El mundo digital se mueve a velocidad de vértigo, y como en casi todo en esta vida, para moverse en él es necesario... un buen abogado. Rafael García del Poyo es especialista en negocios digitales, segmento que, asegura, es el que mueve y moverá el mundo: "La banca ya es un negocio digital, los gobiernos ya tienen interacciones digitales, las empresas se relacionan con sus empleados utilizando cada vez más tecnología digital... todo es digital". Un mundo en el que China y, sobre todo, Estados Unidos, se están moviendo a velocidad de vértigo y en el que "la vieja Europa" está quedando rezagada, bien por descapitalización tecnológica, bien por sus múltiples jurisdicciones que hacen que reaccione mucho más lentamente.
El propio Julian Assange, dueño de WikiLeaks, ya lo avisó en su momento: Google está al servicio del gobierno norteamericano, realizando tareas de espionaje económico y político para Washington. Por eso pidió a los países de Unasur que creen su propio motor de búsqueda como ya han hecho Rusia y China. Assange piensa que para evitar el espionaje político e industrial, los países deben 'desconectarse' de Google. Utilizar la tecnología norteamericana te deja en desventaja, piensa el ingeniero australiano. Del Poyo opina que "ese es el papel que Assange ha elegido para sí y, en lo que se ha convertido: el de generador de alerta en los ciudadanos." Sin embargo, no se trata de ver fantasmas en cualquier parte sino que debemos admirar el crecimiento y la evolución de las grandes empresas tecnológicas norteamericanas. "Estas empresas son lo que son porque Silicon Valley no es un 'invento' de ahora, sino que se ha ido gestando a lo largo de más de 90 años. Estados Unidos mantiene una red envidiable de universidades y de centros de investigación, ha pasado dos guerras mundiales, una guerra fría con todos sus desarrollos tecnológicos y otras muchas circunstancias históricas y sociales que han contribuido a que Silicon Valley sea el ecosistema actual: un lugar extremadamente propicio para el desarrollo de este tipo de compañías. Pretender replicar o imitar este modelo hoy en día en Europa nos va a resultar muy difícil".
La banca tradicional no tiene interés en que los gigantes tecnológicos entren en su negocio, pero lo ve como algo inevitable
Entre las muchas ideas que rondan a los gigantes tecnológicos USA, que ni siquiera saben qué será de ellos en 10 años teniendo en cuenta lo rápido que evolucionan, una de las más potentes es su entrada en banca. "La banca tradicional ya ve en esas empresas a potenciales competidores. De hecho, podría ser que alguna de ellas estén ya buscando el lugar adecuado para llevar a cabo su proyecto 'piloto' en el negocio bancario". Estas empresas son especialistas en procesar y analizar la ingente cantidad de datos que registran diariamente y tienen una cantidad apabullante de cash generada con sus ingresos recurrentes... sólo necesitan dar el paso.
Y lo darán dentro de muy poco, asegura Del Poyo: "Las conversaciones más interesantes que, desde un punto de vista jurídico he mantenido han tenido lugar con abogados de estas grandes compañías tecnológicas norteamericanas. Ellos tienen un conocimiento abrumador no sólo de cómo funcionan el sistema jurídico de su país sino también el de muchos de los países del mundo en los que operan. Conocen el derecho de la Unión Europea de forma especialmente exhaustiva, aunque se han formado en el derecho norteamericano. Son gente que está pendiente de todo, no se les escapa nada. Ellos estudian todas las posibilidades y, por supuesto, cuentan con el apoyo de los primeros espadas en esta disciplina."
¿Cómo reaccionar ante ellos?
La impresión -de este periodista- es que Europa, y España en particular, se encuentra desvalida ante estos gigantes tecnológicos. Por ejemplo, Facebook, que con unos ingresos aproximados de 100 millones de euros en el país, apenas paga 60.000 en impuestos. El abogado insiste en que "en derecho fiscal la legislación es la que es y es la que se aplica. El trabajo del abogado es asesorar a su cliente siempre dentro del marco de la legalidad vigente.".
Los norteamericanos han sacado gran ventaja al resto en estos últimos 10 años y gracias a internet. Recuperar el tiempo perdido es clave.
En Europa, cada país ha reaccionado de una forma diferente. El estilo de Reino Unido, por ejemplo, es liberal en el sentido de 'laissez faire', por eso allí Uber y Airbnb se han integrado con mayor facilidad en las economías locales, con leyes novedosas y extremadamente permisivas. En España, la situación es distinta: la actividad de Uber ha sido suspendida cautelarmente y a Airbnb se le ponen trabas. "La economía colaborativa no consiste solamente en ahorrarnos dinero, sino en facilitar a los usuarios en el entorno digital opciones distintas pero, eso sí, de una forma completamente lícita. Se trata de aprovechar recursos- en ocasiones- infrautilizados o de generar experiencias de usuario distintas de las que nos aportan los productos o servicios tradicionales", dice Del Poyo. Otra cosa es que Uber, de acuerdo con lo que dicen los tribunales en España, parece no estar haciéndolo de una manera lícita. De hecho, un auto de un tribunal español ha ordenado el cese de su actividad sin –prácticamente- preguntarles.
Sin embargo, lo más probable es que, a largo plazo, la historia se repita y "las nuevas tecnologías terminen con las viejas profesiones. Así ocurrió en su momento con los herreros, relegados progresivamente a un segundo plano hasta su práctica desaparición una vez que se inventó la máquina de vapor. Así ha pasado muchas veces en la historia". Las legislaciones europeas tienen ante sí un reto descomunal: tratar de sacar más partido de internet, que en los últimos años ha creado un gran desequilibrio con Estados Unidos. "Desde fuera, a Europa se nos percibe como un continente menos dinámico, por nuestra manera de pensar o de regular nuestras relaciones, por la pirámide de nuestra población y por otras circunstancias, pero también se nos percibe como depositaria de ciertos 'viejos' valores, como la protección social de los trabajadores. En todo caso, debemos tener cuidado de no perder todos nuestros 'viejos' valores -muchos de ellos muy positivos- que no conviene dejar de lado ni abandonar porque constituyen nuestra identidad."
Competir en pie de igualdad con los gigantes norteamericanos ya es otra cosa: "Para ello, necesitamos mucha más cultura y educación. Somos conscientes de que se trata de una solución más a largo plazo, aunque es cierto que nuestras necesidades como sociedad son más cortoplacistas. Tenemos que ser capaces de dotar a nuestros ciudadanos con más herramientas de creatividad y en la que la tecnología tenga un protagonismo cada vez mayor." Es la única forma en la que España y Europa puedan evitar ser tanto una colonia de Norteamérica, al menos, en lo que al mundo de internet se refiere.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación