Suena el tic tac en la corporación Mondragón. La solicitud de preconcurso de acreedores de su marca estrella, Fagor, ha estallado en la cara del grupo vasco justo cuando su presidente trataba de introducir el debate sobre la pertinencia de mantener o no su modelo cooperativo, que ha preservado con éxito durante más de 50 años. Ahora, las opciones son pocas: o encuentra la forma de aportar 120 millones de euros para la reestructuración de Fagor (esto es, laminar su estructura, que se ha convertido en inviable, y dejarla en mínimos) o la otrora exitosa marca de electrodoméstricos podría arrastrar a toda la corporación, un 'mastodonte' industrial con unos 90.000 empleados (70.000 en España y otros 20.000 en el extranjero). El dinero para el 'rescate' de Fagor debería aportarse a tres bandas: una parte el Gobierno de España (favorable a ayudar a Mondragón por motivos económicos y políticos), otra el Gobierno vasco del lehendakari Íñigo Urkullu y una tercera parte la propia corporación, con fondos que deberían salir de sus distintas cooperativas.
Txomin García y Xabier Mutuberria (Caja Laboral y Urona) se niegan a aportar dinero para el desguace ordenado de Fagor, con la tesis de que no les afecta
Fagor supone más o menos el 10% de la cifra de negocio del grupo y un 7% de sus trabajadores. Una importancia en teoría manejable para el conglomerado, pero hay temores fundados de que una caída descontrolada del fabricante de electrodomésticos pudiera llevar a la tumba a todo Mondragón. Los gobiernos español y vasco se muestran muy preocupados por la situación, pero sus intentos de que se llegue a un acuerdo están topándose con dos escollos inesperados: Txomin García y Xabier Mutuberria. Son los máximos responsables de Caja Laboral (el brazo bancario del grupo) y de Orona, fabricante de ascensores, que ha trabajado en edificios tan relevantes como el Palau Sant Jordi de Barcelona o el Museo del Prado de Madrid. Según fuentes conocedoras de la situación de Mondragón, ambos gerifaltes se han negado a poner dinero para favorecer la reestructuración de Fagor y de esta forma 'aislar' el problema. Su tesis es que el problema de Fagor es del fabricante y en ningún caso sistémico del grupo. La realidad de la naturaleza mutual de Mondragón parece indicar lo contrario. Lagun Aro, la aseguradora del grupo que se encarga de cubrir el desempleo de sus trabajadores (considerados legalmente como autónomos y por tanto sin derecho al desempleo por vía ordinaria) ha reconocido a 'El Correo' que no tiene capacidad para hacer frente al desembolso del subsidio de 1.630 personas con los apenas 35 millones de euros que tiene de colchón.
En el fondo del asunto está la propia estructura organizativa de Mondragón. Porque "la corporación que los lidera no tiene ningún poder efectivo para tomar medidas que afecten a situaciones que golpeen de manera estructural al grupo. Hay presidentes o directores generales, pero sin capacidad real de tomar decisiones". Desde la Corporación ni confirman ni desmienten esta tesis; se remiten a la información publicada el pasado miércoles -cuando se dio a conocer que iba a preconcurso para reestructurar su deuda- y aseguran que no tienen más novedades por el momento.
Desbarajuste interno
El desbarajuste interno en la entidad guipuzcoana es notorio. La cooperativa está organizada como una suerte de cabeza de hidra en la que democracia alcanza su máxima expresión, la democracia asamblearia donde todos tienen voz y voto y donde las decisiones, por tanto, se toman muy lentamente. La presidencia de la institución, aseguran, tiene una capacidad de decisión muy reducida y la negativa de García y Mutuberria podría hacer que la operación de rescate a Fagor no pudiera realizarse. "La corporación no les puede forzar a que pongan dinero y están ganando tiempo para intentarles convencer", estrategia en la que se encuadra el preconcurso de acreedores. Ambos líderes defienden que no se verían afectados por la caída desordenada de Fagor, algo que no piensan otros, que ven a Eroski como el siguiente punto débil. A Txomin García le llamó la inspección del Banco de España para decirle que Caja Laboral tenía un riesgo altísimo "si se producía cualquier shock dentro del grupo". Aproximadamente la mitad de la deuda que tienen es con bancos y la otra con administraciones y con sus propios trabajadores, en un sistema parecido al de El Corte Inglés en el que utilizan los ahorros de sus empleados para su propia financiación (en el caso de la marca de distribución, tienen 3.500 en deuda bancaria y otros 1.500 con los empleados). "Si la deuda fuera bancaria, sería más fácil gestionarla como una corporación", comentan fuentes financieras conocedoras de la situación del grupo industrial.
Los gobiernos español y vasco buscan que se convenza a los disidentes para que acepten un rescate a tres bandas de Fagor que permita aislar el peligro de su caída
El entramado de deudas entre distintas cooperativas dentro de la corporación también es una auténtica madeja, por lo que la interconexión entre todas ellas si Fagor cayera sería más que evidente. Con la ley de Cooperativas vasca, si una cooperativa quiebra, sus acreedores pueden ir contra los cooperativistas en última instancia. En el caso de Caja Laboral, los temores tienen otro nombre: pánico bancario. Una huida de depósitos si los clientes percibieran que la estabilidad de la caja está en peligro sí que supondría una puntilla para la misma y tal vez para el grupo. Caja Laboral es la torre sobre la que se sustenta todo Mondragón y quedaría muy debilitada si tuviera que provisionar pérdidas en Fagor y tal vez en Eroski.
Dos semanas cruciales
Se abren ahora unas semanas cruciales para el futuro del potentísimo grupo. Los poderes políticos centrales y forales van a tratar de vencer las reticencias de Orona y la Laboral. Asumir que Fagor es inviable con el actual modelo, ayudar a redimensionarlo, reducir plantilla y aislar el 'tumor' antes de que se convierta en metástasis para el grupo. Íñigo Urkullu, que antes de ganar las elecciones vascas ahora hace un año ya era consciente del reto que suponía la salud del primer grupo financiero, quiere poner toda la carne en el asador para evitar un "Lehman a la vasca", en palabras de un conocedor de la situación. Desde Moncloa también son conscientes del reto y no en vano ya ha habido reuniones en el pasado con Mondragón por parte de la Oficina Económica. Todos saben que Mondragón es poderoso, que tiene un modelo exitoso que es un ejemplo para todo el país: industria, I+D, exportación, empleo cualificado... Una 'joya' de la economía vasca que la 'marca España' no puede permitirse ver caer.
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