Las alarmas están próximas a saltar en Iberia. El próximo viernes se cumplen seis meses desde la firma del acuerdo de mediación que puso fin a una huelga sin precedentes en la compañía como protesta por el plan de ajuste de la aerolínea. El 13 de septiembre es la fecha límite marcada para la constitución de una comisión de seguimiento de los contenidos de dicho acuerdo y, también la que marca el fin del compromiso de paz social que asumieron los firmantes. Pero la comisión no se ha formado y la paz social comienza a estar seriamente amenazada.
A fecha de hoy, las centrales sindicales no han recibido siquiera una llamada de la dirección de la compañía para sentar las bases de la comisión de seguimiento.
Si ésta no se forma antes del viernes será el primer incumplimiento del acuerdo de mediación, auspiciado en su día por el Gobierno cuando las negociaciones entre los trabajadores y la dirección de la compañía terminaron sin acuerdo y los sindicatos convocaron una huelga de quince días completos (posteriormente reducido a diez porque el acuerdo se firmó antes de que llegaran las cinco últimas jornadas de paro).
Algunos rumores que circulan por las centrales apuntan a que Iberia podría proceder durante esta semana a realizar esa llamada y proceder al menos al establecimiento de las bases de la comisión.
Sin embargo, el ambiente es de divorcio entre las partes. Los sindicatos consideran intolerable no haber tenido noticias de la aerolínea hasta el momento, aunque la tensión viene de atrás.
Conflicto colectivo
En concreto, los sindicatos presentaron en la Audiencia Nacional una demanda de conflicto colectivo por entender que la compañía había actuado de mala fe en la negociación de los objetivos de productividad, tal y como se contemplaba en el pacto de mediación. Según éste, si no se llegaba a un acuerdo en esta materia (como así ocurrió), Iberia procedería a rebajar un 4% adicional el salario de los trabajadores.
Los sindicatos alegaron por entonces como prueba de la actuación de Iberia que una de las mesas de negociación no llegó ni a constituirse y que la actividad del resto se limitó a continuas negativas por parte de la dirección de la empresa.
Sin embargo, hay otro aspecto que está añadiendo más tensión a la situación: el hecho de que la compañía no ha explicado a los trabajadores cuál va a ser su futuro, hacia dónde marchará la nueva Iberia tras el ajuste pactado que contempla el despido de algo más de 3.100 trabajadores, rebajas salariales medias del 14% para el resto y un ahorro en coste de personal de no menos del 40% para la compañía.
En medio de todo esto, los mensajes del consejero delegado de IAG, Willie Walsh, hablando sobre la necesidad de nuevos ajustes en la aerolínea española, no contribuyen precisamente a apaciguar los ánimos. Especialmente después de que el holding que engloba a Iberia junto a British Airways y Vueling anunciara la compra de nuevos aviones que, en lo que afecta a Iberia, tan sólo renovarán su flota pero no la harán crecer.
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