La presencia de Marcelino Oreja Arburua en Feve fue un visto y no visto. Apenas nueve meses transcurrieron desde su nombramiento, a comienzos del presente año, con el Gobierno recién constituido, hasta su cese, hace dos semanas. Por medio, un error de coordinación del Ejecutivo o un capítulo más de improvisación. Si se trataba de colocar a un ex eurodiputado del PP, hijo de un histórico de la UCD como Marcelino Oreja Aguirre, Feve no era el mejor lugar.
Con el comienzo del nuevo año, el Gobierno comenzó a trabajar en las reformas que iba a llevar a cabo durante el primer semestre, destinadas a recortar el gasto público para tratar de cumplir con el objetivo de déficit marcado por la Unión Europea. En Fomento, todas las miradas se dirigían al sector ferroviario y algunos rumores no tardaron en confirmarse.
Así, en el paquete de medidas aprobado en el último consejo de ministros del mes de abril se incluía la próxima desaparición de Feve, cuyos activos pasarán a formar parte de Renfe (en lo referido a la licencia para operar las líneas) y Adif (en lo correspondiente a las infraestructuras).
La decisión dejaba en pifia el nombramiento de Oreja Arburua como presidente de una sociedad que tenía los días contados, en concreto hasta finales del presente ejercicio. Moncloa trató de solventar el desaire aunque ya era complicado realizarlo en el sector ferroviario en particular y de los transportes en general, donde los principales cargos ya contaban con titular y donde los recortes van a seguir siendo severos, con lo que se corría el peligro de repetir la jugada fallida.
La opción del sector energético
La opción pasaba por recurrir al otro sector en el que Oreja Arburua podía acreditar experiencia, aunque escasa: el de la energía. El ex europarlamentario fue consejero del Ente Vasco de la Energía, organismo encargado de definir la estrategia energética de la Comunidad Autónoma. La ocasión surgió en Enagas, el gestor de la red de gas en el que el Estado mantiene una participación del 5% a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).
Hacía tiempo que la compañía se planteaba contar con la figura de un consejero delegado para satisfacer la demanda de numerosos fondos de inversión que forman parte de su accionariado. Una vez encontrada la salida, el Gobierno procedió a cesar a Oreja Arburua como presidente de Feve para nombrar en su lugar a Antonio Aguilar, hasta entonces director de la División de Organización de la sociedad pública. Todo ello en el consejo de ministros anterior al nombramiento de Oreja Arburua como nuevo consejero delegado de Enagas.
De este modo, el Gobierno se vio obligado a hacer encaje de bolillos en un nuevo movimiento destinado a colocar a personas cercanas al PP en puestos públicos que, en este caso, tuvo que hacer por partida doble.
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