Usted es único. Irrepetible. Usted es genuino, irreplicable. Somos 7.000 millones de personas sobre la tierra, pero si cada una de esas personas tuviera una fotografía de su rostro en una gran base de datos no habría ninguna repetida. Tampoco una voz igual. Ni una huella digital con los mismos surcos. Ni un iris con las mismas vetas y colores.
Esta particularidad que cada ser humano tiene por el mero hecho de serlo es la que está detrás del futuro en el mundo de los pagos móviles. Hasta ahora el certificado de un pago a través de tarjeta o mediante transacción bancaria ha ido acompañado de la introducción de una contraseña que sólo sabe el propietario de la cuenta.
En ocasiones resulta engorroso: las claves se pierden, se tienen que cambiar, no se recuerdan... ¿Y si el cuerpo humano fuera la propia clave?
En la actualidad ya se utiliza el reconocimiento facial o de la huella digital para desbloquear teléfonos de última generación y otros dispositivos tecnológicos. Ahora el reto está en llevar este ecosistema al mundo de los pagos.
Mastercard ha presentado recientemente cuál es su visión en este sentido, con múltiples aplicaciones que permiten abonar productos y servicios a través de los rasgos y particularidades únicas de cada persona. Nada en lo que ya no estén trabajando en España entidades como Santander, BBVA o Bankia, pero la compañía de pagos va un paso más allá.
Pagar con la voz
Una de las aplicaciones con las que ya trabaja la compañía -ya está lanzada comercialmente en varios países- permite al usuario aprobar pagos mediante el reconocimiento del sonido generado por sus cuerdas vocales. Mediante palabras. El usuario puede adquirir, por ejemplo, comida y bebida en algunos países donde se encuentra la firma Subway a través de Facebook Messenger y validar la operación con la voz, respondiendo a la pregunta de si desea esos productos con un simple "Sí".
Tan sencillo como eso. La tecnología de reconocimiento vocal también está presente en otro proyecto que la compañía tiene en colaboración con General Motors, el cual permitirá a los conductores de los vehículos de la firma norteamericana comprar determinados productos incluso conduciendo.
Cuando en una web queda interrumpido un proceso de compra, es posible que terceros puedan modificarlo. No sucedería así con la biometría
El coche será capaz de identificar las preferencias del conductor. En función de la ruta que esté realizando interpretará si se trata de un viaje de trabajo o de placer y se ofrecerán productos a la carta. Desde el vehículo, y sin levantar las manos del volante ni los ojos de la carretera, el conductor podrá reservar un café y un bollo en alguna de las cafeterías que se encuentran en su camino. El sistema le preguntará de viva voz si desea pagar las viandas y el conductor sólo deberá responder 'Sí'. Después sólo tendrá que parar en el establecimiento, recoger su café y seguir con su camino.
Lo mismo sucede con la gasolina. Cuando el vehículo detecte que es necesario repostar, sugerirá a través del sistema de audio parar en la gasolinera más cercana para llenar el depósito y pagar por anticipado, confirmando el proceso con la voz. Después sólo habrá que detenerse, repostar y continuar con la ruta. Un servicio que está previsto vea la luz en términos comerciales el año que viene.
Máquinas de 'vending' sin monedas
La compañía también ofrece soluciones a través del móvil que permiten abonar en máquinas expendedoras. Solo habrá que acercarse a la máquina (que contará con Internet de las Cosas), seleccionar el producto y, tras conectarse desde el teléfono a la misma, validar el pago con la huella digital, ni claves ni contraseñas: el pulgar basta y sobra para realizar esta clase de operaciones.
Digital Payments es otra de las soluciones presentadas por Mastercard. Está ligada al móvil y desde el mismo el usuario puede elegir con qué tarjeta realizar cada pago -el sistema permite asociar varias a la cuenta- y realizarlo. Pensemos, por ejemplo, en cómo hacemos las compras en internet actualmente. Básicamente seleccionamos uno o varios productos y procedemos al pago, que concluye con la introducción de una clave. Pues bien, ahora esa última fase se trasladará al teléfono móvil, donde se podrá escoger con qué tarjeta pagar y firmar con el pulgar, apoyándolo sobre la pantalla. La solución ya está presente en 80 países, entre ellos, España.
Un 85% de los pagos aún se realiza en efectivo
Aunque aún hay claroscuros en el entorno de la seguridad de toda esta clase de tecnologías, también aporta ventajas. Cuando en una web queda interrumpido un proceso de compra, es posible que terceros puedan modificarlo. No sucedería así con la biometría, puesto que se necesita siempre algún rasgo único (rostro, iris, voz, huella digital) del propietario de las tarjetas.
Reconocimiento facial: solo funciona si estás vivo
Los sistemas de reconocimiento facial de la compañía de pagos se activan cuando el usuario se sitúa frente a la cámara para concluir una operación de compra, pero la aplicación solo procede con ella si detecta que el usuario pestañea, certificando así que está vivo. El objetivo es que este tipo de operaciones no se realicen con personas fallecidas.
¿Y qué pasa si ponemos delante de la cámara, a través de la pantalla de otro teléfono, un vídeo de esa persona en cuestión para tratar de engañar al sistema? Lo cierto es que desde Mastercard se han limitado a responder que esta aplicación está en periodo de pruebas y que están trabajando este tipo de aspectos.
La seguridad sigue siendo uno de los puntos más sensibles de los sistemas biométricos. Las imágenes se pueden grabar a alta resolución, lo mismo que las voces, y hay sistemas capaces de reproducir la piel humana y los mapas de huella digital con mucha precisión. Sería el equivalente a falsificar una llave, pero con los rasgos humanos. El reto, ahora, no está en la tecnología que hará posible pagar con nuestro cuerpo, sino en proteger al usuario. Por eso también se trabajan otros aspectos únicos del mismo, como la frecuencia y presión que ejerce sobre las teclas de su teléfono o la forma en que desliza los dedos sobre la pantalla del mismo, que son más difíciles de replicar.
También en convencer al usuario de utilizar más los sistemas de pago electrónicos. Estamos en 2017 pero un 85% de los pagos aún se realiza en efectivo.
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