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El exministro Manuel Pimentel crea una firma de mediación en conflictos laborales

Constituye una sociedad dedicada a la resolución negociada de contenciosos. El que fuera titular de Trabajo con Aznar pretende evitar “la bronca total en el juzgado” en estas disputas, como hizo durante el conflicto entre Aena y los controladores.

Su labor de mediación permitió pacificar a principios de 2011, en tiempo récord, un largo conflicto laboral entre Aena y los controladores aéreos; y hace cerca de un año intercedió, en esa ocasión, sin éxito (sus planteamientos no convencieron a ninguna de las partes), en el contencioso entre Iberia y los pilotos.

Ahora, y tras su bagaje al frente del Ministerio de Trabajo durante el primer Gobierno de José María Aznar, el exministro, empresario y escritor Manuel Pimentel parece haber encontrado en la resolución negociada de contenciosos un nuevo nicho de negocio. Para ello, acaba de constituir la firma Pimentel Negociadores, S. L., de la que el exdirigente del PP andaluz es administrador único.

Con un capital inicial de 4.000 euros y domicilio social en un centro de negocios en la madrileña calle Goya, la nueva firma se creó el pasado 14 de enero y tiene como objeto social “la actividad negociadora sobre cualquier materia y para todo tipo de proceso negociador, indistintamente de la naturaleza de las partes y el objeto de la negociación”, así como la “prestación de servicios profesionales y asesoramiento para la prevención, gestión y resolución de conflictos de cualquier orden”.

El propio Pimentel explica a este diario que lleva ya “mucho tiempo” dedicado a la “negociación pacífica” de conflictos en el ámbito civil y mercantil, una actividad, señala, “completamente nueva” en España y con cierto arraigo en el mundo anglosajón.

La empresa espera "un fuerte desarrollo" de la mediación en los próximos años

La web de la nueva empresa explica que ésta se dedica a las áreas de mediación y conciliación, arbitraje y gestión de conflictos (no sólo laborales), y señala que estos servicios “son muy utilizados en los países de economía más avanzada, mientras que en España su uso es aún muy incipiente, por lo que se espera un fuerte desarrollo en los próximos años”.

“Somos negociadores y mediadores profesionales y contamos con una amplia experiencia en los ámbitos civil, mercantil, laboral, societario, familiar y sociedad del conocimiento, lo que nos permite ser un referente en la materia”, señala la web.

El objetivo, resume el propio Pimentel en conversación telefónica, es “evitar la bronca total” entre las partes en los juzgados ante un contencioso de este tipo, una vía a la que, reconoce, han quedado abocados muchos litigios tras la reforma laboral aprobada el año pasado por el Gobierno de Mariano Rajoy.

El exministro, que prefiere definir a la nueva empresa como “una firma, más que una consultora”, explica que esta, de momento, tiene sólo dos empleados, y que la idea es ir “subcontratando otras tareas” e ir desarrollando el proyecto a lo largo plazo.

Fue el único ministro de la era Aznar que dimitió y tras su salida de la política se opuso a la Guerra de Irak

Ingeniero agrónomo, licenciado en Derecho y diplomado en Alta Dirección de Empresas por la Escuela de Organización Industrial, Manuel Pimentel nació en Sevilla en 1961 aunque está muy vinculado a Córdoba.

Fue diputado en el Parlamento andaluz y secretario general del PP en Andalucía, además de Secretario de Estado de Empleo (entre mayo de 1996 y enero de 1999) y ministro de Trabajo y Asuntos Sociales desde el 18 de enero de 1999 hasta el 19 de febrero de 2000, cuando dimitió. Fue el único ministro de la era Aznar que abandonó voluntariamente el cargo y acabó muy distanciado del aznarismo por su oposición expresa a la Guerra de Irak.

Tras su salida de la política, creó las editoriales Almuzara y Berenice, entre otros proyectos, y desde finales de 2011 es el presidente ejecutivo de la Asociación Española de Empresas de Consultoría (AEC), patronal del sector.

A principios de 2011, la mediación de Pimentel, piloto aficionado en su juventud, en el conflicto entre Aena y los controladores, sirvió para desbloquear un contencioso que amenazó con colapsar el tráfico en los aeropuertos españoles y que llevó al Gobierno socialista a militarizar el espacio aéreo y decretar el Estado de alarma. 

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