El fiasco inesperado de la OPA sobre Naturgy ha activado la cuenta atrás para que el Gobierno valore el asalto al capital. Esa posibilidad ya estaba sobre la mesa de Moncloa antes de la entrada en escena de Taqa, la empresa de Abu Dabi que pactó con Criteria un plan para tomar el control. El pinchazo de la oferta conjunta abre ahora una vía rápida para que el Estado replique su estrategia en Telefónica y adquiera una participación en Naturgy.
Distintas fuentes empresariales coinciden en que Criteria auspició una operación de calado no sólo para poner orden en el convulso capital de su participada, sino también para frenar las tentaciones intervencionistas del Ejecutivo. El deseo de influir en empresas consideradas estratégicas es compartido por las dos alas de la coalición y se ha reforzado con el desembarco a lo grande en Telefónica (la SEPI ya es el principal accionista, con el 10% del capital). El Gobierno ha demostrado a los mercados -y a sí mismo- que puede hacerlo, usando dinero público pese a no contar siquiera con unos Presupuestos.
El acuerdo con Taqa estaba bien definido pero no era perfecto. Isidro Fainé y Ángel Simón (presidente y CEO de Criteria) buscaron un socio que aplacara las ambiciones de Ejecutivo. Taqa no es un fondo, sino una compañía industrial, especializada en el negocio energético y que invierte con vocación de permanencia. Y, además, tiene dinero: está controlada por un poderoso emirato. En La Caixa vieron claro que Taqa no disgustaría demasiado a Moncloa, sobre todo, si entraba en Naturgy de la mano de Criteria. Con la oferta conjunta, Fainé quería matar dos pájaros de un tiro: alejar una hipotética entrada del Estado en el capital y lograr que el Gobierno no ejerciera su poder de veto.
Fainé prometió al Gobierno mantener a toda costa la 'españolidad' de Naturgy. Y esa promesa es la que ha acabado espantando, entre otros motivos, al inversor árabe
Fainé prometió al Gobierno mantener la 'españolidad' de Naturgy. Y esa promesa es la que ha acabado espantando, entre otros motivos, al inversor árabe. La intención del grupo catalán era depositar las acciones cosechadas en la OPA en una sociedad conjunta y repartir a partes iguales los derechos de voto, con independencia del porcentaje de capital. Era evidente que Taqa se quedaría con una mayor porción, por su mayor músculo inversor y ante la presión de los otros dos grandes accionistas (CVC y GIP) para conseguir un mejor precio.
Fuentes próximas al fondo aseguran que Taqa rechazo aceptar tal reparto de poder. Por un lado, quería consolidar la operación en su cuenta de resultados. Por otro, en Abu Dabi no se entendía que la españolidad de Naturgy no estuviera garantizada, aunque Criteria tuviera una participación ligeramente inferior. El emirato no puede tener un ejemplo más cercano: Cepsa está controlada por su fondo soberano (Mubadala) y mantiene su sede social y toda su estructura en Madrid. Sin embargo, Moncloa siguió presionando en esa dirección y la empresa catalana tuvo que estirar la cuerda… hasta que acabó rompiéndola.
El pacto entre Taqa y Criteria ya es historia. Delante de Naturgy se abre un escenario muy distinto y muy complejo. Y el terreno está más que abonado para el Gobierno ponga un pie en el capital. Los analistas que apuestan por el desembarco estatal destacan dos factores. El primero es la ventana de oportunidad que abrirá GIP en otoño. El fondo fue adquirido en enero por BlackRock. La operación culminará todos los trámites administrativos en el tercer trimestre. Salvo sorpresas, el gigante que lidera Larry Fink empezará a deshacer posiciones en Naturgy, para ajustarla a la exposición que ya tiene en otras empresas del Ibex. Dos ejemplos: controla el 5,3% de Iberdrola y el 5,4% de Repsol.
A diferencia de CVC, que no puede permitirse vender con excesivas minusvalías, BlackRock tiene margen para salir cuando decida. Además, fuentes del mercado coinciden en que el 'megafondo' neoyorquino no estará dispuesto a soportar el 'calvario administrativo' al que le someterá el Gobierno español si desea mantener el 20% de GIP.
Desplome de Naturgy
En el parqué se da por hecho que lo hará pronto y con colocaciones aceleradas de acciones de Naturgy. Esa operación pondrá a disposición del Gobierno un paquete similar al que ya tiene en Telefónica y a un precio probablemente atractivo, si la empresa gasista no logra levantar cabeza. El día posterior a la retirada de la oferta se hundieron un 15%, perdiendo todo lo ganado en dos meses.
La hipótesis del asalto estatal también cobra fuerza por otra razón: las dificultades que tendrá Criteria para encontrar otro socio dispuesto a entrar en Naturgy. El caso de Taqa y lo sucedido en Telefónica han creado un pésimo precedente, que puede espantar a un tipo de inversores que aporta dinero, conocimiento y estabilidad: los árabes. Descartados los fondos rusos -por razones obvias- y los chinos -por el carácter estratégico de Naturgy-, el abanico de candidatos con posibilidades se reduce prácticamente a dos: los estadounidenses y los procedenes del Golfo Pérsico.
El problema es que los primeros tienen destinos atractivos en su propia casa, por la normativa y las golosas ayudas que ha desplegado la Administración de Joe Biden. Y entre los segundos cunde la sensación de que España es un país cada vez más complicado -e inseguro- para invertir. Semejante panorama eleva al máximo la presión sobre los estrategas de La Caixa y reduce considerablemente los obstáculos para que el Gobierno se adentre un poco más en el Ibex.
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