El flamante consejero-director general de Iberdrola, José Luis San Pedro, ha recibido una suerte de caramelo envenenado con su nuevo cargo, para el que fue nombrado el pasado 24 de abril. El ejecutivo bilbaíno, un histórico de la compañía, ha visto reducido considerablemente su blindaje en caso de despido respecto a su anterior puesto en la eléctrica, el de director general de Negocios. Si antes a San Pedro le correspondían, como al resto de altos directivos de la compañía, cinco años de sueldo en caso de ser despedido sin causa justificada, a partir de ahora sólo tendrá dos.
El motivo, dicen en Iberdrola, es la progresiva adaptación a las normas de buen Gobierno corporativo, que aconsejan rebajar los plazos de este tipo de cláusulas. La eléctrica, que empezó a incluir paracaídas dorados para sus altos directivos en 2000, sólo está aplicando esas rebajas para los nuevos nombramientos en su cúpula.
“Para los nuevos contratos con consejeros ejecutivos y altos directivos, el límite [de años de indemnización por despido] será de dos anualidades. Así es en el caso del nuevo consejero ejecutivo nombrado el 24 de abril de 2012”, señala la compañía, refiriéndose a San Pedro, en el informe anual sobre remuneraciones de los consejeros que remitió ayer, junto a la convocatoria de la Junta de Accionistas, a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
A San Pedro, de 66 años, le rebajan el blindaje, pero todo apunta a que podrá aumentará sus emolumentos con respecto a su anterior cargo en la compañía, en la que trabaja desde hace 41 años. Aunque su anterior sueldo no es público, el ejecutivo bilbaíno cobró el año, pasado, junto a los otros seis altos directivos, la suma agregada de 8,36 millones, lo que supone una media de 1,2 millones por cabeza.
Por sus nuevas atribuciones, el nuevo número dos de Iberdrola cobrará un fijo de 1 millón de euros y un variable anual de otro millón, ligado a una serie de objetivos.
Tres de ellos (mantener el beneficio, el dividendo y el apalancamiento de 2011), por importe del 60% de esa partida, dependen de San Pedro y de cómo le vaya a la empresa; el cuarto y más importante (por sí sólo supone el 40% de la paga variable), no tanto: al bilbaíno se le exigen “mejoras regulatorias en todas las áreas de negocio”, señala el documento.
El blindaje que no cambia es el del presidente ejecutivo de la eléctrica, Ignacio Sánchez Galán, que mantiene las cinco anualidades (uno de los paracaídas dorados más altos del Ibex) incluidas desde que, en 2001, Iberdrola le fichó como consejero delegado. En 2011, el ejecutivo salmantino cobró por todos los conceptos 6,3 millones, sin contar más de medio millón de acciones valoradas en 3,2 millones en el momento de su entrega. En caso de despido, su finiquito superaría los 30 millones.
Iberdrola indica que todavía "no se han adoptado acuerdos" respecto a la política de retribución de sus dos consejeros ejecutivos (Galán y San Pedro) para los próximos años, pero prevé "una tendencia de continuidad con la que se ha venido aplicando en los últimos ejercicios".
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