos Slim, descansará en gran medida sobre Aqualia, cabecera de la división de ciclo integral del agua, que pasa por ser la joya de la corona del grupo y la que más ha aportado a sus resultados. El magnate mexicano será especialmente exigente con el plan de negocios de esta filial debido a que sobre ella recae la emisión de bonos por valor de unos 1.300 millones de euros con la que el grupo se ha asegurado el apoyo de la banca para la refinanciación de la deuda.
Como informó Vozpópuli, las cuatro divisiones de FCC (construcción, ciclo integral del agua, medioambiente y cemento) ultiman planes estratégicos individuales por mandato de Slim para articular la etapa de crecimiento que el principal accionista del grupo quiere dar comienzo tras cinco ejercicios consecutivos de saneamiento. De todos ellos, el más ambicioso será el de Aqualia, obligada a incrementar ingresos y beneficios para poder hacer frente al bono que en breve se emitirá, relacionado con el proceso de refinanciación del grupo.
Desde su aterrizaje en FCC, Slim ha suscrito dos ampliaciones de capital de la compañía (la primera de ellas fue precisamente su vía de entrada en el accionariado) con el fin de reforzarla y poder amortizar parte de la abultada deuda que arrastraba, especialmente la que suponía un mayor coste (el célebre tramo B del sindicado).
Cuando ha llegado la hora de negociar con la banca la refinanciación de este préstamo, Slim, que lleva invertidos cerca de 1.900 millones de euros en FCC, ha optado en esta ocasión por la vía de la renta fija. Los análisis de la situación del grupo arrojaron como conclusión que la mejor plataforma para emitir bonos era Aqualia, debido a su buena situación financiera y a su posición privilegiada en el mercado internacional, toda vez que está considerada entre las tres empresas punteras del sector en el mundo.
Resucitar la filial de construcción
Fuentes del mercado aseguran que los bonos de Aqualia han logrado una buena aceptación entre los inversores institucionales y que, además, también contarán con el apoyo del Banco Central Europeo, que suscribirá una participación en la emisión. Su colocación no supone tanto el desafío para FCC como su posterior amortización. La obsesión de Slim es que Aqualia esté preparada para poder repagar el bono sin problemas y, para eso, su estrategia pasa por potenciar el crecimiento de la filial. De ahí que el plan que le presenten los principales responsables de la división tenga que ser especialmente ambicioso.
De este modo, la considerada como joya de la corona del grupo se enfrenta a una situación nada sencilla. Porque, a la presión que supone de por sí la emisión de los bonos, se suma el hecho de que Slim pretende que Aqualia también sea una palanca para el crecimiento de la filial de construcción, cuyo rendimiento en los últimos años está siendo muy penalizado por el desplome de la obra pública en España.
Los planes de Slim para FCC Construcción pasan por acompañar siempre que sea posible a Aqualia en las licitaciones a las que aspire la filial de agua con el fin de darle un impulso al negocio de la primera. La estrategia ha sido recibida con escepticismo en el seno interno de FCC ya que se considera que esta maniobra puede penalizar de forma notable a Aqualia, acostumbrada a desarrollar los proyectos por su cuenta y que, además, se vería obligada a ir de la mano de una compañía que, pese a pertenecer al grupo, no cuenta con demasiada experiencia en obras de este tipo.
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