“Aprovecho para despedirme”. Fue la penúltima frase de Juan Béjar, vicepresidente y consejero delegado de FCC, antes de acabar su intervención en la junta de accionistas. La última fue para desear que los próximos objetivos de la compañía se alcancen. No fue un ‘hasta el año que viene’ ni un ‘hasta pronto’. Sonó a despedida de las definitivas. Y hasta pareció improvisado, sin que entrara en el guión.
El discurso, que tradicionalmente en estos casos se refiere al ejercicio anterior, fue en realidad una glosa de toda su etapa como CEO del grupo, desde comienzos de 2013 hasta ahora, los años en que FCC y Esther Koplowitz, la que fuera su principal accionista hasta finales de 2014, vivieron peligrosamente y que se superaron, en buena medida, gracias a la gestión de Béjar.
Poco antes de ese adiós que sonó a ‘hasta siempre’, el ejecutivo pronunció otra frase para la posteridad: “queda mucho por hacer”. Para que a nadie se le olvidara, las cuatro palabras aparecieron en las pantallas instaladas en la sala de juntas, con grandes caracteres y en el tono verde corporativo de la empresa. Una señal, un testigo que debe recoger quien viene por detrás, esto es, el grupo de Carlos Slim, los nuevos accionistas mayoritarios del grupo.
El magnate mexicano, poseedor de la cuarta fortuna del mundo según la lista que actualiza diariamente la agencia Bloomberg, no vio la frase impresa ni el tono de despedida de Béjar porque fue el gran ausente de la cita. Una conferencia en Reino Unido, programada antes de la asamblea de la compañía, fue el impedimento. Pero bien pudo adelantársela en el consejo que FCC celebró este martes, previo a la junta, en el que sí estuvo presente Slim, así como en la jornada anterior y en la posterior, en las que hizo uno de sus ya tradicionales pases de revista.
Algunos apuntan a que en uno de los siguientes más inmediatos ya no verá a Juan Béjar en su despacho. Por demás, aseguran su presencia en la reunión del consejo de administración del mes de julio. A partir de ahí… todo queda en ese espíritu de la compañía al que tanto hizo alusión en su discurso la presidenta, Esther Alcocer Koplowitz, encarnado en su madre, Esther Koplowitz, que escuchaba emocionada desde su sitio en las primeras filas de la sala.
Reducir deuda, negociar con la banca...
También Béjar tuvo palabras cariñosas para Esther Koplowitz aunque, eso sí, contó con la inestimable colaboración de uno de los accionistas que tomó la palabra y que fue quien más se deshizo en elogios con la empresaria. Hubo un tiempo en que la relación entre el consejero delegado y la segunda accionista del grupo pasó por mejores momentos. Pero no era el día ni el lugar para pasar facturas.
Hubo, sin embargo, más cariño hacia Koplowitz que hacia las huestes de Slim, que desde enero han tomado las riendas de FCC. Ese “queda mucho por hacer” dirigido hacia ellas incluía los objetivos de seguir reduciendo deuda (unos 6.000 millones al cierre de 2014), de tratar de renegociar con la banca los intereses de la misma (fijados ahora en una media del 5,2%) y de reducir la ratio deuda/Ebitda, en la actualidad situada levemente por encima de seis veces, por debajo de cuatro. Sólo entonces podrá recuperarse el ansiado dividendo.
Pero para entonces, quién sabe si las cuentas las rendirán las mismas personas. El actual contrato de Béjar, renegociado tras el cambio de control en la compañía, tiene vigencia hasta finales de año. La convivencia con el grupo de Slim no está resultando fácil y el segundo escalón del poder también está desgastado.
“La situación de la compañía ahora es infinitamente mejor que hace un año, no tiene ni punto de comparación”, aseguró Béjar. Quedó a modo de legado. Hace unas semanas, empaquetó gran parte de sus acciones de FCC y las colocó en el mercado; este jueves se despidió de los accionistas. El siguiente paso natural, salvo sorpresa, sería el de los bártulos del despacho.
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