El ministro de Industria y Energía, José Manuel Soria, ha hecho caso omiso a todos (absolutamente todos) los informes elaborados por los reguladores españoles sobre la maraña de normas de la reforma energética aprobada por el Consejo de Ministros del pasado 12 de julio.
Es verdad que tanto la Comisión Nacional de la Energía (CNE) como la Comisión Nacional de Competencia (CNC) estaban en sus últimos estertores cuando Industria, por cumplir con los cauces establecidos, les envió el amplio paquete de medidas para que informasen sobre ellas.
CNE y CNC desaparecerán en las primeras semanas de octubre, cuando eche a andar el nuevo superregulador CNMC, pero sus técnicos, que tuvieron que recortar sus vacaciones estivales, hicieron su trabajo y elaboraron los preceptivos informes exigidos por Industria.
De nada sirvieron. La CNC criticó duramente el Anteproyecto de Ley del Sector Eléctrico y el hecho de que no solucione los grandes problemas: falta de competencia y exceso de retribución a algunas tecnologías. También censuró la CNC los nuevos peajes introducidos por Soria para dar la puntilla al autoconsumo, especialmente en el sector solar, que habría dado una alternativa al sector y también a los hogares para poder reducir su factura eléctrica bimensual.
El portazo de Soria a la CNE fue sangrante: el mismo día en que llegaron sus informes salió la Ley del Consejo de Ministros, con lo que nada de lo que se proponía en ellos se tuvo en cuenta para mejorar la norma
Lo de la CNE fue más sangrante, porque el mismo día en que el Consejo de Ministros daba luz verde al proyecto de Ley del Sector Eléctrico para remitirlo a las Cortes llegaron a Industria los informes elaborados por este regulador sobre seis Reales Decretos.
Fue el pasado viernes 20. Los informes de la CNE no han servido para nada, van directos al cajón de los olvidos, lo que ha levantado nuevas críticas de todo el sector eléctrico en pleno, desde el tradicional al renovable, por “el poco aprecio que le tiene este Gobierno a los reguladores y a que actúen con cierta independencia”, señalan uno de los directivos del sector consultados.
“Soria sabía que los informes de la CNE llegaban ese mismo día y llevó la Ley Eléctrica al Consejo de Ministros, ninguneando en tiempo real al regulador presidido por Alberto Lafuente”, denuncia otra fuente.
Pero el modus operandi del ministro canario con la reforma energética no sólo se ha criticado en clave interna. También fuera de España ha sorprendido que la reforma energética no ataje verdaderamente los problemas y desequilibrios del sistema eléctrico. El pasado 10 de diciembre, la agencia de calificación Fitch sentenció tajantemente que los planes de Portugal de eliminar su déficit de tarifa eléctrica “son más creíbles que los de España”.
La agencia Fitch aplaude a Portugal por su fórmula para acabar con el déficit, mientras critica a España por no fijar ni objetivos ni plazos y por la falta de independencia de los reguladores
Fitch señala que el plan luso se beneficia de un plazo fijo para la eliminación del déficit (2020), un calendario detallado y un proceso de supervisión, algo que no ocurre en el programa español, que “no concreta ni objetivo ni fecha para la eliminación de ese déficit”.
Pero el report de Fitch (ver nota en su versión original en inglés) fue más allá y lanzó una dura crítica a la falta de independencia del regulador eléctrico en España. La agencia de rating estadounidense alabó la independencia del regulador portugués de su Gobierno, pero criticó que la “falta de suficiente independencia del regulador español” habría contribuido en el pasado a que se dispararan los costes.
Fitch recuerda que aún hay tiempo para que el nuevo regulador, la CNMC, enmiende las medidas que no han sido corregidas por la falta de independencia de la CNE. Y lanza una advertencia a futuro: “Queda por ver si estas medidas se desarrollan bajo una verdadera independencia regulatoria”.
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