Se dice que los negocios de la cosmética y el lujo están entre los que mejor aguantan las crisis económicas. Y, en el caso de la filial española de la multinacional L'Oréal, la regla se cumple y confirma que la tempestad económica va por barrios.
Ajena al escándalo que desde hace años rodea al reparto de la multimillonaria herencia de la familia fundadora de la compañía, líder mundial de su sector (un affaire que ha salpicado al mismísimo Nicolas Sarkozy), L'Oréal España S.A. registró el año pasado el tercer incremento consecutivo de su beneficio neto, que alcanzó los 51,2 millones de euros, un 3,6% más que en 2011, y se apuntó el tercer mejor resultado de la última década, sólo superado por los de los ejercicios 2008 y 2005.
La cifra, que figura en la última memoria financiera de la matriz, duplica el beneficio de la filial en 2009 (24,2 millones), su peor ejercicio de los últimos diez años, e ilustra el buen comportamiento de las cuatro divisiones del grupo en España (no hay datos desglosados), cuya facturación ronda los 650 millones: gran consumo (la más importante por facturación a escala mundial), lujo, productos profesionales y cosmética activa. Bajo esa sociedad se aglutina la mayor parte del negocio español de la empresa francesa en el país, salvo el de la cadena The Body Shop.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que el peso de España en el grupo a escala mundial es muy pequeño, dado que la matriz facturó en 2012 casi 22.500 millones de euros (un 10,4% más), en el primer ejercicio en el que los mercados emergentes (en especial, Asia) aportaron más que Europa Occidental y Norteamérica.
El grupo, propietario de conocidas marcas como Lancôme, Maybelline y los productos capilares Garnier, acaba de nombrar a Rémi Chadapaux nuevo director de su división de Lujo en España, en sustitución de Yann Le Bourdon, su responsable desde finales del 2008, que pasa a dirigir esa área de negocio (la segunda en importancia para el grupo) en Latinoamérica, con sede en Brasil.
Fuentes de la compañía destacan la “buena evolución” de algunas de sus marcas de lujo, como Lancôme, que ha logrado en 2012 volver a posicionarse como primera marca en belleza selectiva, y Kiehl's (muy centrada en cosmética masculina de alta gama), que está registrando crecimientos anuales del 30% y en España (su segundo mercado europeo y décimo a escala mundial) cuenta ya con 23 tiendas propias, frente a las 15 de 2011.
Desde que arrancó la crisis, L'Oréal ha vivido algunos sinsabores en España, como el cierre, en 2010, de la planta de su filial Productora Albesa en San Agustín de Guadalix, que tenía casi 200 empleados, o la millonaria multa (más de 23 millones de euros) que le impuso la Comisión Nacional de la Competencia en 2011 por liderar, junto a otras siete empresas, un cártel en el negocio del champú.
El grupo, cuya filial española aportó en 2012 a la matriz 30,9 millones en dividendos (frente a los 49,4 millones de 2011), tiene unos 2.200 empleados en España y comercializa unas 25 marcas. Cuenta con una planta de productos capilares en Burgos que abastece a todo el mundo, con unos 600 empleados, y hace mes y medio inauguró en Barcelona la mayor escuela de peluquería de Europa, en la que ha invertido 2,5 millones de euros.
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