Como si se tratara de un deja vù del pasado año, FCC encara la recta final del presente ejercicio preparando una ampliación de capital aunque, en este caso, sin las urgencias que se dieron hace casi doce meses, cuando en juego estaba la continuidad de la compañía y la supervivencia financiera de Esther Koplowitz, por entonces aún su principal accionista. Hoy ese lugar corresponde a Carlos Slim, que encabeza una nueva ronda de conversaciones con la banca para tratar de recortar la deuda y, sobre todo, rebajar los tipos de interés que FCC asume actualmente. Fuentes próximas a las negociaciones hablan de que la ampliación rondará los 800 millones de euros.
En principio, la banca acreedora de la compañía es receptiva renegociar la deuda, valorada en algo más de 5.800 millones de euros al cierre del primer semestre, e incluso a aceptar alguna quita, como la de 150 millones de euros que se incluyó en la amortización que se llevó a cabo el pasado año, precisamente con el dinero obtenido por la ampliación de 1.000 millones de euros.
Sin embargo, Slim está haciendo especial hincapié en la necesidad de rebajar los tipos de interés asociados a la deuda. Con la anterior ampliación, FCC solventó la tiranía del célebre tramo B del préstamo sindicado, que incluía tipos de entre el 11% y el 16%, insostenibles para el día a día financiero del grupo. Sin embargo, el objetivo del magnate mexicano desde que sentó sus reales en la compañía es reducir también los intereses relacionados con el tramo A, algo a lo que la banca se opuso tajantemente si no se llevaba a cabo un nuevo refuerzo de los fondos propios de la compañía a través de otra ampliación.
El tipo establecido para este tramo es de Euribor más un diferencial que va incrementándose con el paso del tiempo, desde el 3% del primer año hasta el 4% para los dos últimos (2017 y 2018).
Complicado para antes de fin de año
Todo apunta a que será precisamente este punto el que constituya el principal caballo de batalla de las negociaciones que, por lo demás, se encuentran en una fase no muy avanzada. Lo ideal para la compañía sería dejar solventado este asunto antes de que finalizara el año pero será complicado, toda vez que las posiciones están aun un tanto alejadas.
Las citadas fuentes apuntan a que para poder ejecutar la ampliación antes de que se cerrara 2015, la operación debería ser aprobada en el próximo consejo de la compañía, previsto para el 11 de noviembre y destinado a la aprobación de los resultados del tercer trimestre, que se publicarán un día después.
Parece improbable que las negociaciones hayan culminado para entonces y también que FCC recurra a la convocatoria de un consejo extraordinario, como en 2014, con el fin de aprobarla con tiempo suficiente para convocar la correspondiente junta de accionistas antes de fin de año.
Las urgencias no son las entonces, cuando FCC precisaba de la ampliación para evitar cerrar 2014 con fondos propios negativos superiores a los 700 millones de euros (lo que prácticamente la hubiera situado en causa de disolución) y Esther Koplowitz necesitaba obtener liquidez a través de la venta de los derechos de suscripción en la ampliación para afrontar los pagos atrasados con sus acreedores personales, superiores a los 100 millones de euros, y evitar males mayores, en forma de ejecuciones de garantías e incluso de concurso.
Koplowitz: dilución pero sin perder consejeros
Eso sí, si finalmente la ampliación de capital de FCC se ejecuta a corto plazo es muy probable que la participación de Koplowitz en la compañía vuelva a diluirse, como ya ocurriera en 2014. La compañía aún no ha recuperado el dividendo, la principal fuente de ingresos de la empresaria, y una nueva venta de derechos de suscripción le ayudaría a reforzar su situación financiera y seguir cumpliendo con la banca acreedora, con la que firmó una refinanciación definitiva a finales del pasado mes de abril.
Actualmente, Koplowitz mantiene un 22,4% del grupo, una cifra que después de la ampliación podría situarse claramente por debajo del 20%. Aun en este caso, sería poco probable que la empresaria perdiera alguno de los cuatro puestos en el consejo de administración que aún mantiene. La intención de Slim con la ampliación no pasan precisamente por este punto y, salvo cataclismo, mantendría el status quo dentro del máximo órgano ejecutivo de la compañía.
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